Patricio Barquín Castañ

ESTUVE MALITO

Volvió a pasar.  Una vez más, aprovechándose de mi debilidad, el sistema atacó con su arma más mortífera: la trampa dialéctica.  Esa trampa que, al igual que en el juego de la gallinita ciega, sirve para desorientarte y que seas incapaz de trazar el camino adecuado.

Esta vez la debilidad fue motivada por una gastroenteritis, pero el malvado sistema es capaz de aprovechar gripes, resfriados de gran congestión y malestar…  En fin, cualquier debilidad humana le es propicia para vendarte los ojos y darte vueltas y vueltas, y soltarte de nuevo al mundo cotidiano sabiendo que, como mínimo, andarás renqueante y perdido durante un rato.

Pues como decía, cuando enfermo a ese nivel me quiero morir, si puedo permitírmelo, me desconecto del mundo, abandono la ingesta de alimentos, me acuesto en el sofá, me echo una manta por encima y espero a que la vida tenga a bien recoger mis despojos cuando haya pasado todo el temporal.

Lamentablemente, el cerebro también se me apaga.  Bueno, queda, siempre vigilante, un pequeño chimpancé que, aprovechando un día que salí a comprar el pan, se instaló allí de okupa.  Este simio abusa de mis momentos de debilidad dedicándose a tocar unos platillos y a aporrear un lindo tambor, lo que evita que ningún pensamiento pueda acceder a mi maltrecha cabeza.  Y es por culpa de este maldito mico que cuando estoy malito no puedo dedicarme a leer, tan sólo puedo aspirar a dejarme llevar por la pantalla del ordenador que me ofrece documentales y películas que me ayudan a dormir, pero que, de vez en cuando, se quedan grabadas como esos mensajes subliminales de los que tanto se hablaba en otro tiempo.

ESTO NO ES UN RESUMEN

Esta vez sucedió que vi (desde una nebulosa de arcadas y retortijones, pero juro que lo vi) el documental “Besar el Suelo” o “Kiss the Ground”, una suerte película documental donde se aborda la problemática del calentamiento global.  Mas, una vez más, viene con trampa.  Como ese bote de conserva de tomate que al abrirlo en lugar de plop, hace plaf, deja un tufillo agrio y muestra una capa blanquecina en la superficie.  Come, come, si te atreves.  Y mira que pretende ser hippie y moderno, el documental; el tomate está pasado.

Pues como quería explicar y me lío, el documental ese empieza no aclarando en qué consiste exactamente la agricultura regenerativa, porque va de eso, también.  Aunque bien pudiera suceder que sí lo explicara y con mis ganas de vomitar lo hubiera pasado por alto.  En cualquier caso, no la detalla de forma lo suficientemente extensa como para que una persona neófita consiga entender qué narices es eso de la agricultura regenerativa.

De lo que sí viene trufada la película es de titulitis.  Que, a ver, tampoco estoy diciendo que no esté bien abordar los temas desde perspectivas académicas; de hecho, suele ser una buena idea hacerlo.  Pero lo académico no puede convertirse en un fin en sí mismo, debe ser un medio para construir una explicación, como mínimo, menos farragosa que este sin Dios de artículo que te estás leyendo.  Además, esta construcción entiendo que debe ser honesta y no utilizada como carga de autoridad para hacernos comulgar con ruedas de molino, que de autoridad ya viene el mundo más cargado que los cubalibres de los botellones.  Porque en menos que canta un gallo, el payo que cuenta toda la mandanga, cita a Roosevelt como el precursor de la primera ley del mundo de protección del suelo (todavía se me revuelven las tripas de ver la imagen del susodicho presidente saludando desde un balcón, para acto seguido hablar de la labor desarrollada por el ínclito Al Gore y su serie de carísimas conferencias pronunciadas a lo largo y ancho del mundo.  Grrrrr.

Cierto es que el análisis de las causas por las que nos encontramos en la situación en la que estamos de calentamiento global y cambio climático, las describen bastante acertadamente en “Besar la Tierra”, aunque de forma sucinta y sin profundizar en cuestiones sociales.  Lo que hacen rematadamente mal es ofrecer, una vez más, una solución tecnológica para poder seguir transitando el camino del crecimiento ilimitado.  Porque el documental plantea la agricultura regenerativa como un fin para conseguir el retorno del carbono al suelo.  Es cierto que este retorno no se hace con alta tecnología, ni con nano robots, ni con confinamiento del CO2 en viejas minas abandonadas, ni con ninguna otra burrada propuesta anteriormente, sino que se hace con técnicas naturales como la regeneración de suelos y la agricultura respetuosa con el medio ambiente.  Pero al final de la partida estamos hablando de tecnología, más o menos hippie, pero tecnología.

Y es que esto ya nace viciado.  Los que han generado el problema de la más que posible destrucción de la especie humana y unas cuantas especies más, no pueden ser parte de la solución.  Por tanto, no puedes sacar a presidentes o vicepresidentes de gobiernos como si fueran una especie de héroes precursores de nada, cuando lo que realmente han sido es colaboradores necesarios de este acto terrorista que es el capitalismo, tanto para las personas como para el medio ambiente y el resto de sus habitantes.

LO QUE FUNCIONA

La agricultura regenerativa, la permacultura, la agricultura ecológica y cualesquiera otros sistemas de trabajar la tierra no son la solución a la situación que vivimos, por más carbono que sean capaces de fijar al suelo.  Aunque en todo el planeta las tierras se cultivaran con estas técnicas, no conseguiríamos solucionar el problema del calentamiento global.  Creer esto, como plantea el documental, sería sumamente ingenuo y alejado de la realidad.  No hay más que fijarse en los pasos que da el capitalismo con su Green Deal.

Atrás quedan aquellos años en que en el movimiento ecologista se escuchaban expresiones desesperadas que clamaban que hasta que la ecología no fuera negocio, no serían escuchadas las reivindicaciones de los ecologistas.  Y, de alguna manera, ahora el sistema agudiza su super oído eco verde para pervertir cualquier iniciativa de cándido verdor y convertirla en una perversión sin precedentes, tal y como está haciendo con las energías renovables o el mercadeo de emisiones, por ejemplo.

Porque lo que sucede no es que haya demasiadas unidades de CO2 o de CO campando a sus anchas por la atmósfera.  Lo que sucede es que vivimos un problema social y económico de colapso de consecuencias ecológicas y sociales, por tanto, los cambios deben ser sociales, económicos y organizativos.  Es más, necesariamente deben ser radicales, puesto que no estamos (nunca lo hemos estado) a tiempo de aplicar paños calientes ni políticas reformistas.  Es hora de revertir este sistema asesino por un sistema que se alegre por la vida.  Que mate al dinero para que florezca la vida.  Que abandone al poder y a su banda armada para que brote la vida por todos los rincones.  Y entonces es cuando podremos aprovechar toda esta tecnología de agriculturas regenerativas y, demás, para reconstruir colectivamente lo que el capitalismo viene destrozando desde hace tanto tiempo.

¿Quiere esto decir que ahora no debemos hacer uso de la agricultura regenerativa, permacultura, agricultura ecológica, biodinámica, etc.?  En absoluto.  Lo que sucede es que no debemos tomar estas técnicas más que como aquello que son: una herramienta.  Si trascienden su categoría de herramienta, corren el peligro de transformarse en una especie de culto que no sirva más que para lavar nuestra conciencia en medio de este panorama tan desolador y, claro, con la conciencia tan limpia y satisfecha, las luchas igual acaban un poco abandonadas.

CONCLUSIONES

Vale, todo esto era no tanto para denostar un documental que habrá costado su dinero y trabajo hacer, sino para que no caigamos en la trampa de los fuegos artificiales ofrecidos por la tecnología.  Sobre todo, ahora que el enemigo es tan grande y se viste con chistera verde.

También decir que si queréis mandanga de la buena escuchéis Radio Tirso Libertaria, el programa Vive y Lucha número 22 “El cambio climático”, que, a buen seguro, resultará más clarificador que este enrevesado artículo.

Ah, y que ya me encuentro mejor.

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