Manel Aisa Pàmpols

Este 2025 se cumplen cien once años del nacimiento, en Barcelona, de Ada Martí Vall, periodista y divulgadora infatigable del pensamiento libertario a través de la prensa militante, especialmente activa los primeros años de la República y durante la revolución social de 1936.

Vinculada a entidades como la Agrupación Pro Cultural Faros,  a las Juventudes Libertarias, la Federación de Estudiantes de Conciencias Libres, (FECL), Federación Ibérica de Estudiantes Revolucionarios. (FIER).

En su partida de nacimiento consta que llegó al mundo el 29 de junio de 1914, pero, en una documentación encontrada recientemente en el Estado francés, ella misma suscribía que su fecha de nacimiento fue el 24 de junio de 1914.

De esta forma, nos podría cuadrar perfectamente que sus padres le pusieran de nombre Joana: Así entendemos que lleva por nombre, Concepció Joana Martí Vall.

Nacida en el seno de una familia humilde, sus primeros pasos están en el pasaje del Pont de la Parra nº 3, bajos, en el barrio de la Ribera. Con el nuevo diseño de la Barcelona de primeros del siglo XX, la calle fue descabezada cuando se abrió la vía rápida conocida como Vía Layetana.

 La familia, una vez desahuciada por la construcción de esta avenida, se marchó a vivir a la calle de la Unió 9, cuarto primera. Durante su infancia le dejó marcada en 1926, de ver la comitiva del funeral de Antoni Gaudí, que había sido atropellado por un tranvía, lo que causó un fuerte impacto en aquella niña de poco más de once años.

En 1933, con 19 años, la familia se traslada a la calle del Obispo Laguarda nº 12, donde su madre se instaló como portera de la finca. En ese momento, Ada Martí daba clases de francés, de literatura y de filosofía a otros compañeros algo más jóvenes que ella, que conocía de las nuevas Juventudes Libertarias y de la Agrupación Pro Cultural Faros.

Es muy probable que Ada Martí Vall estudiará en la Escuela Labor de la calle de la Cera nº 51, ya que daban clase algunos de sus mejores profesores, como el propio director, el “idealista práctico” Attilio Bruschetti. También daban clase Oliver Brachfeld y Albert Carsí. Todos ellos compañeros de los idealistas prácticos.

A la misma escuela Labor se sabe que fue también el anarquista Eduardo Pons Prades, que vivía en la calle Guifré, de Barcelona,  no muy lejos  de la Cera y quizá Justo Bueno Pérez, que vivía no muy lejos de allí en la calle Robador y probablemente también Florencia Gracia, que vivía por aquellos años en la calle Carretas.

En tiempos de la revolución, en 1936,  Ada Martí  Vall da clases en el primer instituto creado en la ciudad de Barcelona, ​​en la calle de Mallorca, espacio que hoy en día ocupa la Delegación del Gobierno del Estado en Cataluña y que en 1936 pasaría a ser el Instituto Élisée Reclús.

Otro lugar de aprendizaje de Ada Martí Vall fue la Universidad Obrera Femenina, que llevaba por nombre Lyceum Club y que tenía su sede en el número 39 de la Vía Layetana y fue una de sus impulsoras Aurora Bertrana.

Y por supuesto, es muy probable que fuera una asidua de las conferencias del Ateneo Enciclopédico de la calle del Carme nº 30.  También hay que saber que el Ateneo Enciclopédico tuvo mucha relación con los círculos idealistas prácticos, que editaron la revista Prometheus y convivieron como organización dentro de los locales del Ateneu Enciclopèdic durante años.  

En esta segunda etapa de los idealistas prácticos  se reunían, con  Ada Martí,  Félix Martí Ibáñez, Juan Alavedra, José Escudé, Ramón Tarragó, Mercedes Plantada, el doctor Coromines, Oliver Brachfeld, Attilio Bruschetti, Etta Federm y Albert Carsí, entre otros.

Era una formidable lectora, por ejemplo, se leyó todas las novelas sociales de Pío Baroja y se llegó a creer que era un escritor radical anarquista, le mandó una pequeña fotografía que Pío Baroja le pidió con insistencia,  incluso éste le hablo de las bondades de su sobrino Caro Baroja,  pero las cosas no fueron bien, hasta que años después, ya en plena guerra civil, (después de la revolución) en el número 1 de la revista Fuego, que escribió ella sola escribe : “Pío Baroja, el ex hombre malo de Icea y más después académico de la lengua, prepara un nuevo libro, acaso el último de su vieja existencia de novelista. Y el primero -declarado- de su reciente vida de cochino traidor. Por primera vez, saludo y saludo con alborozos. Y la herida queda honda, sangrante en el pecho de aquellos que le hubiéramos preferido muerto a encenagado”

Los años del idealismo práctico, podemos recoger un artículo que explica muy bien su proyecto: “El interés y el anhelo de ser obra útil de la mayoría de las compañeras de nuestro núcleo han hecho posible finalmente reunirnos en compenetración y ayuda mutua más inteligente para nuestro propio mejoramiento y para aportar nuestra más intensa colaboración de conjunto a las tareas generales del grupo. Nuestras reuniones íntimas de estudio empiezan a darnos la sensación de que nos recomendamos darnos la sensación de que nos recomendamos una visión del profuso que extraían y hemos podido constatar que el interés de las primeras reuniones sigue vivo y con mayor pujanza, pues está fortalecido por las provechosas controversias que han surgido y que, con la comprensión de todos, nos han dado más luz de acuerdo con el ideario de la asociación con el que queremos destruir el prejuicio. Seres libres de las trabas materiales que impiden la expresión espiritual de los humanos, grupo de una obra esencialmente masculina y, por tanto, incompleta, al dejarse notar la falta de una intensa influencia femenina así. (Esperanza Bottini, Boletín de la Asociación de Idealistas Prácticos, abril/ junio 1936). También hay que prestar un poco de atención al reglamento de los Idealistas Prácticos de Barcelona, ​​que en sus primeros números dice: “A) facilitar la realización de los ideales de la generación más joven, B) intensificar la cultura entre sus miembros […], C) formar grupos locales para promover la actividad de la gente joven […], y ayudarla en la exteriorización de todos con todos; tónica cuya fraternidad sea”.

Ada Martí Vall leía frecuentemente los títulos de la colección semanal publicadas por la familia Montseny,  La Novela Ideal, muy populares en aquellos años. Incluso llegó a publicar un par de volúmenes, Memorias de un colegial (531 de la serie) y Un drama que no es de amor (número 507, publicado en abril de 1936). En la novela ‘Memorias de un colegial’, que publicó en 1936, escribe: “en la futura sociedad no habrá guerras porque no habrá patria, no habrá envidia porque no habrá propiedad, no habrá envidia porque no habrá Estado”. En las páginas de la última obra, escribe: «En la futura sociedad no habrá guerras porque no habrá patria; no habrá envidia porque no habrá propiedad, no habrá envidia porque no habrá Estado; no habrá vicios porque los seres serán conscientes y la humanidad libre construirá un monumento en su corazón, en el Amor, en la Ciencia y en la Ciencia y en la Ciencia, me llamo Helios”.

En la etapa revolucionaria que se inicia en julio de 1936, Ada Martí Vall participó en la ocupación del chalet de la esquina de Gran Vía con Viladomat, conjuntamente con compañeros de las Juventudes Libertarias del barrio de Sans, espacio que se convirtió en el nuevo ateneo libertario y local de las Juventudes Libertarias durante la revolución.

También será una de las impulsoras de la Federación de Estudiantes de Conciencias Libres (FECL), que ella consideraba que era el embrión de la revolución, el núcleo principal de aquella juventud que salía de la Escuela Industrial de la calle Urgell de Barcelona.

También cabe destacar el proyecto de las Juventudes Libertarias de todos aquellos años, que, en su mayoría, surgían de los ateneos libertarios, como la Agrupación Cultural Faros, Sol y Vida (Clot), el Ateneo Racionalista de la Torrassa y el Ateneo “Amor y voluntad” de la calle Cartagena de Barcelona.

Tiempo después, en 1937, en un congreso en Valencia, crearían la Federación Ibérica de Estudiantes Revolucionarios (FIER), que aglutinaba a todas las Juventudes Libertarias de la zona republicana. Su órgano de difusión sería Fuego, de la que apareció un sólo número, que prácticamente elaboró sola Ada Martí Vall.  

Hablando sobre la FECL, Viroga, uno de sus compañeros de viaje en la FECL, escribió en “La escuela del Trabajo (¿Ediciones Adelante, Barcelona 1936?): “La enseñanza es la base de todo verdadero progreso. Decía la Federación de Estudiantes de Conciencias Libres que a través de la cultura se libera al pueblo. Si la cultura que se distribuye en nuestro hall se transforma en ágora, […] este contacto con el Pueblo hace posible que las Universidades sean una prolongación de la calle, con todos sus problemas, sus sentidos, sus deseos y sus ambiciones.”

Viroga era el seudónimo de Vicenç Rodríguez García, también, y salidos de la Escuela Industrial de la calle Urgell en 1935, estaban Ricardo Baldó Alonso, José del Amo, José Balmaña, Antonio Pérez (El Terrible Pérez), Paulí Sosa y un tal Danabour.

Ricardo Baldó escribe sobre la guerra en el butlletí de la FAEET, de gener de 1936, “Perquè la guerra és la destrucció, és la ruïna de totes les conquestes que l’home ha anat acumulant amb l’estudi i amb el treball. I per acabar diré el que ja he dit en aquestes pàgines una altra vegada: que solament hi haurà pau i progrés quan els homes tots reconeguin el seu paper transitori en la vida i emprin els seus esforços en bé de la humanitat, oblidant, odis, callant passions per mitjà de la cultura i el raciocini, donant-se les mans a través de les fronteres, no veient en aquestes més que un obstacle posat per la maldat i l’egoisme”.

Ada Martí Vall estaba convencida de que aquella generación era la de la Sal de la Tierra y con su pluma cargada de una vitalidad exuberante era capaz de contagiar su vigorosa lealtad a un mundo nuevo, que sí, las juventudes libertarias estaban construyendo. En aquel tiempo podemos encontrar sus artículos en  Mujeres Libres, Mi revista, Solidaridad Obrera, Estudios, Ruta, Los Amigos de Durruti, Esfuerzo (que se editaba en Valencia, en la que hacía de corresponsal en Barcelona), Fuego, Criticón, Acracia y Libertad.

Sobre todo en Solidaridad Obrera y en Mi revista encontramos una serie de reportajes sobre enseñanza en un colegio del CENU, o sobre las resistencias psíquicas donde en pleno conflicto, así como también entrevistas a personajes internacionales de la cultura y el periodismo, que se había trasladado hasta España, Barcelona, que algunas fueron recogidas en la radio CNT-FAI, como para las diferentes revistas en las que dispuso de páginas para dar a conocer a los compañeros, así sabemos que entrevistó a John Dos Pasos, Waldo Frank, Nordahl Grieg y León Felipe.

Pensamos que a veces recurría a un seudónimo, Artemisa, que, por ejemplo, utilizó en el periódico Los amigos de Durruti.

Ada Martí Vall tenía una notable capacidad de análisis, lo podemos comprobar sobre todo en sus colaboraciones en Ruta, Esfuerzo, Nosotros y en tantas otras, por ejemplo, a mediados de 1937, encontramos un artículo de denuncia en el que trata de poner en guardia a las compañeras por el retroceso de la revolución y en el que denuncia la pérdida de elementos concretos del espíritu revolucionario en la cotidianidad de la vida ciudadana. En concreto, señala que en ciudades como Barcelona las colectivizaciones estaban volviendo a dar pasos atrás y volviendo la propiedad privada, hecho nefasto para cualquier revolucionario y un mundo mejor que hay que construir entre todos.

 En otro artículo, “Fetichismo revolucionario” (publicado en ‘Nosotros’, en diciembre de 1937), critica que la efigie de los referentes de la revolución social (de Marx y Lenin a Ascaso y Durruti) se vendiera en forma de merchandising, ella misma dice: “como estampillas de Semana Santa” y ante la  muerte de Buenaventura Durruti y viendo por la Rambla de Barcelona todo un despliegue de simbología de culto al ídolo, ella escribirá varios artículos contra esta veneración del liderazgo. Uno de ellos lleva por título “Fetichismo revolucionario” (publicado en Nosotros el 8 de diciembre de 1937) y dice: “Desde hace un tiempo, en los quioscos de periódicos y lugares análogos, infinidad de retratos y medallones, algunos de precio bastante alto, muestran la efigie de héroes, de la efigie de héroes. Marx, Sebastián Faure, Anselmo Lorenzo, con amigable concomitancia con Macià, Companys, Ascaso y Durruti. ¿Qué diría, si pudiera verlo, nuestro valiente y modesto camarada?”.

 Aunque colaboró ​​y escribió a menudo en la revista Mujeres Libres, nunca estuvo afiliada a la organización porque no lo consideró necesario. Formaba parte de un numeroso grupo de jóvenes que no creían en la división de géneros. Implicándose en las Juventudes Libertarias y en el ateneísmo, ya eran espacios de libertad suficientes para Ada Martí Vall, y no creía necesaria una organización de mujeres específica, a pesar de los enfrentamientos que tenía con asiduidad con compañeros masculinos.

El exilio para ella fue el inicio de muchos exilios, Una vez terminada la revolución y después del desastre de la guerra, con la derrota en la espalda y los sueños tirados por el suelo, pudo exiliarse al Estado francés. Aún tuvo la suerte de poder salir pronto de los campos de concentración e instalarse en París, desde donde en los primeros meses trabajó insistentemente para enviar productos higiénicos a compañeras libertarias que estaban recluidas en los campos de Argelès, sobre todo a amistades suyas de las Juventudes Libertarias y de los ateneos.

Llegó un momento, terminada la Segunda Guerra Mundial, que lo que Ada Martí Vall deseaba con más fuerza era tener a alguien a quien educar. Así, en el exilio francés, tuvo dos hijos, primero Frédéric Sylveire, que llevaba el nombre de su padre, un barón danés apuesto que conoció durante la ocupación nazi y con quien se juntó. Pero ella quería criar a sus hijos ella sola, pero económicamente no podía. Su compañero había decidido marcharse de París, ir a una granja que tenía en el campo, cosa que en aquel momento no le seducía, así que ella se quedó en la ciudad buscando trabajo.

Le entusiasmaban las criaturas y quería trabajar en la educación, aunque fuera en la primaria, pero nunca lo logró. Tampoco logró otro trabajo, por ejemplo, en su oficio del periodismo.

 Durante un tiempo estuvo en la órbita de Albert Camus y de María Casares y en los círculos de los cafés existencialistas, pero poco a poco se fue apartando por falta de recursos económicos y por estar lo más cerca posible de sus hijos, primero Frédéric y más tarde Claude.

Hubo un momento en que su economía era tan precaria que tuvo que dejar a sus hijos en un orfanato de educación católica, algo que le rompía el corazón.

Durante los últimos años sobrevivió vendiendo libros de viejo y postales en una boite en la orilla del Sena, que heredó de uno de sus compañeros circunstanciales de nacionalidad rusa que un buen día desapareció.

Por aquel tiempo ya se había reconciliado con algunos compañeros anarquistas y de vuelta encontramos que vuelve a escribir sobre temas pedagógicos para la prensa libertaria del exilio. Solidaridad Obrera, Espoir, etc.

En París, su hijo Fréderic murió en 1959, en una operación de amigdalitis, por un descuido médico.

A partir de ese momento Ada Martí Vall sufrió una fuerte depresión, que en poco tiempo la llevo a la muerte por una dosis excesiva de somníferos. Era el 1 de diciembre de 1960, su hija Claude, que había nacido a las 9 horas del 24 de septiembre de 1952, (hija de Ada y Boris), tras la muerte de Ada Martí Vall quien asumió la paternidad de Claude fue el primer compañero de Ada Martí Vall, que era Frédéric Sylveire Schoeder, barón de Osten, Claude le consideró siempre como su padre.

Roland fue otro de los compañeros, que  era  librero bohemio que desapareció de la vida de Ada Martí, pero le dejó una boite en los muelles del Sena –como se llaman los populares puestos de libros de viejo– para que Ada pudiera defenderse económicamente y vivir vendiendo libros y postales. Aún tuvo otro compañero, Georges Villas, que vivía con ella en el momento del suicidio. Villas es la persona que conectó con el escritor libertario Diego Camacho (Abel Paz) para salvaguardar parte de los recuerdos y objetos que tenía Ada Martí. Claude Schoeder Martí falleció el 23 de mayo de 2006 en la ciudad de Essen, Alemania, a los 55 años, debido a un cáncer.

Un hijo de Claude, Alain J. Biermann, ciudadano alemán que vive cerca de Hamburgo, encontró a su “abuela catalana” en el libro de Manel Aisa editado por El Lokal en 2019: Ada Martí Vall: el sueño de la conciencia libre.

Los Sueños y las ilusiones de Ada Martí Vall se fueron desquebrajando conforme el mundo en que vivimos mostraba las peores señas de su identidad. Pero como afortunadamente siempre hay un pero, nosotros seguimos creyendo en aquella jovencita libertaria Ada Martí Vall que escribió en una de las novelas ideales, escribe: “En la futura sociedad no habrá guerras porque no habrá patria; no habrá envidia porque no habrá propiedad, no habrá envidia porque no habrá Estado; no habrá vicios porque los seres serán conscientes y la humanidad libre construirá un monumento en su corazón en el Amor, en la Ciencia y en la Ciencia y en la Ciencia. me llamo Helios”.

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