(A mi vieja calle, ya derruida y desaparecida)

Barrio de la Rivera de mis lejanas andanzas,
de mis ágiles pies y mis juveniles templanzas.
Oscuro tránsito de estrechas callejas,
pobreza de soles y riquezas de quejas.
Despertares de entornados ojos
buscando el bocado que llene el enojo.

Ropa extendida sobre alambres delgados,
canto de mujeres de anhelos guardados.
Mañana todo será mejor….
canta una niña en su ventana, sonríe sin
cesar al viento que acaricia su cara.
Mañana todo florecerá y reinará la abundancia,
mañana brillará el pan sobre la mesa pelada.

Callejón de Juan de Montjuich con tu transito cortado,
piedras en las paredes y alcantarillado romano.
Cuantos juegos en tus adoquines he rodado,
cuantas risas con mis amigos añorados.

Oscuras callejas de grietas y desconchados,
de vidas tristes y alegres y de viejos encorvados.
De gritos a los pocos rayos del sol que por los tejados asoman
de necesarios sueños que el ingrato cielo roba.
De niños alegres y despreocupados,
de juegos miles entre ellos gozados.

Barrio de mil recuerdos engalanados,
de miedos con hogares quebrados, de pájaros metálicos
que la muerte portaba en sus cuerpos alados.
Gritos en las noches para ahuyentar a los hombres malvados,
gritos de las madres con sus hijos acurrucados.

Todo se fue con el veloz Expreso del tiempo,
sin oír los gritos de este viejo niño que intentó detenerlo.
Lancé mis cortas manos, que torpes no llegaron
y sólo me resta el tesoro y la pena al poder evocarlo.

Venid todos a mí pues quiero abrazaros, dejadme

compartir vuestras risas y sentimientos adorados.
Yo soy un niño de tan solo 7 años,
vacío mi corazón de cosas para llenarlo.
Quiero amar a todo el mundo, si él desea ser amado.

Venid, compañeros del alma, que mi mente os aguarda
Venid, que lo deseo y compartamos el último juego
de esta vida que ya se me escapa.

Pedro García Martínez