Furia Libertaria
La tristeza tiene orígenes confusos. No es verdad que la tristeza domine nuestras costumbres a capricho. De hecho, depende de los valores preferentes, nunca equivocados, cuando desde el cerebro más obtuso, en el deseo de encontrarnos con el orden perfecto, pudiera ser un referente de la parte trémula de la convivencia cívica, en su orden más conveniente: Esa cosa que sucede cuando, al sumar las preferencias, seleccionamos la osadía de elevar los sueños al parnaso, en toda decoración flagrante. Fuera siempre necesario saber encontrar la felicidad más deseada de cada persona: ¡Naturalmente que sí!
La tristeza no es una simple palabra, es más bien un monstruo conspirador, capaz de desorientar a los que caminan sin descanso por la piel social de todo acontecimiento soberano, en la extensa planicie inevitable de la Vida. No siempre se sabe sortear los artilugios encontrados, mientras las sendas elegidas intentan despejar las arenas sociales movedizas existentes, al no detener los pasos voluntarios, para no quedar petrificados. ¡Cuánto cuesta escalar las verticales de la transparencia, en la verdad! La Verdad es otro monstruo temerario, protegido únicamente por depredadores sin ética, careciendo de modales civilizados.
La España que se nos inculcó, desde la primera infancia, dista mucho de ser y mantener la distancia, entre los brutales diptongos, desde su clima social mejor interpretado. Es decir, las políticas que conocemos, desde toda clase de poder, dejan sin resolver el presente más introvertido, que se tenga que soportar, hasta lo más especulativo, teniendo en cuenta los cuidados, por donde se desenvuelve la dignidad y el Yo, del sabio homínido que nos pueda certificar la realidad, por muy controvertida que se nos presente. Y no se trata de confundir el deseo con los intereses espeluznantes, tan sembrados de lujuriosas costumbres, ¡ya!, con certificado burgués, gracias a los dioses que saben poner de moda esos ideales políticos confusos, disfrazados siempre de sueños, para el poder temerario desintegrador, porque así lo legisla el instinto selectivo de fabricantes monstruosos del propio capitalismo malnacido. Nunca terminará la crítica mientras el poder de Estado siga dominando a los ciudadanos desprotegidos. Son, pues, necesarias las alternativas libertarias, porque de ellas vendrá realizar y proteger la Idea, que bien presiente y enseña lo virtuoso en grandeza humanizada, propia de la inspiración orientada en Sociedad Anarquista: Que no es otra cosa que saber prevenir la circunstancia caótica, que jamás sabrá despejar la putrefacta condición de los estados, que dividen para gobernar, instalándose en sus intereses de iglesias, puesto que suelen divinizar la apariencia de toda solución, que nunca facilita horizontes de bonanza social. Lo triste de no conseguir el respeto humano, como norma, viene sembrando en las conductas eso que tanto empeño ponemos para que sea posible la Paz en concordia. Pero sólo fuera de la política se entiende la concordia. El ser, que se precia de serlo, no logra encontrar la sociedad deseada porque no aplica las rebeldías musicales, que seguro son necesarias para conseguir escalar las complejas verticales sin complejos de inferioridad. Luchas de libertades ausentes debieran hacer uso de su ejercicio, anulando los miedos, considerando alternativas libertarias, porque toda verdad depende de valores humanos, sin que pierdan la importancia de futuro libertario para la Sociedad en Acracia. Siempre acompañados por ese ayer que pudiera oxigenar el crítico momento de realidad, acompañada cada día en toda circunstancia: “Necesitamos saber gastar el tiempo en progreso; ciertamente, quedo sin presente, aunque con futuro”. Va siendo prioritario salir del anclado puerto, ese que, siempre, está falto de alternativas. El clima libertario anda muy lento por las alfombras extendidas por los desiertos sociales del mundanal ruido, los mismos que entretienen toda iniciativa, toda idea falta de futuro: ¡Y es verdad que “la Utopía” está en todas las calles y esquinas, ¡sin que sepamos despejar su importancia! ¿Por qué se teme estar pensativos en materia revolucionaria? ¡Falso es que el poder capitalista, por mucho que lo intenta, logre terminar con los sueños de libertad, por mucho que estén ensombrecidas las luchas, obligadas a ser rebeldes: ¡Esta es la imagen de realidad acosadora! Los ejemplos son, están, en presente, sin futuro; y no se ve acertar, es decir, conseguir acelerar el paso para alcanzar las luces de bohemia (esa costumbre triste…) con mayor certeza, en lo que parece estar sometidos al capricho burgués, ese lamentable clima social, sin más futuro que esperar a que se produzca el milagro: Asunto que no va con el libertario comportamiento, sin que tenga que ver algo con la edad, la situación o la salud. ¡Está herida la responsabilidad! Esa cosa que nos permite levantar el pecho, por si con ello se camina algo más sobrados de ilusiones, sin el fatal pesimismo, por estar arraigado en las alternativas de paso, efímeras. El Movimiento Libertario consiste, antes y después de la teoría, si es que se abandonan los vicios sociales, en el todo, sin divagues. Siendo uno de los más relevantes, reservar cada cual los prejuicios, porque de ellos nunca fuera posible la conquista de cuanto carecemos.
La Sociedad es una palabra que nos compromete a todos, para los mismos fines, siempre y cuando no se utilicen los sofismas. ¡Ya está bien! Que se nazca para vivir, mientras que la vida está reservada a aquellos que dominan la Economía, las Culturas, los Negocios, el Juego millonario y sus Leyes; que sólo cumplen los privilegiados, certificando ser poderosos, de casi toda suerte ciudadana. A la Sociedad le sobran los dioses, las políticas de laboratorio político, las cumbres de minorías adiestradas para dominar y, sobre todo, el poder del dinero, que es de quienes depende la suerte de por vida. El Capitalismo es culpable de los egos, de los desastres, de la salud ciudadana, de la posibilidad de ser propiedad de uno mismo, de encontrar la Vida Social, sin necesidad de correr riesgos enfrentados, riesgos, en definitiva, de poder salir ilesos de toda clase de patologías; porque la humanidad entiende y sabe mejor que nadie, poder disfrutar de la conquista científica; pero esto está privado, está controlado por las políticas que el Estado legisla, eso sí, para el disfrute de minorías, que siempre son, lo defienden así, poseedores de la poderosa verdad, siendo siempre los dioses que reparten su particular criterio, con precio de ser adorados, desde las costumbres o norma sempiterna. ¡Malditos dioses soterrados! Esa es la Sociedad que nunca quisimos ver. Normas que bien podrían ser atendidas con el beneplácito de Ideas humanas, Ideas libres: El Anarquismo es la Idea: El Movimiento Libertario es su mejor alternativa. Desde donde no es posible comprar la dignidad de los ciudadanos: ¡Mucho menos, monopolizar el disfrute de la Felicidad! ¡Otra Sociedad es posible, sin políticas de Estado, sin que medien las iglesias en las formas de vivir en Libertad!