Miguel Correas Aneas
Setenta años después, por desgracia, hay que volver a repetir el mismo grito de alerta: ¡Hay que salvar Doñana! Es un angustioso grito, ya que, de no tomarse, de manera urgente, medidas que paren la situación actual el humedal más importante de Europa va camino de su total desaparición. En algunos aspectos no hay vuelta atrás y su situación es irreversible. Está en una situación en la que no sirven de nada las promesas y los discursos de los políticos de turno, que diciendo querer a su tierra no mueven un dedo para detener la marcha sin retorno y el eminente colapso del Parque Nacional de Doñana, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994.
Antes de seguir con la situación actual del humedal, quisiera hacer un breve inciso para poner de relieve la importancia que tuvo en su momento la actuación de personas que apostaron por la continuidad de Doñana frente a las acometidas de las administraciones franquistas, que querían desecar las marismas y repoblarlas de pinos y eucaliptos. En primer lugar, y como verdadero salvador del Parque, hay que nombrar a José Antonio Valverde, el científico que salvó Doñana; su labor pionera y su complicidad con conservacionistas extranjeros, el biólogo español salvó las marismas del Guadalquivir de los planes desarrollistas que se cernían sobre ellas en los años 50 del siglo pasado. El primer viaje a Doñana lo realizó en 1952, para estudiar Doñana en compañía del catedrático de zoología Francisco Bernis. En 1954, entre Bernis, Valverde y otros naturalistas fundaron la Sociedad Española de Ornitología, hoy SEO/BirdLifeel. El acta de constitución de la misma la firmaron Félix Rodríguez de la Fuente y otras 70 personas. El segundo viaje a Doñana, por parte de Valverde, fue en 1956 para acompañar a la mítica expedición al Coto de Doñana de los británicos Sir Julian Huxley, Max Nicholson y Mountfort, y otros afamados naturalistas. No se puede dejar de mencionar a Javier Castroviejo, director de la Estación Biológica del parque durante 13 años, he aquí sus certeras palabras: “Doñana está al borde de la desaparición por la impunidad de los responsables y el incumplimiento de las leyes”.
Como dicen algunos entendidos en la situación actual de Doñana, el siglo XXI está matando al humedal más emblemático de Europa. Muchas casualidades y la voz poderosa de algunas personas sabias lo salvaron hace 70 años, hoy se muere de sed. La sobreexplotación ilegal de un acuífero menguante que ya no da más de sí, la agricultura intensiva, el turismo desordenado y la pertinaz sequía no perdonan, pero la codicia humana tampoco. Como es sabido tras la “reconquista” cristiana el territorio, sobre todo Andalucía, se repartió en grandes latifundios, el Coto de Doña Ana (Doñana) es un ejemplo de ello. En Doñana se reúne todos los desastres medioambientales que ha provocado el ser humano en su descontrolada expansión. Se ha producido un deterioro mundial del clima de manera irreversible, cuyas últimas consecuencias dependerán del grado de compromiso que los países más industrializados estén dispuestos a asumir. Aquí las palabras del secretario general de la ONU, António Manuel de Oliveira Guterres, en la última Cumbre del Clima, son muy clarificadoras de la situación actual: “La disyuntiva a la que nos enfrentamos es cooperar o perecer”. Esta idea aplicada a Doñana sería: O se aplican medidas drásticas y urgentes para salvar Doñana o este humedal desaparecerá para siempre. No se trata de poner parches por parte del Ministerio de Transición Ecológica (360 millones de euros en un plan de choque), la cuestión es más de voluntad política para acabar con tantos desmanes que se cometen en la cuenca del Guadalquivir a su paso por las marismas. Hay que cumplir y hacer cumplir las leyes tanto por los particulares o empresas, como por el mismo Gobierno Autonómico y Nacional. La posible desaparición de Doñana se debe a la impunidad de los responsables y al incumplimiento de las leyes propias como de las directrices Europas.
Los amplios cauces fueron cultivados y transformados en canales. El agua y el fértil suelo de los cauces marismeños, protegidos por la Unión Europea, son botines codiciados por quienes sólo atienden al beneficio económico a corto plazo, hay que recordar que Doñana está en el límite del no retorno. Así pues, Doñana se salvará si se comienza de inmediato el restablecimiento y la recuperación ecológica integral de los cauces marismeños. Qué esperan los responsables para aplicar el Decreto/Ley 7/199. La supervivencia de Doñana no se entiende sin la restauración de la marisma. El agua no es un bien comercial como los demás, sino un patrimonio que hay que proteger, defender y tratar como tal. Doñana depende en la actualidad del agua de lluvia y no de la del acuífero y del río que están secos por las extracciones desmesuradas e ilegales. Las autorizaciones de nefastos proyectos tienen nombres y apellidos. La complicidad de los firmantes ha hecho posible la destrucción de un patrimonio mundial para enriquecer a una influyente minoría: terratenientes, multinacionales, fondos buitres y particulares sin escrúpulos, etc.
Doñana es una verdadera joya de la biodiversidad, que la sociedad española tiene el deber de preservar y salvaguardar para las generaciones futuras. Urge poner freno a las amenazas que la empujan hacia el abismo de su inminente desaparición, al menos, tal y como se conoce en la actualidad. Aunque en este artículo y el siguiente voy a hablar del Parque Nacional de Doñana, soy totalmente consciente de que hay más lugares que merecen también mi/nuestra atención, entre ellos: la situación del Mar Menor, con cientos de miles de peces muertos por la contaminación: los glaciares del Pirineo que se derriten hasta quedarse en simples heladeros; los humedales de las Tablas de Daimiel son un secarral. Sin lugar a duda Doñana es un claro síntoma de todo lo que se ha hecho mal en nuestro país, y que nos pone en alerta frente al desafío del cambio climático. Los causantes del desastre de Doñana y otros entornos dirán que es debido a factores no humanos y pondrán como chivo expiatorio al cambio climático, pero es una burda mentira, ya que es el ser humano el que ha puesto en jaque mate a todo el planeta y sus diversas especies, incluida la humana, con su criminal actuación.
Continuará…