Miguel Correas

Entre el 11 y el 22 de noviembre, en Bakú (Azerbaiyán), tuvo lugar la reunión anual de la ONU para hablar sobre el cambio climático en el planeta Tierra. Dicha Cumbre, que reunió a casi 200 países, ha sido un auténtico fracaso, ya que en ella no se consiguió el objetivo principal para lo que fue convocada: la financiación económica mínima de la lucha contra el cambio climático, por parte de los países desarrollados, y que se ha concretado en 300.000 millones de dólares anuales, frente al 1,3 millones que exigen los países en vías de desarrollo, por lo que contaminan los primeros.

El acuerdo al que se llegó, en las últimas 35 horas de la “Cumbre de las Finanzas”, no ha satisfecho las justas expectativas que tenían puestas en dicha Cumbre quienes sufren los gravísimos efectos del imparable calentamiento global, debido fundamentalmente al llamado “efecto invernadero”, que producen los gases contaminantes que se emiten a la atmósfera, en el llamado planeta azul, que cada vez lo es menos, por parte de los países desarrollados, y que perjudican de diferentes formas a los demás países que forman parte del conjunto de los habitantes de nuestro ya maltrecho hábitat planetario. Es verdad que la nueva aportación es el triple de lo que estaba estipulado hasta la fecha (100.000 millones de dólares), pero como muy bien afirman los países afectados, eso es un simple parche para solucionar el problema medioambiental, y máxime si no se pone coto al aumento de la emisión de gases, que contribuyen a dicho deterioro del clima mundial.
Lo de fracaso no es una invención mía, son declaraciones de expertos o delegados y delegadas a la Cumbre. Sin intención de ser reiterativo en traer muchos testimonios al caso que me ocupa, veamos varios ejemplos que corroboran mi afirmación inicial de que la Cumbre no ha cumplido con las expectativas, no muchas, de que fuera una Cumbre algo beneficiosa para el conjunto de los más desfavorecidos. En realidad, a quien más ha beneficiado ha sido al país anfitrión, a Azerbaiyán, y su nefasta política de expansión de su riqueza proveniente de los combustibles fósiles. He aquí lo que han manifestado varios de los participantes en la COP29. Chadni Raina, delegada por India, afirmó: “El documento final fue tan sólo algo más que una ilusión óptica”. La enviada de Nigeria lo cataloga como “un insulto” a los países en vías de desarrollo. El organismo Climate Action Network Europe, describió la cantidad aportada para el fondo de financiación climática como “simples migajas”, ya que los investigadores estiman que hace falta con urgencia más de un billón de dólares anuales. La asesora de Justicia Climática de Amnistía Internacional, Ann Harrison, se pronunciaba en estos categóricos términos: “Los países más ricos del mundo han humillado durante la Conferencia a los países con bajos ingresos, al aceptar un acuerdo de financiación miserable, el cual podría adjudicarles deudas enormes. Los países con altos ingresos y la actual presidencia de Azerbaiyán se felicitan entre ellos, pero no hay giros que puedan ocultar el hecho de que este acuerdo es un desastre para los derechos humanos de los pueblos y comunidades que sufren los gravísimos impactos climáticos de forma directa”.
Esta Cumbre ha recibido fuertes críticas desde las naciones del Sur Global. En esa línea se pronunció el negociador boliviano Diego Pacheco, y expresó su frustración con estas palabras: “Pasamos de la era de no dejar a nadie atrás a la del sálvese quien pueda. El pago de la justicia climática es un derecho del Sur Global”. La ministra colombiana de Medio Ambiente no tuvo dudas en afirmar: “Ésta fue una COP en la que primaron los intereses geopolíticos, dejando el clima en segundo plano”. Por su parte la ministra de Medio Ambiente de Chile, Maisa Rojas, fue más optimista, sus palabras fueron; “Estamos trabajando en nuestra NDC para 2025, con una transición justa y sostenible, que impulse el desarrollo económico junto a la acción climática”. Para terminar, traigo las palabras pronunciadas por el actual presidente samoano, Toelesulusulu Cedric Schuster: “Lo que está sucediendo aquí (COP29), pone de relieve cuán diferente es la situación en la que se encuentran nuestros países tan vulnerables, en comparación con los países desarrollados”. Hay que mencionar el hecho de que la OASI (Alianza de Pequeños Estados Insulares) y la LDC (Países Menos Desarrollados) abandonaron, al unísono, las conversaciones alegando que sus preocupaciones no estaban siendo escuchadas. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva (donde se celebrará la próxima Cumbre (COP30), en la ciudad de Belém, en la Amazonía brasileña) enfatizó al hablar de la situación a nivel global: “Será nuestra última oportunidad de evitar una ruptura irreversible en el sistema climático”.
No cabe duda de que los avances de los populismos a escala mundial hacen que se debiliten las políticas relaciones con el cambio climático. Un claro ejemplo es la postura del Gobierno argentino de Javier Milei, que durante la celebración de la Cumbre retiró a su delegación de las negociaciones en Bakú. La llegada del populista republicano Donald Trump, en su segundo mandato, hace todavía más difícil tomar acuerdos respecto al cambio climático, máxime si Trump pone como secretario de Energía al negacionista Chris Wright, Consejero delegado de Liberty Energy, con sede en Denver, que es un firme partidario del desarrollo del petróleo y el gas, incluido el Fracking, gas que es un pilar clave en la búsqueda de Tump para lograr el “dominio energético” de Estados Unidos en el mercado mundial. Wright fue uno de los principales donantes de la campaña de Trump, y el futuro presidente le devuelve el favor prestado. Su nombramiento puede ser un espaldarazo a los combustibles fósiles. El pondría de manera inmediata el fin de la pausa de un año en los permisos de exportación de gas por parte de la actual Administración Biden. Wright afirmó que el movimiento mundial contra el cambio climático se está “colapsando por su propio peso” y no tuvo reparos en escribir que se necesita más producción de combustibles fósiles en todo el mundo para sacar a la gente de la pobreza, como si a él le importase los más mínimo la pobreza de los demás.
La próxima COP tendrá lugar en Belém Pará (Brasil), en noviembre de 2025. Ciudad situada en la entrada de la Amazonía, en la desembocadura del río Amazonas, con 2.200.000 habitantes. La edad y la hemorragia del mandatario brasileño Lula da Silva, puede que haga que la situación política de Brasil cambie para la próxima cumbre, lo cual no sería nada favorable para los intereses de los indígenas de la Amazonía ni para el mundo en general, ya que la Amazonía terminaría siendo arrasada por los intereses económicos de los gigantes del petróleo y los traficantes de madera. Mientras, ni las leyes ni los gobiernos se lo impiden. Por su parte, las comunidades indígenas se plantan, y reciben continuamente amenazas de muerte, por parte de los interesados en que la situación continúe como hasta hoy. Si consiguen silenciar a los aguerridos defensores de la selva, la Amazonía perderá su última línea de defensa. No podemos quedarnos de brazos cruzados, así que hay que apoyar a aquellas organizaciones que luchan contra los poderes que la quieren destruir. Termino con una frase que condensa la situación respecto al Cambio Climático, escrita por un científico del CESIC: “La peor gota fría del siglo son los negacionistas”. Y argumenta: “Es muy difícil mantener la calma ante personas deliberadamente refractarias al conocimiento científico, y más cuando vemos las consecuencias catastróficas de no escuchar a la Ciencia y el terrible impacto del cambio climático en la gente”. Este científico ha recibido amenazas de muerte y linchamiento en su correo, y en las redes sociales. A pesar de todo hay que continuar con la lucha a favor de nuestro planeta, que es lo mismo que decir a favor de toda la humanidad. La ciencia no es la solución al cambio climático, somos nosotras y nosotros, pero ella ayuda a entender la gravedad del problema.

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