Un compañero

Diez meses y once días antes de que llegara la libertad sindical a España, a quien escribe estas líneas, un joven compañero del sindicato de Industrias Químicas de la Federación Local de la CNT de Badalona (con sede en la calle Cervantes), afilió a la Confederación Nacional del Trabajo, adherida a la Primera Internacional, a la AIT. A las reuniones ordinarias semanales, que hacia el sindicato en la “clandestinidad”, asistíamos unas 20 personas con gran asiduidad. En ellas destacaba la juventud de la mayoría de afiliadas y afiliados. El ambiente era muy acogedor, el respeto a las opiniones de los participantes en las asambleas era una de las notas más características del sindicato. Las reuniones eran muy participativas, y los temas tratados y las posturas de los que tomaban la palabra eran de gran calado humano y sindical.

Fue allí donde conocí al compañero, recientemente fallecido, José Cuevas. Intervenía pocas veces, pero cuando lo hacía mostraba una gran calidez en sus palabras, un alto grado de concienciación anarquista y una enorme sensatez en sus ideas. Era para mí un ejemplo de prudencia y firmeza en sus convicciones. Se notaba que era una persona buena, con un gran corazón y un compromiso social contra las injusticias que aquejaba a la sociedad.
Venía a las reuniones del sindicato, pero su labor era más bien de orden social, más que específicamente sindical. Fue un compañero que se hacía querer, por su bondad natural y su firme compromiso con sus ideas tan radicales y que le costaron años de cárcel y humillaciones de toda clase. Aunque se alejó del anarcosindicalismo militante, nunca renunció a sus ideales de libertad y justicia social. Siempre contó con nuestro apoyo y cariño cuando llegaron los malos tiempos, debido a que el Estado, a través del fascista Martín Villa y las cloacas estatales, con la ayuda del confidente Joaquín Gambín, le implicaron en el incendio de la sala de fiestas Scala de Barcelona (15-1-1978). Hay personas que, aunque hayas tenido con ellas un trato efímero en el tiempo, dejan una huella endeleble en nuestra mente y nuestro corazón. Una de esas fue, sin duda, nuestro querido compañero y amigo Pepe Cuevas.
Fue aquel domingo 15 de enero, cuando le vi por última vez, con ocasión de la gran manifestación (unas 15.000 personas) por el Paralelo barcelonés. Íbamos hacia el final de la manifestación varios componentes del sindicato de Químicas, con una pancarta contra los Pactos de la Moncloa (octubre de 1977). Esos Pactos fueron un cambalache de los partidos políticos recién legalizados y el régimen aún vigente del franquismo más recalcitrante, dieron como resultado los vergonzantes Pactos de la Moncloa, de cuyas consecuencias aún somos víctimas. Se vendieron por un plato repleto de prebendas políticas y económicas.
Otras y otros luchadores anarquistas y anarcosindicalistas prosiguieron su lucha contra la opresión del Estado y sus nuevos lacayos: socialistas, comunistas, nacionalistas de toto pelaje, y los oportunistas que vieron el momento de convertirse en demócratas de “toda la vida” para seguir chupando de las ubres del nuevo régimen monárquico, encabezado por el actual rey emérito: Juan Carlos I, el corrupto.
Entre los fieles a sus ideas de justicia y libertad estuvo siempre nuestro entrañable amigo José Cuevas. Estimado compañero: mientras nuestra mente funcione y nuestro corazón siga palpitando, te recordaremos con el mismo cariño de siempre.

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