Josep Pimentel

Su mirada era inquietante. Estaba de pie, con los dedos de as manos entrelazados sobre su cabe
za. La presión que ejercían sus manos sobre la cabeza le daba la sensación de que se iba hundiendo
bajo arenas. movedizas. Llevaba una camisa azul y un pantalón color vino. Hacía calos, mucha ca
lor. las gotas de sudor se deslizaban por su frente.
Sus pensamientos estaban lejos, muy lejos de allí. Estaba dentro de un río con sus amigas, jugando,
bañándose, riendo. No era capaz de entender qué estaba sucediendo. Con esos pensamientos y en
vuelta en una nebulosa, Mylka observa, con incredulidad como, delante de sus narices, delante de su
casa, delante de su barrio, estaban construyendo un muro.
El sonido de una hormigonera. El olor a cemento fresco. El desprecio y la indiferencia.

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