Rafael Sánchez García

Siempre me llamó la atención, desde el día que me afilié a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), adherida a la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), algo con lo que siempre, desde entonces y por la historia oral de las compañeras y compañeros y por lo leído sobre sus luchas antes de 1939, estuve de acuerdo, es decir, que el Anarcosindicalismo fue, es y debe ser, la mejor herramienta de lucha, creada por las anarquistas, puesta a disposición de la clase trabajadora. Que esto es así lo demuestra la historia de la CNT-AIT, a la cual estaban afiliadas la mayoría de la clase trabajadora antes de la dictadura franquista, la cual tenía muy claro que el mundo en el que vivía no le gustaba y en sus mentes y en sus corazones llevaban un mundo nuevo que nada tenía que ver con el que tenían que padecer a diario ellos y su familia. Para luchar por ese mundo se afiliaron a la organización Anarcosindicalista y en los lugares de trabajo supieron luchar por conseguir mejoras económicas con las que poder vivir mejor, y en los barrios fueron capaces de organizar una sociedad paralela a la que existía, a la vez que, día a día, iban adquiriendo cultura y conocimientos, en las Escuelas Racionalistas y en los Ateneos Libertarios, para estar capacitadas para hacer funcionar ese mundo nuevo cuando llegara la ocasión de llevarlo a la práctica. Y ese día llegó, inesperadamente, cuando la Iglesia Católica y los militares fascistas se alzaron en armas contra la República y la Clase Trabajadora, más contra la Clase Trabajadora que contra aquella, pues a quien realmente tenían más miedo era a las obreras, principalmente a los organizados en la CNT-AIT. Durante la Guerra Civil, las trabajadores, principalmente los organizadas en la CNT, iniciaron la Revolución Social a la vez que luchaban contra el fascismo, dando una lección al mundo, a pesar de que todo no fue perfecto a causa de la guerra que se libraba contra los alzados.
Hace unos días me decía un estimado compañero que hacía tiempo que no estaba activo porque veía que el Anarcosindicalismo no era una herramienta adecuada hoy en día. Yo le respondí que estaba bastante de acuerdo con él, dándole una pequeña explicación del por qué.

Pero henos aquí, en el año 21, del siglo XXI, un buen momento para iniciar un debate, sereno, tranquilo y con altura de miras, por parte de las anarcosindicalistas y anarquistas, sobre el mundo actual y la situación social, económica y ecológica que padecemos.
Los problemas que afronta la Humanidad en estos momentos no son, ni por asomo, los mismos que padecieron nuestros abuelos y nuestras bisabuelas en su juventud. El desarrollo del Capitalismo, en su huida hacia adelante por acumular cada vez más beneficios, a costa de quien sea y de lo que sea, ha provocado guerras, ha generado cada vez más miseria y desigualdad y ha provocado una crisis planetaria, con daños irreversibles para el Planeta, que nos ha llevado a que se produzcan grandes desastres medioambientales, desaparición de muchas especies animales y vegetales y a que, cada año, se produzcan grandes migraciones humanas a causa de los cambios climáticos. El problema no es que estemos como estamos, a pesar de que hace muchos años que los expertos lo venían avisando, sino que el Capitalismo, y sus fieles aliados, los políticos de todo pelaje ideológico, hacen oídos sordos al problema y siguen en su huida hacia adelante, como si ese gran problema no fuera con ellos. Y esto es así porque los seres humanos no acabamos de creernos que tenemos un problema, y grande. Sólo vemos en los medios de incomunicación discursos, en los platós televisivos o de radio, de opinadores que igual opinan, mientras les paguen, sobre fútbol, que sobre el gobierno o sobre una peña folklórica, y paripés mediáticos como el ir a una escuela y preguntar a un niño que nos dé su opinión sobre el cambio climático.
Pasados unos pocos años de la mal llamada Transición del franquismo al postfranquismo, la CNT-AIT hicimos del sindicalismo nuestra principal tarea, una tarea que, paulatinamente nos ha llevado a olvidarnos que no somos sindicalistas sin más, sino que somos Anarco-sindicalistas y que, por tanto, nuestra labor, para conseguir esa sociedad Comunista Libertaria, es conseguir mejoras económicas para vivir mejor y a la vez luchar por transformar el presente, en todos sus aspectos, para llegar lo mejor posible a dar forma a esa futura sociedad. Este camino del sindicalismo sin más ha llevado a que la CNT-AIT, año tras año y gracias a la entrada de gentes ajenas al anarcosindicalismo y que la han acabado controlando gracias a expulsiones y la eliminación de parte de su vertebración por el territorio español, haya acabado convirtiéndose en la CNT-CIT, una organización cada vez más sindicalista y menos Anarco-sindicalista. Esta situación ha propiciado que los Sindicatos que fueron expulsados y los que han ido abandonando la CIT continúen creyendo que el Anarco-sindicalismo puede seguir siendo válido para la clase trabajadora y la sociedad y siguieran organizándose como CNT-AIT, adherida a la AIT, para seguir luchando por un cambio social.
Tras cuarenta años de dictadura franquista, más otros 44 de post-franquismo disfrazado, tenemos que volver al principio, que no es otro que el que nuestras compañeras iniciaron para poder llegar a que las trabajadoras tuvieran aquel alto grado de concienciación. Y ese camino no es otro que el de comenzar la Revolución por la cultura y la concienciación, y más en una época como esta, en la que parece que hay mucha porque a través del señor Google, y otros del mismo estilo, tenemos información enlatada y aséptica sobre lo que queramos, y nosotras, los Anarco-sindicalistas y anarquistas, tenemos que luchar contra eso porque lo nos interesa es que las trabajadoras y la sociedad recupere de nuevo el espíritu crítico sobre todo lo que nos rodea. Esa tiene que volver a ser la labor del Anarco-sindicalismo si queremos que la sociedad inicie el camino para luchar por esa Sociedad que proponemos, basada en la Libertad, la Solidaridad y el Apoyo Mútuo. Y esto no quiere decir que tengamos que abandonar nuestra parte sindical, pues somos un Sindicato, pero no un Sindicato a secas, sino que somos sindicalistas y anarquistas.
La única intención de este escrito es poner en marcha la reflexión y el debate que sobre la situación actual debemos tener, pues el Capitalismo nos ha llevado, prácticamente, a un camino muy peligroso y, si no se para, de no retorno. Y como siempre me decían nuestros viejos compañeros, la CNT-AIT sin el pueblo son sólo tres letras, pero con el pueblo se convirtió, y tenemos la obligación de volverla a convertir de nuevo, en una poderosa arma de lucha para la clase trabajadora y la sociedad.

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