La Redacción
Hasta nuestra redacción ha llegado un libro que para nosotros tiene un valor muy especial, ya que trata de la recuperación histórica de quienes nos precedieron en la lucha por el ideal anarquista, mediante la acción en los sindicatos anarcosindicalistas, antes y después la Revolución Social Española, el subtítulo es muy esclarecedor y acertado: Vida y hechos de 10 anarcosindicalistas que merecen ser preservados del olvido. Editado por la Fundación de Estudios Anarquistas (FEA). Empieza el libro con un brevísimo prólogo (solo una página) y termina con un sencillo y magnifico poema del extraordinario poeta estadounidense conocido como Walt Whitman, de su libro Hojas de hierba, Canto a mí mismo. 18. No nos resistimos a reproducir el poema, por lo que dice y como lo dice. Así que, al final de la reseña, incluiremos dicho poema, que está incluido en la parte inicial de Hojas de hierba, bajo el título de Dedicatorias. Aunque hay traducciones que difieren mucho, como la que aporta la Galaxia Gutenberg- Círculo de lectores, en el caso que nos ocupa, nos atendremos a la que viene reflejada en el libro que reseñamos.
El prólogo es una verdadera joya por lo que dice sobre el ideal anarquista. No nos extraña, que los que han montado lo de la CNT-CIF, renieguen de la línea de pensamiento que se apunta en dicho prólogo, y quieran vaciar de contenido el anarcosindicalismo que vivieron y por el que lucharon tantos hombres y mujeres, antes y después del 36.

El primer punto y aparte del libro dice así: << ¿La idea? ¿Qué idea? La de un mundo mejor. Un mundo donde las personas no estén obligadas a vender su fuerza de trabajo para poder subsistir. Un mundo en el que los productores pueden organizarse libremente y decidir cómo y qué producir para a tender sus necesidades materiales. Un mundo donde la cultura, la consciencia y el libre albedrío imperen sobre la ignorancia, el servilismo y la autoridad. Donde la democracia directa, es decir, aquella que protagonizan los propios interesados y revierte en interés de los mismos, erradique y sustituya de una vez por todas el espurio juego de la democracia parlamentaria, de la cual se sirven los profesionales de la política para defender sus privilegios de casta, así como los de aquellos a quienes prestan vasallaje. Por tanto, un mundo más justo, más libre, más equitativo, diverso, solidario, respetuoso y universalista. Y más humano, sin ricos impúdicos ni pobre de solemnidad, sin patronos ni esbirros a sus órdenes, sin curas ni adocenadas feligresías, sin banqueros no hipotecados de por vida, y sin policías o militares que nos sometan a una calculada y sutil represión con la excusa de velar por nuestra seguridad. En definitiva, un mundo sin Estado: el instrumento del que se valen el Capital y sus secuaces para imponer el común de la gente su feroz dominio. ¡Hablamos del mundo de la Anarquía!>>. Estas ideas tienen el mismo valor hoy que cuando nuestros 10 compañeros lucharon por ellas, a lo largo de décadas anteriores.
Fue el ideal anarquista que inspiró a los militantes (compañeras y compañeros) de la Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T.), que conforman este libro tan especial. Diez nobles existencias, repletas de azares, de luchas, de esperanzas, y principalmente de dolorosos e incontables sinsabores. Son las personas anónimas, honestas, abnegadas, trabajadoras y sencillas, la verdadera fuerza que mantiene una Organización tan perseguida como a la que pertenecieron, la cual siempre ha estado adherida a la A.I.T. siendo esta la Primera Internacional Obrera. Y ese cambio social solo fue detenido por el uso de la violencia más extrema, mediante la insidia, la corrupción, el sabotaje y la desnaturalización de sus ideas.
A través de la vida de los diez compañeros se vive los múltiples avatares que sufrieron ellos y el sindicato al que pertenecieron y que tanto amaban. Es un breve recorrido por la historia antes y después del golpe de estado fascista. En el verano de 1977 el ambiente en todo el país es eléctrico, galvanizante. En Montjuic, Barcelona, la CNT catalana, a primeros de junio, convoca un mitin al que acuden más de 200. 000 personas. Poco después, en esa misma ciudad, tiene lugar las Jornadas Libertarias Internacionales, entre el 24-26 de julio con una asistencia cercana a las 300.000 personas. Por otro lado, el Gobierno y sus cómplices necesarios (PSOE, PCE, UGT y CCOO) suscriben los famosos “Pactos de la Moncloa”. Fueron acuerdos políticos, sociales y económicos, para conseguir la paz social. Los cuales llevaban aparejados: el despido libre, las reconversiones industriales, la devaluación monetaria, etc. Pero el Estado y sus adláteres, no se contentan con esos pactos, sino que atacan al movimiento sindical más combativo (el anarcosindicalismo) con un montaje policial conocido como “Caso Scala” en Barcelona, que estigmatizo al Movimiento Libertario y, especialmente, a la CNT, con la etiqueta de organización terrorista, cuando fue el ministro del Interior Adolfo Martín Villa, el que estaba en la sombra de la quema de la sala de fiestas barcelonesa.
Podríamos señalar muchas ideas de las que conforman las diferentes biografías de los compañeros, situaciones que demuestran la entereza de cada uno de ellos. Pero como el espacio es limitado, quisiéramos destacar dos hechos que demuestran que los comunistas no estuvieron a la altura de una Revolución Social, ya que dependían directamente de las directrices que recibían de la URSS. En ellas se puede apreciar la catadura moral de sus dirigentes, que permitían actuaciones, a todo modo, deleznables. En la biografía de José Manuel Fernández Cabricano se puede leer lo siguiente: “Sí… los anarquistas teníamos fuerza sobre todo aquí, en la Felguera, y los socialistas en Sama. los cuatro comunistas que había nos pidieron un local para reunirse y nosotros les cedimos un despacho en la Casa del Pueblo, gratuitamente. Más adelante, cuando comenzaron a crecer se marcharon a la francesa, sin darnos las gracias. Más adelante intentaron acabar con nosotros, pero no lo consiguieron…” aunque lo más grave fue lo que se relata en la biografía que corresponde a José Fortea Gracia, “El Maño”, a quien conocimos personalmente. Dice el compañero, el segundo recuerdo que tengo es: “Las primeras tropas republicanas que retrocedieron hacia Cataluña pertenecían a la 11ª División (la División Líster), integrada mayoritariamente por comunistas. Estos, literalmente, diezmaban a los pueblos que atravesaban. Requisaban los pocos alimentos que la gente aún conservaba y si alguien se atrevía a protestar, se le ponía contra un muro y ¡pum!¡pum! dos tiros. El caso es que los soldados de la 11ª División, que actuaban así, al marcharse, se cuidaban de decirles a todos los lugareños que ellos eran anarquistas… y cuando días después, en su retirada llegó la 26ª División (División Durruti), conformada por verdaderos anarquistas, todas las poblaciones del entorno, les recibían con manifiesta e intensa animadversión. Siempre el mismo proceder a lo largo de su existencia. Así que los bulos no es un invento moderno. Los fascistas y comunistas lo han practicado con gran profusión, y lo seguirán haciendo.
Y terminamos, tal como habíamos anunciado al principio de esta reseña. Con los versos del poeta cumbre de la poesía de Estados Unidos, durante toda su no muy larga historia: Walt Whitman:
“Con estrépito de música vengo,
con cornetas y tambores.
Mis marchan no suenan solo para los victoriosos,
sino para los derrotados y los muertos también.
Todos dicen: es glorioso ganar una batalla.
Pues yo digo que es tan glorioso perderla.
¡Las batallas se pierden con el mismo espíritu que se ganan!
¡Hurra por los muertos!
Dejadme soplar en las trompas, recio y alegre, por ellos.
¡Hurra por los que cayeron,
por los barcos que se hundieron en el mar,
y por los que perecieron ahogados!
¡Hurra por los generales que perdieron el combate
y por los héroes vencidos!
Los infinitos desconocidos valen tanto
como los héroes más grandes de la Historia”.
Wald Whitman. Canto a mí mismo. XVIII