Furia Libertaria
La suma de los valores del pensamiento y su papel objetivo de toda la trama política sufre confusión, ya que juntos para solucionar el conflicto social de la Sociedad, se suele construir formas inadecuadas, visto que están demostrando destreza dudosa. Describir el Parlamento, bueno, es tanto igual como agarrarse a todas las verticales, poco menos que imposibles de escalar. El Parlamento lo forman 350 diputados y 266 senadores. Los mismos que deben ser responsables de conocer, sin ambages, todo lo que defienda y proteja el componente de toda la Sociedad, sobre todo en Derechos.
Pero despejemos el fundamento de ser la mejor de todas las alternativas, en caso de que quede protegida la seguridad y el respeto, para conseguir una convivencia honesta, preparada para que las generaciones, en el devenir, se conciencien de que sólo se aprende cuando la semilla sembrada cultiva mejor cosecha, porque fuera dotada de rebeldía, propia de cada opinión. Y bien, de acuerdo, conforme a la Naturaleza del comentario a sembrar en la mente del lector que se interese por este decir y hacer, como ejemplo, osado pensamiento, escrito para que germine, sobre todo en las mentes despiertas. “Los Parlamentos suelen ser las cloacas del teatro político”. Allí se comenta, se maldice, se reprocha, se menosprecia, se cuestiona el Poder con la suerte que facilita la demagogia propia del mercantilismo fiel a los intereses, siendo siempre las armas especulativas del teatro capitalista. El juego político sirve para entretener, frenar y, tal vez, impedir que se produzca el favor de las conclusiones resolutorias. En el Parlamento esa condición sin futuro impide que los consensos sociales no disfruten del beneplácito ciudadano, logrando, finalmente, beneficiar los intereses del Poder dominante. En política nadie es nadie, porque todo es premeditación, casi siempre alevosa. En el casi sólo queda a salvo de la quema la equivocación, en caso de que sea posible entre los magnates consagrados para la confusión, precisamente adiestrados para el éxito especulativo del negocio, sobre todo desde la duda.
No se sabe muy bien si desde el Parlamento se puede proteger a una Sociedad basada en el respeto humano. Sin ser demasiado pesimistas, puede que, hasta la fecha de nuestro tiempo, el Parlamento, dotado de sus mejores deseos, sólo consiguió certificar, es decir bautizar, todas las corrientes políticas, de Derechas, Izquierdas, o Centro, y otras muchas formas para estar representados, aunque sin más condición que rendir pleitesía a la voz de su amo. Y como en política descansa todo en los paraísos del privilegio, naturalmente se trata de conseguir vivir bien protegidos por el vil dinero, que siempre será el precio que da Prestigio y Fama. Y no será verdad nunca que el Parlamento sea, o no, capaz de sortear suficiente inteligencia, que sirva para que la Sociedad, sus Pueblos y Ciudadanos, consigan disfrutar las libertades que no saben resolver desde el Parlamento. Y surge de inmediato el ¿para qué Diputados, para qué Senadores, si la circunstancia certifica que no fueron capaces de liberar a sus Ciudadanos del clima vicioso al que, desde la Cuna, quedó sentenciado, al no saber salir del interés por la riqueza de la selección de la especie? Y ¿para qué el Parlamento, si se perpetúa la idea de “a río revuelto, ganancia de depredadores”? Y no es que se tenga que ser antiparlamentario por sistema, más bien solemos luchar por una Sociedad sin Víctimas ni Verdugos, sin Dogmatismos, sin poderes que intermedien, sin jerarquías para validar, de por vida, otra suerte social, sin otros calvarios, propios de las políticas de Estado. ¡Claro que hay otras formas de Vivir! Son necesarias las costumbres de Progreso desde una Sociedad Anarquista: La Acción Directa y el Apoyo Mutuo. El Movimiento Libertario no escatima energía, impide los improperios sembrados en la conducta del Ser Humano, muy especialmente para que se pueda disfrutar de una Sociedad libre, una Sociedad sin Dioses, sin falsas promesas, una Sociedad consensuada por quienes hacen posible la Paz Social libertaria.
Las mejores políticas no deben ser gestionadas por un Parlamento de Estado. El discurso es más humano, es decir, civilizado, si el interés por la Vida es unánime, es sometido al libre albedrío con el firme propósito de luchar para vivir mejor, vivir con futuro, nunca ante la sospecha de la inseguridad.
El Diputado es persona elegida para defender a otras personas. Y, sin embargo, en el Parlamento, que debiera servir para defender a los Ciudadanos, es donde se codean con el rico y el pobre, pasando a ser sumisos del supremo poderoso, que nunca es el Pueblo Llano.
El Senador, pertenece a la Cámara alta con la función de frenar las decisiones de la Cámara baja. Y se quedan los protagonistas tan panchos. Sus señorías suelen dominar toda condición de costumbres ciudadanas con fines que no deben salirse del credo divino diplomado, consiguiendo estar por encima de la servidumbre. Son señores, perdón -con la venia-, que merecen buen repaso crítico porque de ellos nacen las divergencias sociales, nunca consustanciales con la realidad que merece, dicho sea de paso, las Masas.
Y convencidos de que la Sociedad está subyugada al vigor de las leyes, puesto que fueron inventadas para entretener a los parias, sin que se les pueda calificar de esclavos. Es decir, la Casta política nunca alcanzará el disfrute satisfactorio de llevarse bien con los gobernados y los sometidos al capricho de quienes controlan los bienes alcanzados. El mayor dardo, dirigido al fiel compromiso de ser gobernado por las políticas de Estado, merece encontrar el centro de la diana, que siempre será encontrar la Sociedad que proteja la convivencia humana.
Así que, el Parlamento es un mediador entre pobres y ricos, y debe tener la seguridad, si no es que gusta estar subyugado al domador de toda costumbre, que lo será hasta que todo cambie, cuando el despertar de la Democracia Directa ponga fin al problema social; pues quede claro que el Ser Humano no debe estar sometido al dictador, al Estado, a los dioses, a tanto como pretenden los avariciosos y a los que pretenden certificar ser honrados, convencidos de que el foco de todos los vicios sociales debe pasar por la bendición de la usura y los abusos, fijos contra las conductas, desmarcadas del firme propósito de encontrar la verdad sosegada.
En definitiva, el Parlamento, que tiene experiencia centenaria, dejó certificado de no servir para encontrar la Sociedad liberada del fracaso gobernante, del fiasco político, del lobo sediento de Poder y del deformado criterio político, por mucho que pretenda dar lecciones de semejante ejemplo parlamentario, despejado en este ejercicio, por si disminuyera la falta de Vergüenza política y Parlamentaria: En la Política instalada hasta la España de 2024.
Aquí somo unos cuantos seres humanos, que vivimos de nuestras manos. Lo demás, son cuentos chinos, o de villanos.