Bruno Servet
Antes de entrar en materia relacionada con la actuación de VOX en el ayuntamiento de Toledo, veamos unos recientes datos respecto a la ICAR (Iglesia Católica, Apostólica Romana) y su superávit económico. ¿No se habían comprometido a que se iban a autofinanciar en el más breve plazo de tiempo?, pues ya llevamos más de cuarenta años de su promesa y la autofinanciación ni se la ve ni se la espera. En los últimos cuatro años la Iglesia Católica ha tenido un superávit de 50 millones de euros (8.300 millones de las antiguas pesetas), gracias al dinero público del IRPF, de los cuales destina 30,5 millones a la Trece TV. Eso viene de que la institución religiosa (una multinacional como otra cualquiera, pero que predica la pobreza) gastó 51,7 millones menos de los que ingresó por la casilla de la Iglesia, saldo favorable que dedicó, en casi un 60%, a la entidad televisiva. El resto del superávit fue enviado al “fondo de reserva”, una hucha que controla la CEE (conferencia episcopal española). El Tribunal de Cuentas cuestiona el envío a una empresa privada de dinero salido del Estado, por su posible colisión con el derecho comunitario. Ellos, que se autodenominan portadores de la verdad y la honradez, qué sería si no fuesen los seguidores del “cristo pobre” del evangelio.

El pasado mes de agosto saltó la polémica por un cartel aparecido en Toledo y que anunciaba el concierto de la cantante María Zahara Gordillo Campos (Úbeda 1983), dentro del Alive Festival, tras una queja de la formación política VOX. El cartel del último disco llamado “Puta” muestra a la cantante Zahara sosteniendo a un bebé en sus brazos, con una banda en la que pone “Puta” y una corona en la cabeza. Para el grupo político de extrema derecha /fascista dicha imagen es una “ofensa extrema a la imagen de la Virgen y una nueva provocación intolerable del Ayuntamiento, que ha permitido que se ataque la libertad religiosa de la mayoría de los toledanos”, exigiendo la retirada del cartel a la actual alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón Jaime. El asunto terminó con la retirada del cartel promocional por parte del promotor del concierto. El Ayuntamiento, por su parte, sacó un comunicado en el que afirma que no había participado en la contratación de los artistas del festival y que tampoco tenían constancia de que el cartel “podría herir distintas sensibilidades” de los ciudadanos. Ni que el cartel se relacione de forma interesada con la Feria en honor a la Virgen del Sagrario. Les faltó poco tiempo, a los talibanes de la ortodoxia católica, para poner el grito en el cielo y tratar de blasfemos a los artistas que no opinan como ellos y que están por la libertad de expresión. Porque ¿es patrimonio religioso el que una mujer aparezca con un niño en sus brazos, con una corona en su cabeza y una banda azul con la palabra puta?
Sin embargo, la retirada del cartel en pro de ocultar a la cantante y su imagen publicitaria generó una respuesta de repulsa a tal acción. Las redes sociales se llenaron de mensajes de apoyo a la cantante, por parte de compañeros y compañeras de profesión, celebridades o seguidores anónimos que se volcaron con la causa al considerar el veto de VOX como algo que menoscaba la libertad de expresión. Alguna actriz ha llegado a escribir lo siguiente: “La ultraderecha pide que se retire el cartel y se cancele el concierto de Zahara por ofender a la virgen (no especifica a cuál), los todofóbicos criticaron el cartel de Almodóvar porque les ofende. Sin duda la psiquiatría es la carrera del futuro. Más cultura y menos ofensa”. El nuevo disco de Zahara habla de los episodios más oscuros de su vida, este disco llamado “Puta” habla sobre machismo, acoso, dolor y oscuridad. La cantante es una de las principales referentes femeninos de la música en nuestro país. Puede que ese sea el verdadero motivo de la acción de los talibanes en el Ayuntamiento de la imperial capital castellana y su Alcázar, que fue cobijo de los sediciosos franquistas.
Por su parte, la cantante jienense, con una elegancia y rotundidad que le caracteriza, afirmó en un concierto en Valencia, por la retirada del cartel, debido a las presiones de VOX, estar agradecida por el apoyo recibido: “La única respuesta que daré a todo esto será en el escenario, defendiendo el arte, la música y la libertad de expresión” y continuó: “Ojalá hubiera podido decirle a María Azhara, de doce años de edad, cuando la insultaban y le llamaban “Puta” que en el futuro, cuando tuviera treinta y siete años, un día todas sus compañeras y compañeros de profesión, todo su público y todas las personas que admira, saldrían a defenderla”. Muchas gracias, porque ha sido brutal la respuesta de amor que he recibido, y esto es lo que me llevo”. Y estás palabras de la cantante Azhara, demuestra la grandeza de su espíritu, ni un reproche a nadie, ni una mala palabra salida de su boca, ¡qué diferencia abismal con los talibanes/sanguijuelas de VOX en el Ayuntamiento de Toledo. Para los inquisidores/as de Vox, la imagen molesta a “diversos ciudadanos y colectivos, y es una ofensa extrema a la imagen de la Virgen María”. Por su parte, como un hecho poco corriente, el creador de la serie televisiva “La que se avecina”, Alberto Caballero, se implicó por completo con las siguientes afirmaciones: “A los censores trasnochados que intentan dar por culo: tenéis la batalla perdida, la vida va hacia delante. Por mucho que os joda, es progresista”.
La petición de retirada del cartel vino por parte de María de los Ángeles Ramos, portavoz de VOX en el ayuntamiento toledano, la cual, finalmente, fue aceptada por la alcaldesa del PSOE, Milagros Tolón. Tan pusilánime como siempre, y pensando sólo el redito electoral, el PSOE da marcha atrás y retrocede ante la acometida del partido fascista de Santiago Abascal y de la Iglesia Católica. Pero la cuestión toma tal cariz, debido al inmenso aluvión de críticas a la retirada del cartel, en las redes sociales, que a alcaldesa no tuvo más remedio que salir al paso de la situación creada, emitiendo un mensaje de apoyo al concierto. El Gobierno municipal instó a ocultar el cartel promocional tras haber tenido constancia de que “podía herir sensibilidades, pero qué casualidad que las sensibilidades heridas son siempre las de la extrema derecha/fascita y su mentora la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Por lo que se ve, los demás no tienen sensibilidades que puedan ser heridas, como es el caso de los llamados “menas”, a quienes, no hace mucho, la derecha fascista (VOX) culpabilizaba del aumento de la delincuencia callejera en las Comunidades Autónomas donde desgobierna el PP con el apoyo de VOX y Ciudadanos. Viendo que la situación se les iba de las manos, la alcaldesa de Toledo tuvo que escribir lo siguiente: “Nuestro Gobierno defiende la tolerancia, el respeto y la libertad de expresión como señal de identidad y esencia de una ciudad libre y hospitalaria como ésta, ni cedimos, ni lo haremos ante quienes coartan las libertades”. Entonces, señora alcaldesa, cómo podemos llamar a la retirada del cartel, sino una vergonzante claudicación ante las presiones de la extrema derecha de la ciudad de Toledo. Y todo esto tiene como base el ya famoso artículo 524 del actual Código Penal de 1995, aplicado a Willy Toledo recientemente. Sin dicho artículo, la ICAR y sus adláteres (PP, VOX, Ciudadanos, Camino Neocatecumenal, Asociación Española de Abogados Cristianos, etc.), no se atreverían a presentar tantas demandas contra quienes no piensan como ellos, en lo relacionado con los sentimientos religiosos, como si éstos estuvieran por encima de los que puedan tener el resto de los mortales. ¡Basta ya de tantos privilegios para una entidad parásita y embrutecedora de las mentes con sus mitos y mentiras!
Veamos que dice, literalmente, el antes mencionado artículo 524, del Código Penal aprobado por Ley Orgánica de 10/1995, de 23 de noviembre: “El que en templo, lugar destinado al culto o ceremonias religiosas ejecutare actos de profanación en ofensa de los sentimientos religiosos legalmente tutelados será castigado con la pena de prisión de seis meses a un año so multa de 12 a 24 meses”. Por su parte, en artículo 525, del mismo Código Penal, abunda en la línea de penalización de quienes atentan, según ellos, contra los sentimientos religiosos católicos. Dicho artículo tiene dos apartados que se complementan, veamos su redactado: “1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican 2. En las mismas penas incurrirán los que hagan públicamente escarnio de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio en sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes las profesan o practican”. En lo que se refiere, concretamente, a este artículo 525, la Comisión de Justicia del Senado ha aprobado una moción por la que ruega al Gobierno a impulsar los trámites y el procedimiento para la “modificación sustancial y en su caso derogación del mismo”. Dicha moción ha sido aprobada con el voto a favor de todos los grupos, excepto PP y Ciudadanos, que han votado en contra. Los autores de la moción advierten en la exposición de motivos de que “en España, bajo la denominación eufemística de ofensa a los sentimientos religiosos, pervive la tipificación de la blasfemia”. Para los ponentes de la moción, la existencia de este artículo sigue permitiendo que se presenten denuncias ante los tribunales contra quienes satirizan sobre asuntos religiosos, que se ven forzados a asumir la llamada pena de banquillo. En 2007, el Consejo de Europa pidió la despenalización de los delitos de blasfemia. Uno de los últimos pronunciamientos, de dicho Consejo, es el que hizo tras los atentados contra el semanario satírico francés Charlie-Hebdo en 2015, en que se afirma que “el uso de la sátira, la información o ideas que puedan ofender, chocar o perturbar, incluida la crítica religiosa, están amparadas por la libertad de expresión”.
La otra polémica de gran repercusión en los medios de comunicación ha sido la que tenía como protagonista otro cartel, esta vez de carácter bien distinto, el que promocionaba la nueva película del cineasta manchego Pedro Almodóvar, titulada “Madres paralelas”. A Javier Jaén, autor del cartel de la película, le costaba creer que un pezón de una mujer del que gotea leche sea ofensivo, aunque Instagran así lo consideró. Aunque la red social reaccionó y se retractó, el diseñador agradece haber “puesto sobre la mesa la nueva censura”. El diseñador gráfico dijo: “de escotes tapados en carteles, cortes de metraje, cambios en los diálogos o directamente la prohibición del estreno decretados por humanos por motivos religiosos, por políticos o que aludían a una defensa de la moral, se ha pasado a un sistema de censura en el que son los algoritmos los que determinan qué es lo que es adecuado para el público de redes sociales”. Y uno se pregunta, ¿qué tiene de erótico o pornográfico el pezón de una mujer que gotea leche? Mientras, esa red social, tan puritana, tan censora, no tiene inconveniente en difundir imágenes que sí contradicen su puritanismo social. En el fondo de toda censura subyace el mensaje de que antes de que esos talibanes religiosos tengan que interponer denuncias a troche y moche, hagamos nosotros mismo la autocensura en temas que no son de su agrado, sean religiosos o de otra índole. Cuando se atentó criminalmente contra el semanario francés, en el que se ridiculizaba a Mahoma, salieron en tropel, en defensa de Charlie -Hebdo, diciendo que la libertad de expresión permitía hacer sátira de los sentimientos musulmanes, pero si los afectados son sus sentimiento religiosos, léase cartel de Zahara, a eso hay que aplicarle el Código Penal y su artículo 524 y 525. ¡Hasta cuándo!