Como es habitual en éste y otros casos, los gobiernos del PP no asumen su responsabilidad en la gestión de lo sucedido, sea ésta relacionada con catástrofes naturales o causadas por negligencias humanas. El Partido Popular ha tenido que gestionar unas cuantas, y en todas ellas ha seguido un mismo patrón argumentativo, el cual se ha repetido en todo tipo de acontecimiento, y que se basa en 5 aspectos fundamentales: 1) Ocultación de información. 2) Desconfianza hacia el criterio de los expertos. 3) Incapacidad para reconocer sus errores. 4) Politización de la catástrofe. 5) Falta de empatía y escaso respeto hacia la ciudadanía. La actuación en la Dana del 29 de octubre pasado, por parte del Gobierno de la Generalitat, no es nuevo, ya lo pudimos comprobar en 2002, siendo presidente del Gobierno de España José María Aznar López, con la conocida como crisis del Prestige, donde el Gobierno tomó la peor decisión posible: llevar el petrolero averiado mar adentro, contaminando las costas del norte de España, cuando el PP mandaba tanto en la Xunta como en Madrid. Desoyeron a los técnicos marítimos que aconsejaron llevar a puerto al buque, y con ello poder controlar el vertido de chapapote; para el entonces vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, lo que salía del buque averiado eran simples “hilillos de platina” que se disolverían mar adentro con el simple paso del tiempo y el movimiento de las mareas. Aquel que afirmó que tenía un primo científico que decía que el cambio climático era un camelo. Esperamos que vaya y se lo cuente uno de estos días a su compinche de partido, Carlos Mazón Guixot, después de su gestión en el desastre de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), palabro que conocíamos hasta la fecha con el más entendible de “gota fría”. Las cuales no son un fenómeno extraño en la Comunitat Valenciana, ya que se han producido muchas y con graves resultados, aunque no como en esta ocasión, con 223 muertes, cuando han transcurrido mes y medio de la tragedia.
Después llegó otra crisis, la de las vacas locas, en la que la ministra de Sanidad en esa época, Celia Villalobos Talero, se cubrió de gloria durante la crisis con frases como: “para hacer caldos, que no se echen huesos de vaca, que sean de cerdos u otro animal”. Un saber que ya lo quisieran para sí los premiados con el Nobel de Medicina. Lo mismo ocurrió con el Yak-42, con un balance final de 63 militares muertos, siendo ministro de Defensa, el corrupto, Francisco Álvarez Cascos, que desvió 20 millones de euros en propaganda para beneficio de su partido. El desastre aéreo se produjo debido a las malísimas condiciones de los viajes militares al nefasto estado de los aviones, a ello se añadió la grave negligencia en la identificación de los cadáveres. Y esto último, por no tener en cuenta los informes de los forenses turcos, que habían realizado un magnífico trabajo identificativo de los restos mortales; todo como consecuencia de las prisas por dar carpetazo al asunto, y hacer las cosas de prisa y mal hechas. Pero, en este caso como los anteriores y posteriores, utilizaron los cinco puntos de argumentación señalados al principio de esta editorial.
Otro suceso, esta vez ocurrido en la capital de la Comunitat, el accidente de metro en Valencia, que tuvo como resultado la muerte de 43 personas. Por su parte, el vicepresidente de la Generalitat valenciana engañó, vilmente, a las decenas de familias que habían perdido a sus seres queridos, presionó a los medios de comunicación para que no contaran la verdad de lo sucedido e influyó para que se diera por finalizada la investigación de aquella tragedia. La forma de reaccionar ante las responsabilidades de los diversos sucesos trágicos, en sus mandatos, ha sido siempre la misma. Aunque fue en el atentado yihadista del del 11-M, en Madrid, con 192 fallecidos, cuando dicha postura se llevó al límite, pues Aznar antepuso sus ganas de mantenerse en el poder a la verdad y al dolor de los familiares de las víctimas. El Gobierno del PP sabía, de sobras, que sí se conocía la verdad de lo acontecido, que el atentado era una represalia por la implicación de España en la Guerra de Irak, perdería las elecciones, y prefirieron dar pábulo a la rocambolesca “teoría de la conspiración”. Esas mismas pautas han sido repetidas en todas las ocasiones trágicas. Siempre han sido utilizadas en las respuestas a no asumir su responsabilidad, su total incapacidad para aceptar sus errores. Esta conducta ha hecho que el President Carlos Mazón se lanzase, de manera furibunda, a repartir, a diestro y siniestro, responsabilidades a diversas entidades y personas: arremeter contra la AEMET, la UME, la Confederación Hidrográfica del río Júcar, contra el Gobierno Central (en la persona de la ministra de Medio Ambiente y Transición Ecológica, Teresa Ribera Rodríguez), y ello, en un asunto en el que la comunidad autónoma valenciana tiene la competencia exclusiva. A todo esto, hay que añadir la falta de sensibilidad hacia las víctimas y familiares por parte de la que fue Consejera de Emergencias, Nuria Montes de Diego.
Por lo que se puede comprobar no sacan las lecciones pertinentes, y ello porque cuentan con un apoyo cerrado de los medios de comunicaciones que gestionan sus aliados políticos de derecha y extrema derecha (ABC, La Razón. El Mundo, la COPE, Antena 3, Trece tv, etc.), que les dan una falsa sensación de seguridad. Todo eso acaba hartando, en parte, a la opinión pública por tanta mentira e ineficacia ante los retos que suponen las catástrofes, ya que una cosa, muy diferente, es hacer oposición y otra gestionar aquellas cuestiones que conllevan situaciones de extrema gravedad para el conjunto de la ciudadanía. Durante sus períodos de gobierno central (Aznar y Rajoy) y otros muchos gobiernos autonómicos, el PP se ha caracterizado por cometer importantísimos errores de gestión, y por rehuir las responsabilidades de los mismos, una prueba irrefutable es su actuación en la Dana de Valencia y su reiterada negativa a asumir su parte de responsabilidad en la gestión de lo ocurrido durante el día 29 de octubre de 2024. No tienen escrúpulos en recurrir a bulos y a la manipulación de los hechos, apoyados en los diversos medios de comunicación conservadores, que lanzaron, inmediatamente, una campaña de propaganda para disculpar a la Generalitat y desviar la atención de la opinión pública hacia el Gobierno central. Por otro lado, la indignación del pueblo la aprovechó la extrema derecha para extender el caos político con un lema que no es propia de ella: “el pueblo salva al pueblo”, sirviéndose de múltiples imágenes fraudulentas, en las que se veían escenas que no se basaban en la realidad de lo que estaba ocurriendo, y ello con la ayuda de “influencers”, que se trasladaron hasta la zona cero, para engañar a la ciudadanía española con imágenes grabadas en diversos lugares, que eran unos absurdos bulos, los cuales por suerte fueron desmentidos con toda rapidez por los afectados.
Las mentiras y bulos del PP no es una cosa nueva, ya de desde su fundación primigenia con Manuel Fraga Iribarne, franquista de tomo y tomo, al convertirse en “demócrata” de la noche a la mañana, la mentira ha sido sus señas de identidad. Mintieron con las armas de destrucción masiva en Irak, con la crisis económica de 2008, con las Preferentes, con el Rescate a la Banca, con Guindos a la cabeza del Ministerio de Economía (no iba a costar ni un euros a los españoles y españolas, y nos ha costa más de 70.000 millones de euros, ya que la Banca no ha devuelto ni un 10% de lo que se le prestó), mintió en lo sucedido en el accidente Yak-42, mintió en lo del metro de Valencia, mintió en lo sucedido en la Pandemia del COV-19 ( con 7.291 a sus espaldas en Madrid), y ahora no paran de mentir en lo sucedido con la “gota fría” en la Comunitat valenciana. Su forma de actuar, repetimos, es: negar, ocultar, mentir, defenderse y pasar al ataque. Lo han hecho hasta hoy, y con roda seguridad lo continuarán haciendo en tiempos venideros. Para que después vayan afirmando por ahí, junto a Junts /Puigdemont, que los demás no son de fiar (refiriéndose a Pedro Sánchez), cuando si hay alguien que no es de fiar son ellos. El PP miente para eludir responsabilidades.
La Dana nos ha demostrado, una vez más, que la gozosa España mediterránea está en proceso de perder la cosa que más enriquece nuestro país: el clima. Este clima ha nutrido la mayor empresa que jamás ha tenido este país en términos contables, que es el turismo. Todo ello lo estamos perdiendo poco a poco. Hay que “envidiar” a quienes lo niegan, porque descansan tranquilos en su pereza mental cotidiana, sin la menor preocupación por lo que les espera a quienes nos sucederán en este planeta. Pero frente a los desastres naturales, cada vez más graves y frecuentes, vivimos bajo el afán incesante de olvidar que la naturaleza es muy superior a nosotros.
Veamos a continuación algunos hitos de lo que estaba pasando a lo largo de aquel funesto 29 de octubre, que Carlos Mazón (presidente de la Comunitat valenciana) no tuvo en cuenta, he aquí algunas señales que evidenciaban lo grave de la situación. Los avisos de la Aemet (Agencia Española de Meteorología), el cierre del Puerto de Valencia, los cortes de carreteras, afecciones en los trenes de Cercanías y Alta velocidad de Madrid a Valencia, agendas interrumpidas, el Ayuntamiento de Valencia montó su Centro de Coordinación Operativa Municipal (Cecopal), a las 11 de la mañana, la Universidad suspendió sus actividades al conocer el aviso de alerta roja, la intervención de la UME, vídeos de calles inundadas y barrancos a punto de desbordarse, las imágenes de los 8 tornados, que se produjeron en diferentes lugares de la Comunitat, el monográfico de la televisión pública A Punt, la Diputación de Valencia mandó a sus trabajadores a casa, la reunión mantenida entre Emergencias y los ayuntamientos, las comunicaciones de la Aemet y la CHJ (más de 198)) y la mirada puesta en la presa de Forata, y el aumento del caudal del río Magro (afluente del Júcar). Mientras, el president Carlos Mazón mantenía un almuerzo de “trabajo” y no se enteró de nada de lo reseñado en las 16 observaciones anotadas con anterioridad, teniendo en cuenta que las primeras alertas se produjeron hacia las cinco treinta de la madrugada. Por el momento lo dejamos aquí, aunque lo que llaman con énfasis, la “reconstrucción” de lo afectado por la brutal DANA, y el nombramiento del teniente general, retirado, Francisco José Gan Pampols (“yo no he venido a hacer política” que suena a rancio franquismo), el cual cobrará 4.000 euros más que el president, y las adjudicaciones a dedo a miembros de la Gürtel, en dicha reconstrucción, daría para otra extensa editorial.