Manel Aisa Pàmpols

Cuando las personas empezaron a despoblar los pueblos, en el momento de la Revolución Industrial, en unos primeros tiempos en que las máquinas de vapor empiezan a rugir, en buena parte de Europa y en España también al menos en Barcelona, con las fábricas del textil principalmente, pero, todo aún estaba por legislar, la maquinaria empezaba a acelerar y poco a poco se necesitaba más mano de obra, y el trabajo y la plusvalía, llenaba los bolsillos de los patriarcas aquella clase social que poco a poco se hacía con el patrimonio de todos, el esfuerzo de muchos pasaba a ser en beneficio de unos pocos, y la cosa quedó ahí como algo natural, el trabajo de muchos como el capital de unos cuantos, después llegó aquello que le llaman la propiedad, si una propiedad, creo que muy mal entendida, ya que no es más que una propiedad individual, aquella que hace al rico singular más rico y con todos los derechos mientras que el resto debe de buscarse la vida y menos derechos.

Sin abandonar la idea de un capitalismo que a toda costa sólo piensa en la riqueza individual y de clase, en detrimento de la mayoría que como pensaría Anselmo Lorenzo, diría el capital que “no tienen derecho a sentarse en el banquete de la vida”, entonces tengamos una mirada para ver poco más o menos como era la vida en esos pasos del capitalismo de la usura, del egoísmo que a cada paso hace nacer desesperanza con los depredadores del planeta.
Pero veamos cómo fueron las cosas, o como podrían ser de distintas sólo con la voluntad común de construir un pueblo, un país de todos y para todos.
Hablemos de este lado de la vida, y recuperemos un poco de historia del Siglo XIX y XX.
Podemos seguir los pasos del aragonés Joaquín Costa, que tenía las referencias de Proudhon, Blanc, Fourier y Owen, que apostaban por corregir al mundo del espanto en que se encontraba la vida en pleno nacimiento del capitalismo, la falta de higiene, la insalubridad que había en todas las casas de los obreros en la Europa de la Revolución Industrial, el trabajo de los niños o el de las mujeres.
¿Y si hablamos de Vivienda? Sí, la vivienda, sobre todo para los obreros era muy precaria en toda Europa, donde en un mismo espacio podía convivir de todo, desde el camastro de paja con el orín de los animales de granja, como la comuna para deshacerte del doble peso.
Joaquín Costa será la primera persona que nos pondrá en guardia sobre aquel instante, que va del campo a la ciudad, sobre todo cuando, y tratando de seguir un hilo conductor, Joaquín Costa tiene la oportunidad de visitar la Exposición Industrial de París en 1868.
Sobre aquel momento, después de la visita a la Exposición industrial de 1868 en París, de ese viaje y tras apuntar historia de París y Londres, nos paramos a ver lo que dice de nosotros y tiene una visión sobre Barcelona que nos pone en guardia, a inicio de los 70 del siglo XIX dice: “En Barcelona, como en otros puntos, se especula con la salud de los obreros falsificándoles los alimentos; es que, sobre todo en Barcelona, la clase obrera vive apiñada, sin luz, sin aire, sin espacio, en medio de la suciedad y de los gases deletéreos que, junto con una alimentación escasa y sofisticada, ocasionan tisis e inflamaciones crónicas, bastardean la sangre y producen seres raquíticos y enfermizos que perecen antes de los cinco años. Esto que es una verdad amarga para Barcelona, tiene lugar en otras muchas ciudades, y aunque en menor escala y síntomas menos agravantes, en casi todas las poblaciones de nuestra península. La vivienda en general es escasa, no solo para establecer la conveniente separación de personas y animales, sino hasta para contener el volumen necesario de aire necesario a tantas personas que respiran, a tantas luces que arden, a tantos productos que fermentan: personas y muebles, conejos y gallinas, cerdos, cabras y verduras, depósito de aguas y ropas sucias, cocina , cuadra, comedor y dormitorio, todo está mezclado y resumido en una pieza nunca grande…”.
En los textos de Joaquín Costa, con referencia a la Exposición Universal de Paris de 1867, ya Joaquín observa que, en Europa, Londres, París, la usura de los propietarios es lo que cuenta. Donde señala, con referencia la intención en la reducción de alquileres y tasas que el concejal de París, M. Mainer, en 1867, intenta para equilibrar y donde comenta que “en el supuesto de que no es escasez de casas, sino la codicia de los acaparadores”.
Así vemos que siempre ha habido problemas con el inquilinato, y los desahucios están en la orden del día en todo momento, por ejemplo, recogiendo algunos precedentes de bastante antes de la huelga de 1931, encontramos ya, en 1902 en la importante Huelga General de Barcelona, donde participaron principalmente los obreros del sector del Metal de esta ciudad, al menos hubo 4 intentos de desahucio, y podemos dar referencia de uno de ellos, como era la familia de la calle Argentera núm. 2, familia que participaba de la huelga desde hacía ya unos días, todo y que aquel día anunciado del desahucio había una manifestación, esta manifestación, unas horas antes, se desplazó hasta el barrio de la Rivera para frenar la comitiva del desahucio, hecho que por el momento se consiguió.
En 1904 encontramos un bando del Gobernador Civil de la Provincia de Gerona que se dirige a los alcaldes de las distintas demarcaciones de la provincia y habla de la vigilancia y prevención de todos los ayuntamientos y los pretendidos hombres de bien, en definitiva, estar a la “Guai” de que hay una serie de individuos anarquistas que llamaban al boicot y al no pago de recibos a los caseros, por especulativos y de aumentos desorbitados. Este bando está firmado en Gerona el 18 de junio de 1904 por el gobernador Carlos García Alix.
La Primera Guerra Mundial trajo en España una inflación muy exacerbada, en la península escaseaba todo, desde alimentos a las materias primas, también porque buena parte del género iba dirigida a los países en conflicto. Así, en España, hubo al menos, en este tiempo, dos huelgas de subsistencias y de otras índoles, la primera el 18 de diciembre de 1916, donde estallará la “Huelga General de la Subsistencia” en toda España, que en Barcelona será seguida por los obreros mayoritariamente excepto en los tranvías, que iban fuertemente custodiados por la Guardia Civil y un año después, el 13 de agosto de 1917, una Huelga General de Subsistencia que tiene el inicio en una huelga del transporte.
Por si alguien pregunta, las mujeres que estuvieron implicadas en esta historia, sin miedo a equivocarnos podemos decir que, en ese momento, eran, Libertad Ródenas, Rosario Dolcet, Amalia Alegre, Amor Archs, Lola Ferrer, Ángela Abante, Pilar Aguilar, Rosario Alcón, Rosa Alés, Joaquina Almirall, Trinidad Alted, Isabel Aragón, Paquita Baldó, Adelaida Bou y seguro que había muchas más.
En 1918 se creó la “Unión de Inquilinos”, que tenía la sede en la Calle Cadena nº 21, 1º,2ª. En la “Soli” nº 725, del 20 de abril de 1918, se habla de que la última reunión de los asociados se celebró del 13 de enero de 1918, y que no había podido celebrar ninguna más por impedimos de los caseros, la cuestión es que quedan convocados los asociados para una reunión el 20 de aquel mes y habla de la entrega de recibos el domingo 21 de abril de 1918,; en la “Soli” siguiente, se anuncia que por las enormes dificultades que el gobernador les impone “La Unión de inquilinos “ no puede celebrar su reunión (21-4-1918).
“Solidaridad Obrera”, con frecuencia, denuncia a los propietarios salvajes y ahora señala a uno de la calle Hospital nº 105 de Barcelona, un tal Miguel Miret, y habla que es representante de la “Cámara urbana del robo sobre el inquilinato”, denunciando al inquilino A. Porta, que no ha tenido prácticamente derecho a réplica, el resultado es que intentaba sacar al inquilino para aumentar el precio de la vivienda con la entrada del próximo arrendador.
En el mismo periódico del 21 de abril hay un escrito de la Unión de Inquilinos que habla que ya el 23 de enero de 1918 lanzó un manifiesto que se publicó en la “Soli”, “el Diluvio”, “El progreso” y en “la Lucha”, anunciando la iniciativa de crear una organización de Inquilinos en Barcelona con la idea de poner una barrera a la avaricia de los caseros, en algunos lugares se propone la creación de grupos o juntas de defensa, y la reflexión que hacen los miembros de la Unión de Inquilinos es que estos grupos o juntas lo único que hacen es dispersar las fuerzas delante del casero. Así que anuncian que ya el día anterior tuvieron que suspender el encuentro de inquilinos por las presiones del gobernador y hacen un llamamiento a los vecinos para que no se dejen embaucar por otros organismos, “Los trabajos de zapa de los enemigos de la Unión de inquilinos”. Así como anuncian que se encuentran en el local social de la calle Cadena 21 todos los miércoles, sábados y también los domingos por la mañana.
En otras “Soli” de la época, concretamente la del 30 de abril de 1918, se señala el título del artículo como “despotismo de los propietarios”, donde destaca que en la calle Torres Damians 17, del barrio de Hostafranchs, hay 28 habitaciones que mejor llamar “Chirivines” porque no reúnen ninguna condición higiénica y denuncia a la propiedad y le advierte que no es solo la salud de los inquilinos sino también de los transeúntes; en el mismo periódico encontramos una nota de la “Unión de inquilinos” que habla de la imposibilidad de celebrar actos públicos, por lo que se siente maniatados pero si invitan a los socios a pasar por el local social de la calle Cadena 21, 2º para hablar y saber de estrategias para hacer frente a los caseros tiburones de la renta urbana, en la misma nota habla de las cuotas de los socios y advierte que quien quiera las puede recuperar ya que por el momento están imposibilitados y pide se acerquen al local bien para pagar si lo desean o recuperar.
1919 es un año candente, donde el pulso entre clases estaba en su máximo momento, el tira y afloja en una lucha de clases sin cuartel. Aquellos años las numerosas huelgas generales y de sector que había en la ciudad eran muy abundantes, a destacar la Huelga de la Canadiense, en un principio sólo era una Huelga para que unos obreros fueran readmitidos, pero que adquirió tal volumen que al final la reivindicación fue por la lucha de las 8 horas de trabajo, que el propio presidente del gobierno, el Conde de Romanones, firmó antes de terminar el año, pero la patronal catalana, arrogante y llena de odio, tenía que devolver el golpe y al final aquel diciembre de 1919 no solo se creaba el sindicato libre, que eran los pistoleros de la patronal, sino que se declaraban el Lock Out, dejando a los obreros de Barcelona y alrededores sin poder llevar un sueldo a casa en aquellas navidades, ya que no tenían ningún ingreso la mayoría, en aquel momento de tanta crisis se creó la ”Unión de Defensa de Inquilinos”, manifiesto que se presentó el domingo 23 diciembre de 1919, en el Teatro del Bosque, y su presidente en aquel momento era el anarquista masón Albert Carsí.
El Manifiesto presentado en 7 puntos, a destacar:
1º Que cesen los abusos de los propietarios procaces y desaprensivos.
2º Evitar los desahucios por aumentos de alquileres.
3º Impedir que continúe el alza de los mismos.
4º Reducir los impuestos de inquilinato
5º Conseguir el máximum de higiene en las viviendas
6º Obligar a la edificación de los solares sitos en el casco de la urbe.
7º Obligar a los propietarios a la debida tributación en consonancia con los alquileres que perciben.
Aquel diciembre de 1919 era un tiempo de mucha resistencia, donde la patronal plantó a los obreros con un Lock out que paralizó Barcelona y entorno durante todo el mes de diciembre de 1919 y los primeros 15 días de enero de 1920.
Después, el maniqueísmo y las malas prácticas con el tiempo harán que la Unión de Defensa del Inquilino cambie de nombre y pase a ser una Cámara de Inquilino, que poco tiempo después pierde todo su proyecto reivindicativo, todo ocurrió porque la Unión de Defensa de Inquilinos fue copada su dirección por los burgueses que tenían alquilados algunos bajos para sus talleres y fábricas. Era, pues, una muerte anunciada de la Unión de Defensa de Inquilinos que en 1919 había nacido con mucha fuerza, a pesar de todo y discretamente continúo la asociación “Unión de inquilinos” todo y que era un tanto minoritaria y no tenía demasiada fuerza.
En aquellos años veinte, en buena parte de España había instaladas las malas práctica de los caseros de seguir especulando y problemas del inquilinato y en buena parte se creaban asociaciones de Unión de Inquilinos, desde Burgos, Sevilla, Lleida, Valladolid, etc., y en Madrid se creaba una federación de Unión de Inquilinos que por el momento desconocemos el recorrido, pero si sabemos que había esa preocupación por la especulación galopante en todos los sentidos.
Después ya vendrá el 14 de abril de 1931, la República y poco tiempo después la Huelga de alquileres de 1931, el desencuentro entre los políticos de la izquierda y las necesidades de los obreros en Barcelona, y la Huelga de alquileres en poco tiempo estaría en marcha, cosa que todos deberíamos conocer o al menos tener referenciada.
Notas
1.- Joaquín Costa Martínez Instituciones económicas para obreros Prólogo Eloy Fernández Clemente P. XXVII.
2.- Joaquín Costa Martínez Instituciones económicas para obreros CSIC Zaragoza 1999 P.LIX.
3.- Solidaridad Obrera 736, 22-4-1918.

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