Miguel Correas Aneas
Con esta cuarta entrega termino mis escritos sobre la situación en Palestina y la mal llamada guerra de Israel contra Hamás. Ya que no hay proporción alguna entre los participantes en ella. Por un lado, está la participación de un ejército de los más preparados y con los medios más sofisticados de combate del mundo, junto con el apoyo incondicional de los Estados Unidos de América, y por el otro unos “milicianos” con un armamento de quinto orden, y con una capacidad de respuesta al ejército de Israel de precario alcance. No hay que olvidar que Hamás no dispone de aviación, de tanques de última generación ni de potentísimos lanza misiles. Frente a ese ejército ultramoderno se oponen unos rudimentarios lanzagranadas y unos cohetes de tercer orden. Además, Israel posee unos servicios de información de los mejores del mundo, en los que invierte millones de dólares, y tiene agentes infiltrados en cualquier ámbito de la sociedad palestina.
Y como he escrito en anteriores artículos, Israel tiene un fiel apoyo explícito de los Estados Unidos, y sus arsenales de armas que son ofrecidos a Israel para que las pruebe sobre el terreno, y con ello, una vez probada su eficacia mortífera sobre el terreno bélico, lo que implica que su precio en el mercado internacional de venta de armas se triplique (las guerras son un lucrativo negocio -con cuantiosos beneficios- a costa de miles de muertes de personas sean éstas combatientes o no), y todo ello con el consentimiento de la Administración del demócrata Joe Biden (siempre al servicio de los intereses capitalistas) y con el entusiasta beneplácito de las empresas dedicadas a la fabricación de armas de todo tipo, que se frotan las manos con guerras como éstas o de otro tipo, en las que se utilizan masivamente bombas de última generación, con la cruel intención de crear el pánico entre la población gazatí, además de la consiguiente destrucción masiva de toda clase de edificios; prueba de ello son las 6.000 bombas que lanzó el ejército israelí, sobre la ciudad de Gaza, en las dos primeras semanas del enfrentamiento actual, iniciado por Hamás el pasado 7 de octubre del pasado año 2023; tantas como en Afganistán en los dos primeros años de guerra. Pero no solo son algunas empresas privadas las que se enriquecen con la indecente fabricación de armas, también los estados (entre ellos España), que son quienes participan del macabro negocio de la fabricación de artefactos para causar la muerte de miles y miles de personas en las muchas guerras que están en activo en todo el mundo, que superan la cincuentena.
Puede que alguien piense que todo lo que llevo escrito, en este y anteriores artículos, es una postura muy subjetiva de un convencido antimilitarista y antibelicista y, por lo tanto, parcial e interesado respecto a la visión de lo que acontece en Palestina. En cuanto a la primera cuestión, no cabe la menor duda de que soy las dos cosas: antimilitarista y antibelicista. Pero eso no lleva consigo que mi visión de la situación en Palestina sea sesgada, ni mucho menos. Ya que, si fuera así, también lo sería de una ONG, que está en la misma línea de argumentación: Amnistía Internacional. Dice la ONG: “Desde octubre de 2023 hemos investigado en profundidad 16 ataques aéreos israelíes que han matado a un total de 370 civiles, incluidos 159 niños y niñas, y han provocado heridas a centenares de personas. En todos estos ataques hemos hallado indicios de crímenes de guerra cometidos por las fuerzas israelíes, entre ellos, ataques directos contra la población civil o ataques indiscriminados, así como otros ataques ilegítimos y castigos colectivos infligidos a la población, que sin duda pueden constituir crímenes de guerra y cuyos responsables deben ser llevados ante la justicia”. Eso viene a confirmar el título que he puesto a los cuatro artículos que he escrito para Orto, afirmando rotundamente que el Gobierno de Israel, con Benjamín Netanjahu a la cabeza, es un verdadero gobierno genocida. Hay un dato que quisiera destacar en cuanto a las cifras de muertes, de las 35.000 primeras muertes, nada menos que 14.000 han sido niñas y niños. Es una cifra que da escalofríos, se quiere acabar con mujeres y menores, y hacer desaparecer al pueblo palestino, pero la historia demuestra que eso no es posible, ni con Palestina ni con otro pueblo, e Israel es un ejemplo de ello. El valor de la actuación de ésta y otras OGN’s radica, entre otras cosas, en que los testimonios de sus miembros servirán un día para llevar a los causantes de esos crímenes de guerra ante la Corte Penal Internacional, y que ésta pueda declarar como crímenes de guerra dichos ataque. Desde el inicio del conflicto, la población de Gaza ha sido sometida a un asedio completo, impidiendo el suministro de electricidad, combustible y alimentos, exacerbando una crisis humanitaria ya acuciante para más de 2,2 millones de personas, de las que 1,7 millones se han convertido, sin quererlo, en desplazadas internas. Las diversas oneges que trabajan en Gaza y Cisjordania van a seguir documentando todo ese horror, recogiendo pruebas, para que todo el mundo sepa lo que ha ocurrido y ocurre en los territorios palestinos, y para que nada de ello quede impune.
Cuando escribo esta última entrega sobre el conflicto entre el ejército/Gobierno de Israel y Hamás (recuérdese que dicho grupo fue, en sus inicios, impulsado por el propio Israel para ir contra la legal Autoridad Palestina), la situación a principios de septiembre arroja la escalofriante cifra de 40.860 personas muertas, y la cuenta aún no ha terminado, ya que las acciones bélicas por parte de gobierno israelita continúa en activo y cada día se registran decenas de muertos, ayer mismo (2-9-2024) un bombardeo israelí sobre la zona de Rafah causó 28 víctimas, y hace 10 días fue bombardeada una escuela (con la excusa de que en ella se refugiaban milicianos de Hamás) causando la muerte de más de 100 personas. En la actualidad, la cifra de desaparecidos supera de largo las 10.000 personas. La muy fugaz tregua, ha sido un simple espejismo, pues las reuniones mantenidas, con la mediación de Catar y Egipto y los tibios esfuerzos de Estados Unidos, que mantiene su apoyo militar y económico a Israel, no ha servido de nada, ya que la situación no mejora de cara una próxima y definitiva resolución del conflicto. Los ataques de Israel sobre el Líbano y las crecientes tensiones entre Israel e Irán no hacen más que aumentar el riesgo de extender el conflicto a una zona más amplia, y complicar de manera alarmante la posibilidad de una negociación de paz, aunque sea de manera provisional, para que la población palestina reciba la ayuda humanitaria que en estos momentos no recibe.
Por otro lado, con la cínica excusa de que se está luchando contra los combatientes palestinos de Hamás, el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant (que espero sea juzgado en su día como responsable de crímenes de guerra), ha afirmado que el ejército debería utilizar “toda su fuerza” contra los combatientes palestinos en la Cisjordania ocupada, donde decenas de personas (miércoles 4 del 9) murieron por una operación militar israelí, argumentando que “Frente al nuevo resurgimiento del terrorismo estamos erradicando a las organizaciones terroristas en Judea y Samaria (Cisjordania ocupada), estas organizaciones terroristas que tienen varios nombres, ya sea en Nur al Shams, Tulkarem, Farah o Yenín, deben ser eliminadas” aludiendo a ciudades y campos de refugiados donde el ejercito genocida de Israel está llevando a cabo una brutal ofensiva. También afirmó que “Todos los terroristas deben ser eliminados y si se rinden, deben ser arrestados. No hay otra opción que utilizar la fuerza, cuanto sea necesario”. Dichas afirmaciones llevan consigo, de manera implícita, la muerte de decenas de personas inocentes. Dicha acción es, para el Gobierno genocida de Israel, un simple daño colateral, sin importancia, y no un verdadero crimen de guerra. El ministro Gallant (un sionista genocida de tomo y lomo, con auténticos ramalazos de corte nazi) comparó la campaña contra los combatientes con “cortar” el césped.
En cuanto a las negociaciones, es una auténtica farsa, ya que hasta que no sean saciadas sus ansias de venganza, y ya se está alcanzando las cuarenta y un mil muertes, no dejarán de crear el terror y la muerte en Palestina. Prueba de ello son las palabras del ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Demer, diciendo que Israel está abierto a negociar la cuestión del control de la frontera de Gaza con Egipto tras el fin de la guerra (¡pero qué guerra señores genocidas!) con Hamás. Aunque tenían que mantener tropas allí, por el momento, para evitar que el grupo se vuelva a armar durante la tregua propuesta por diferentes países mediadores en el conflicto (Catar, Egipto, Turquía y Estados Unidos, que por un lado pide el alto el fuego y por lo “bajini” arma hasta los dientes al Estado israelita). En una entrevista con Demer, éste dijo que la cuestión del control de Israel sobre el llamado Corredor Filadelfia, se encuentra entre la media docena de disputas que retrasan un acuerdo de alto el fuego con Hamas. Algunos países del golfo, muy tibios en su apoyo a Palestina, entre ellos Arabia Saudí, Catar y los Emiratos Árabes Unidos, han criticado en los últimos días la postura de Netanyahu sobre el mencionado corredor de nueve millas (14 kilómetros) de largo, expresando su solidaridad con Egipto. El actual primer ministro israelita, Benjamín Netanyahu, planea asistir a la Asamblea General de la ONU en Nueva York, a finales de este mes de septiembre, para defender el caso de Israel, al no llegar a ningún acuerdo con Hamás, tras varios meses de negociaciones. Pero, como siempre, la ONU mirará para otro lado, y si no fuese así, ya está Estados Unidos para vetar cualquier resolución que perjudique los intereses de su gran aliado en Oriente Medio, Israel. Al tiempo. Termino valorando positivamente la postura del Gobierno de España de reconocer al Estado Palestino, sería mejor reconocer Pueblo Palestino, y su derecho a no ser atacado por un Estado sionista. Y también aplaudo la iniciativa de mantener una visita bilateral con Palestina en el próximo otoño. ¡¡¡ NO A LAS GUERRAS!!!