El pasado 9 de junio tuvieron lugar las elecciones al Parlamento Europeo. Una convocatoria que se produce cada cinco años. En esos comicios se eligen los 720 representantes, que formarán los diversos entes que darán cuerpo a la actividad política, que abarcan los diferentes aspectos que afectan a la vida diaria de los ciudadanos y ciudadanas de la “nuestra” Vieja Europa. El resultado de dichas elecciones se puede resumir en un eslogan, muy clarificador, de por donde se mueve la ciudadanía a nivel europeo: Europa se asoma al abismo nazi y fascista. Parece ser que no hemos aprendido nada de lo que supuso la nefasta llegada al poder de los fascistas y nazis (Italia y Alemania) en los años treinta del pasado siglo XX.
Nada menos que una Segunda Guerra Mundial, con entre 50-60 millones de personas fallecidas, llegando hasta los 100 millones en los cálculos más pesimistas, y entre 40-45 millones en los cálculos más optimistas. El cálculo ha presentado siempre grandes dificultades debido al ocultamiento por parte de los diversos países implicados en la guerra. En 1945, Stalin reconoció que la URSS tuvo 7 millones de muertos, pero en la actualidad, los cálculos van entre 17 y 37 millones. China, el segundo país con más muertos, tiene serios problemas para calcular sus pérdidas porque en esos tiempos tenía una guerra civil, se estima entre 10 y 30 millones. Alemania fue el tercer país más afectado, con cifras estimadas entre 4,5 y 10 millones de pérdidas. Polonia fue el cuarto país con más fallecidos en la guerra, entre 3 y 6 millones, incluyendo la población judía muerta en el Holocausto. Hay varias cifras que no se han incluido porque se han ocultado deliberadamente de la historia, como la hambruna que provocó la guerra en Bengala y mató a 2 millones de indios. Con ese escalofriante balance de muertes, estamos dispuestos a dar paso a los que fueron los causantes de semejante desastre humanitario: nazis y fascistas. Estamos dispuestos, 79 años después, a consentir que dirijan la política de la Unión Europea, ellos que no respetan los más mínimos y elementales derechos humanos, que se consideran una raza con supremacía sobre las demás.
Pues mucho cuidado porque están dando los primeros pasos, de manera firme, para que volvamos a aquellos tiempos, ya que se amparan en los votos de la ciudadanía para conseguir el Poder, y desde él actuar en contra de los intereses de quienes les han votado. Recuérdese que Hitler llegó al poder en Alemania (1.933), mediante un acuerdo político. El entonces presidente alemán, Paul von Hindenburg, sucumbió a las exigencias de Hitler y su partido nazi (Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores), ese partido era radicalmente de derechas, antisemita, anticomunista y antidemocrático. Así pues, Hindenburg nombró, el 30 de enero de 1933, canciller de Alemania a Hitler. Éste, junto a otros líderes nazis, aprovecharon las leyes vigentes alemanas, y el hartazgo de la población alemana por el estancamiento económico y político para destruir la democracia y crear una dictadura.
El resultado de las elecciones europeas demuestra que el fascismo crece en todo el continente y gana de manera contundente en Francia, Italia, Bélgica, Hungría y Austria. No han llegado, todavía, arriba del todo, pero lo acabarán haciendo de continuar así las políticas de conservadores, socialdemócratas y liberales que le allanan el camino. Los conservadores porque son cada vez más reaccionarios y copian sus discursos de odio y agitan el miedo a un socialismo que no es más que socialdemocracia. Los socialistas porque no hacen políticas efectivas contra los problemas del paro o la vivienda, pero sí hacen políticas migratorias que podría firmar la derecha. Y los liberales porque son tan neoliberales que dan munición a la ultraderecha proteccionista y a la ultraderecha “anarco” liberal. Así pues, la derecha extrema y la izquierda derechizada son el trampolín de lanzamiento de la extrema derecha fascista. El abismo lo crean en todos ellos. Los casos alemán y español son paradigmáticos de esa situación. Un ejemplo evidente de lo comentado es el de Úrsula Von der Leyen, defensora del ultraderechista y gran genocida Benjamín Netanyahu, ella invoca ahora el europeísmo a izquierda y derecha para que le renueven como presidenta de la Comisión Europea, después de haber coqueteado con la neofascista Giorgia Meloni en la pasada campaña electoral, cuando no estaba segura de tener los apoyos suficientes. Úrsula sería capaz de pactar con el diablo para mantenerse en el poder, como hizo Frank Von Papen que le entregó el poder a Hitler para conservar su puesto.
Da miedo cuando se piensa en el parecido de la situación actual, con la que se dio a principio de los años treinta, del pasado siglo, en la Alemania de la República de Weimar (1918-1933). Los resultados de las pasadas elecciones son los mismos que llevaron a los nazis al gobierno: los democristianos en cabeza seguidos de los neonazis de la AID. Y se extrañan de ello mientras abrazan el sionismo nazi en Israel. Neonazis israelitas que agitan la islamofobia y persiguen a quienes denuncia el genocidio contra el pueblo palestino. Por lo tanto, la culpa de unos alemanes y el rencor de otros devuelve a Alemania al lado oscuro de la Historia. En España los pactos del PP con Vox y las algaradas contra la amnistía a los implicados en el “Procés”, dan alas a una extrema derecha, todavía más derecha. Vuelve el trifachito (PP, VOX y “Se acabó la fiesta) más facha que nunca, este último con un agitador en las redes sociales, profesional del bulo, y que ha conseguido nada más y nada menos que ochocientos mil votos, sin presentar programa alguno y sin dar los nombres de sus candidatos de manera pública. Para Alvise y Cía, se ha acabado la fiesta, pero ahora empieza la suya con 3 europarlamentarios, que van a Bruselas a chupar del bote y poder disfrutar de la inmunidad parlamentaria, y además continuar con su denigrante labor de difundir, a sus anchas, cuantos bulos les venga en gana. Alvise y Cía son la viva representación de QAnon (abreviatura de Q-Anónimo) en España. Unos fascionazistas de tomo y lomo, que difunden mediante las redes sociales la teoría de la conspiración mundial, por parte de un “Estado profundo”, que quiere implantar una dictadura mundial para dar un poder absoluto a las élites, que van en contra de los valores de nuestra civilización y contra Donald Trump, en particular, y todo lo bueno que él representa. Su ideario, igual que el del partido “Se acabó la fiesta”, tiene como pilares fundamentales los siguientes: anticomunismo, antisocialismo, conservadurismo de corte social, neonacionalisno, conspiracionismo, un trumpismo radical, derecha ultraconservadora y, como no, un antifeminismo homicida. Este es el programa encubierto de “Se acabó la fiesta”, que ha conseguido 800.000 mil votos en las elecciones al Parlamento europeo de este 2024, principalmente del sector más joven de la sociedad española. Como el resto de la ultraderecha conspiranoica y paranoica, ellos también contarán con la denostada, en otro tiempo, paguita que les haga vivir, sin dar el callo, a costa de nuestro dinero, y todo para seguir intoxicando. No olvidemos que este sistema capitalista provoca crisis económicas, climáticas, migratorias y sanitarias, incertidumbre y miedo que se transforman en odio y miedo. Sistema capitalista que promociona a un señor con una gran motosierra, que promete salvar a su país, y lo que ha conseguido hasta la fecha es hundirlo en una brutal crisis económica y social. Supongamos que hablamos de Javier Milei, que nada más llegar al poder puso en marcha el nepotismo más jeta y vergonzoso, nombrando a su hermana Karina, secretaria general de la Presidencia de la Nación, ése que tiene a su perro muerto como asesor, y que llegaba a la presidencia de su país para regenerar la vida política, y lo primero que hizo fue derogar la ley que prohibía nombrar a familiares en cargos de responsabilidad política. Un vivo calco de lo sucedido con VOX en España, que ha pactado con el PP subidas de sueldo para sus representantes en las comunidades autónomas que gobierna con el PP, o da su apoyo en la formación de gobiernos peperos.
Por otro lado, volviendo a Europa y las elecciones generales al Parlamento, decir que Francia ha caído en manos de la ultraderechista Marine Le Pen por culpa del macronismo, ya estaban bien avisados con las diversas manifestaciones de los chalecos amarillos, que fue el primer aviso de la situación, el pasado 9 de junio ha sido el segundo. Macron ha querido salir al paso y ha convocado elecciones generales en Francia, pero le puede salir lo mismo que le salió a Cameron con el Brexit. En Alemania, la cuna del nazismo, el partido neonazi es la segunda fuerza política. En Italia, cuna del fascismo, el fascismo ha ganado. En Francia, cuna del régimen de Vichy, también gana. ¿Y seguimos creyendo que no pasará nada? Y como decía, acertadamente, un politólogo de mucho prestigio: “Si en Argentina entra el fascismo con Milei tiembla Argentina, si el fascismo entra en Alemania tiembla Europa y el mundo entero”.