Salomé Moltó
BOMBARDEOS (La aviación italiana inicia maniobras de ensayo para la 2a guerra mundial que iba a empezar)
Sea por las declaraciones de los alcoyanos que cayeron prisioneros, o por el espionaje, el caso es que no nos olvidaron en sus mortíferos y destructores “saludos” aéreos.

Empezó el primer bombardeo el 10 de septiembre de 1937, por sorpresa, ya que carecíamos de organización antiaérea, cayendo las bombas en la fábrica de cerillas, cerca de donde teníamos los mejores talleres. Ante la falta de costumbre y de preparación, los trabajadores salieron corriendo por los caminos, cazándoles las bombas, las cuales causaron muchas víctimas.
Informamos a la Subsecretaría para que nos mandasen defensa antiaérea y nos enviaron unas cuantas ametralladoras antiguas que se distribuyeron por los alrededores de Alcoy. También construimos refugios.
En Alcoy había muchos terminados y muy bien concebidos y de resistente blindaje.
Fueron varias las visitas que nos hicieron a continuación, pero por fortuna las bombas cayeron alrededor de los talleres, solamente una vez lograron dar en un objetivo, el taller de Roque Esteban, destruyéndolo.
Afortunadamente, no hubo víctimas. A las dos semanas este taller ya estaba en marcha.
La quinta columna, sin ninguna duda, informó de los fracasos de los bombardeos, no hay que olvidar lo de la emisora clandestina del comandante Marzal.
Había que sembrar la desmoralización, ya que la destrucción no había sido posible, entonces bombardeaban el casco urbano de la población. Destruyeron casas en las calles de San Jaime, Santa Rita, puente de San Jorge, Hospital Militar (instalado en la Escuela Industrial), causando bastantes víctimas.
El mal se hizo, pero el objetivo que buscaban no lo lograron, la moral de los metalúrgicos era indestructible y a pesar del peligro que suponía y la angustia que oprimía a la población, los metalúrgicos continuaron su obra, como un sólo hombre, todos acudieron al trabajo con el ánimo
tan templado y sereno que la producción seguía alcanzando el nivel señalado por la dirección.
Cuando se tiene fe en la obra y sentido de responsabilidad, ni los bombardeos, ni las maniobras son capaces de debilitarla y menos aún de destruirla.