Puede que sorprenda el título de esta editorial, pero cómo se puede catalogar a un gobierno que apoya, de manera incondicional, a otro gobierno que es el causante directo de más de cincuenta mil muertos (niñas y niños, mujeres y personas mayores) en la Franja de Gaza, es decir, del Genocidio de palestinas y palestinos. Genocidio, que cuando esta editorial escribimos, finales de marzo, todavía continúa. Gobierno yanqui que no tiene ningún pudor en contar entre sus muchos miembros (electos o en la sombra) a personas que levantan, en sus intervenciones públicas, el brazo derecho, haciendo el saludo nazi, y encima se vanaglorian de ello.

Aunque para sorpresas la que tuvimos el pasado mes de noviembre de 2024, con el resultado de las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos de América, y la victoria del candidato republicano Donald Trump Mc Leot, frente a la candidata demócrata Kamala Harris Gopalan. Visto lo sucedido, tras su derrota contra Joe Biden en 2021 y los acontecimientos que se produjeron, al no aceptar Donald Trump y sus partidarios la derrota en las urnas en noviembre de 2020, con el asalto al Capitolio de sus fanáticos seguidores, en otro país, mínimamente democrático, dicha persona no hubiera podido presentarse como candidato a presidente, pero en la “demócrata” nación de la Estatua de la Libertad todo es posible, hasta que un golpista de tomo y lomo haya llegado, nuevamente, a presidir el gobierno estadounidense.
De los muchos factores que podríamos enumerar para entender el regreso de Donald Trump, de 78 años de edad, a la Casa Blanca vamos a destacar sólo cinco, que nos servirán para comprender mejor el hecho del regreso del magnate del imperio de edificios, hoteles, campos de golf, perfumes, aviones, etc. Con un patrimonio, según la revista Forbes, estimado en cuatro mil trescientos millones de dólares, con un incremento importante en los últimos cuatro años. Donald Trump se convirtió, el pasado 3 de enero, en el 47º presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, tras derrotar a la demócrata Kamala Harris.
Veamos, con cierto detalle, cada uno de esos factores. 1) Economía: las secuelas del Covid-19, la inflación en EE.UU. se disparó durante la primera mitad del gobierno de Joe Biden, llegando al 9,1%, siendo la máxima registrada en los últimos 40 años. La Reserva Federal impuso un agresivo aumento de tasas de interés; sólo en septiembre de 2024, un 2,4%. El aumento de tasas supuso un aumento del crédito y de las hipotecas. Estos dos índices: inflación alta y créditos costosos, presionaron y causaron gran descontento entre los consumidores estadounidenses. Téngase en cuenta que, EE.UU. estaba a costumbrada a vivir con baja inflación y con bajas tasas de interés. El 54 % de los votantes creía que Trump podía manejar mejor que Harris la situación que vivía la población en su conjunto. La Economía no había sido un tema electoral de tanto peso desde 2008. 2) Base de seguidores leales: es un elemento característico de Trump, como fenómeno electoral, ya que cuenta con un enorme número de seguidores muy leales, los cuales se identifican con la propuesta MAGA (Make American Great Again), o lo que es lo mismo: Hagamos a Estados Unidos grande otra vez. A estos votantes se unieron, el pasado 5 de noviembre, otros grupos demográficos distintos al triunfo de 2016. Se produjo, pues, un espectacular apoyo de los jóvenes negros y latinos. Su nefasta decisión, con el paso del tiempo, la terminarán pagando muy cara, y en sus propias carnes, la MAGA representa el 33% de todos los republicanos y un 15% de la población adulta. En su mayoría blancos (81%) y sin estudios universitarios (77%). Una mayoría (71%) de ellos creen que en EE.UU. hay una discriminación contra los blancos. Piensan que en la actualidad la situación de los EE.UU. va por mal camino (98%) y que la democracia estadounidense solamente favorece a los ricos y poderosos. Y, a pesar de ello, van y votan a un magnate de los negocios, que sólo apoyará a las elites económicas. En realidad, como Elon Musk, utiliza un discurso antisistema para manipular a la población, con bulos y mentiras, mientras que legisla abiertamente contra los más necesitados. También hay que prestar atención al brutal aumento del apoyo de los miles de cristianos conservadores. 3) Migración y Frontera: la cuestión relacionada con la migración y la frontera es “extremadamente importante” para cada 7 de cada 10 votantes. En los tres primeros años del gobierno de Joe Biden se llegó a la cifra de 6,3 millones de emigrantes en la frontera sur. De las cuales fueron admitidas 2,4 millones de personas. La mayoría en proceso de expulsión del país, en tribunales migratorios. Las imágenes de “caravanas” de emigrantes desde México y Centroamérica coparon los telediarios de todo el mundo. Según Trump, el gobierno de Joe Biden realizó una política de fronteras abiertas y, con ello, se produjo la masiva entrada de migrantes a los Estados Unidos. Trump vendía, no solo un discurso anti-inmigratorio, sino que estaba muy dispuesto a continuar con la construcción del muro en la frontera de México. Además de dificultar el procedimiento de solicitudes de asilo y refugio. Durante la campaña electoral Trump prometió sellar la frontera y realizar la “mayor deportación “en la historia de los Estados Unidos. 4) Las guerras de Ucrania y Gaza: cuando llegó Donald Trump a la Casa Blanca, en 2016, había realizado la promesa de no iniciar nuevas guerras, aunque tuvo una política belicista y confrontacional. Se proponía un giro radical en la política exterior de los EE.UU. desde la Segunda Guerra Mundial. La propuesta de Trump era: “Estados Unidos primero”, pero esa egoísta postura no era, en absoluto, novedosa, ya que la corriente aislacionista tiene una larga trayectoria. Palpable desde la época del que fue primer presidente de su país: George Washington. En el discurso de despedida del primer mandatario de los nacientes EE.UU. de Norteamérica, el presidente aconsejó que los Estados Unidos evitara entrar en “enredadas alianzas” con otros países. Cuando Trump llegó al gobierno en 2016, había años de guerra en Irak contra el autodenominado Estado Islámico, y 15 años de guerra en Afganistán, promovida por George W. Bush, hijo. En aquella ocasión, como en el pasado noviembre, se volvió a presentar como el candidato “antiguerra”. Aunque no le ha importado empezar otra “guerra”: la de los aranceles. Aprovechando el creciente malestar, dentro de las filas republicanas, de que los EE.UU. están invirtiendo mucho dinero y esfuerzo en apoyar a Ucrania frente a la agresión rusa, si volvía a la Casa Blanca pondría fin a la guerra de Ucrania en 24 horas. Y que también pondría fin a la guerra de Gaza. Cuando en Gaza no hay ninguna guerra, lo que hay es la continuación de un atroz genocidio contra el pueblo palestino. 5) Cambiante candidatura demócrata: los vaivenes del Partido Demócrata de Estados Unidos durante su campaña electoral, ya que Biden intentó la reelección, inicialmente el partido demócrata lideró las encuestas, pero desde marzo de 2024, la popularidad Biden cayó en picado, a ello se añadía las dudas dentro y fuera del partido. Se puso en duda la idoneidad de su candidatura debido a dos circunstancias en su contra: la avanzada edad y el supuesto declive de su estado cognitivo. Ello fue debido al debate contra Trump, en el que tuvo serias dificultades para presentar sus argumentos y el hilo de sus pensamientos. Por otro lado, Kamala Harris tuvo muy serios obstáculos para desligarse de las políticas del gobierno de Biden: inflación, tasas, crisis en la frontera, guerras de Ucrania y Gaza, etc. Es verdad que Harris era la opción del “cambio” generacional y de género, pero el electorado estaba muy insatisfecho con el sistema político en EE.UU. Kamala Harris no concedió, apenas, ruedas de prensa para “vender” su proyecto, y confió demasiado en el voto femenino. La derrota se veía venir, como así sucedió.
La llegada, nuevamente, de Donald Trump a la Casa Blanca supone un cambio radical en la política de Estados Unidos tanto dentro como fuera de sus fronteras. Además, su regreso al Capitolio coincide con un momento muy delicado para la Unión Europea. Aunque el ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares Bueno, quiera hacer un guiño a la cruda realidad, afirmando: “No hay inconveniente en tener la mejor relación posible”, la cuestión de los aranceles y el mantenimiento del gasto de la OTAN, son verdaderos impedimentos para una relación en los mismos términos que existían hasta la llegada de Trump al gobierno de EE.UU. Una política arancelaria más dura de los Estados Unidos es especialmente perjudicial para los intereses españoles, en lo referente a sus exportaciones. El anuncio del aumento del 10%, afectaría a las 28.000 empresas españolas que operan en dicho país. Sólo el sector automotriz constituye el 10% del PIB español, y depende en gran medida del comercio con EE.UU. Este sector sería muy vulnerable al aumento de los aranceles impuestos por los Estados Unidos, así como para los productos relacionados con el consumo y el lujo. España tendría que establecer nuevos lazos con países emergentes de América Latina y África, es decir, diversificar sus destinos de exportación. Por otro lado, la Unión Europea tendría también que desarrollar una defensa autónoma y radical frente al desafío del gobierno de Trump. Sin embargo, España, país clave en la OTAN, se vería beneficiada por las necesidades de defensa europea, debido a las demandas de la industria relacionada con el armamento. ¡Vaya consuelo! La llegada de Trump y su gobierno de neonazis y magnates del poder económico, metidos de manera abierta a políticos en su propio beneficio, hecho poco corriente en Occidente, ya que siempre el Gran Capital se ha mantenido en la sombra, manejando los hilos de sus títeres, encuadrados en los diversos partidos políticos, su participación sin tapujos en la política neoliberal está poniendo patas arriba algunas de las pautas de comportamiento de los liberales con relación al Estado. Además, España si se puede ver afectada por la inestabilidad en el Mediterráneo y las rutas comerciales.
Para terminar, decir que la Administración Trump va a obstaculizar cuanto pueda los esfuerzos globales contra el cambio climático al salirse de los Acuerdos de París de 12 de diciembre de 2015. Trump vuelve a priorizar los combustibles fósiles sobre las energías renovables. La Unión Europea debe fortalecer sus políticas internas para compensar la falta de apoyo de EE.UU. España tiene la oportunidad de consolidarse como líder europeo en energías renovables. Por otro lado, ya están dando sus frutos negativos los recortes, tanto internos como externos, de la Administración Trump a organismos internacionales: ONU, OMS, ONG’s, etc. Las imágenes de los deportados del actual gobierno de Trump son deleznables, se están produciendo otros Guantánamo en diversos países de Centro América: (El Salvador, Guatemala, Honduras…), cuyos gobiernos se venden por unos miserables millones de dólares.
Algunos ayudantes de Trump han reconocido, no en público, desde hace mucho tiempo su afición al embuste. Trump a dicho, repetidamente a varios de sus ayudantes: “Mientras sigas repitiendo algo, no importa lo que digas”. Trump lleva 50 años tergiversando las cosas y diciendo mentiras, y lleva 50 años impune. Las exageraciones y falsedades tienen un propósito estratégico. Ya ocurría en la prensa alemana de la década de 1920 y 1930. Y nos preguntamos: ¿Qué precio tendrán que pagar el conjunto de la ciudadanía de los EE.UU. por los abusos de Donald Trump, Elon Musk y sus fieles lacayos?