Bruno Servet

Antes de referirme a lo sucedido con el cura Fran, y la postura y actuación del Obispado malagueño en el asunto, quisiera, muy brevemente, comentar lo que pasó el 4 de diciembre de este año en el centro concertado de Madrid capital, de carácter eminentemente doctrinario católico, que es conocido con el pomposo nombre de Cristo Rey. ¿Os acordáis del grupo de ultraderecha “Guerrilleros de Cristo Rey”?, lo mismo pero en versión de enseñanza ultraconservadora /nacional católica.

Ese día se pudo comprobar explícitamente, una vez más, que para la Comunidad de Madrid hay dos varas de medir y dos versiones de lo que en la práctica es un “acto político”. Mientras que lo que se iba a hacer el 21 de marzo de 2021, en un instituto madrileño, por parte de la entonces ministra de Igualdad Irene Montero, al querer dar una charla sobre la violencia de género, la presidenta de dicha Comunidad Autónoma, la mentirosa compulsiva Isabel Díaz Ayuso (cuya ignorancia es tan grande como las dos Torres Kío, juntas), negó dicho acto argumentando que eso era un “acto político” y que en los institutos eso no estaba permitido, aunque tuviera el permiso del claustro del centro. Sin embargo, el acto protagonizado por Mayor Oreja si se podía realizar porque el claustro del centro lo autorizaba, debido a su autonomía para programar todo tipo de actividades, aunque se realizaran actos de carácter expresamente político como el que hizo el exministro del PP. En dicho acto se atacó rotundamente la acción del Gobierno y sus últimas leyes. Además de hacer hincapié sobre la manida teoría de la conspiración relacionada con el atentado del 11 marzo de 2004 en la estación de Atocha.

El colofón a la charla lo puso la introductora de la misma, profesora del centro, la monja Cristina, que pidió a los alumnos que se pusieran de pie para escuchar el himno de España interpretado a piano. También instó a defender “la nación española y su dignidad” y continuó: “tenemos que perder la vergüenza a escuchar el himno e ir con una bandera”. A eso, la Consejería de Educación de la comunidad madrileña, no lo considera ni adoctrinamiento ni “acto político”, porque lo hace uno de los suyos, pero sí lo es si la que imparte la charla forma parte del Gobierno de España, la cual pretende hablar de la violencia de género y sus graves consecuencias. Preguntada sobre lo ocurrido en el Cristo Rey, la actual presidenta Ayuso (ella siempre tan lenguaraz) dijo con un cinismo de tomo y lomo: “No tengo nada que decir”. Por lo que se ve en España sólo adoctrina la izquierda. Los catequistas católicos, pagados con el dinero de todas y todos, ¿qué es lo que hacen en los colegios públicos desde los tres hasta los doce años de edad? Pues, contarles las mentiras de la Biblia y atacar los avances sociales, que con tanto esfuerzo se consiguen, mediante la lucha social contra el oscurantismo religioso, católico y no católico. La respuesta en muy breve y sencilla: adoctrinar en valores que van contra el interés de la mayoría de la población y favorecer a la élite pudiente de la sociedad.

En cuanto al tema del artículo, decir que el caso del cura Francisco Javier C.V. (qué curioso que en los medios de comunicación escritos no aparecen los apellidos), el Obispado de la Diócesis de Málaga ha seguido el mismo camino de siempre: en primer lugar, mirar para otro lado y, después, decir que ellos son los primeros interesados en que se sepa la verdad. Mienten como bellacos, ya que desde enero sabían lo que había pasado, pero no fue hasta agosto cuando ya la prensa dio a conocer lo sucedido, y optaron por romper el silencio y recomendar a la pareja sentimental del cura violador que denunciara ante la policía nacional lo que había hecho el mencionado malagueño. Fue entonces cuando el Obispado se pronunció sobre el tema del cura detenido: “Somos los primeros en querer saber toda la verdad”. ¡Mentira de la grande! Nunca tuvieron la intención de saber lo que había pasado, sólo cuando no tuvieron más remedio, porque los hechos eran tan evidentes, salieron a vender la idea de que ellos no sabían nada.    

Según el portavoz de la Diócesis, Antonio Moreno, “Una mujer que decía ser pareja sentimental del cura nos habló de unos videos y le instamos a que denunciara”, “Nuestro apoyo más cercano a las víctimas, con las que nos sentimos todos muy profundamente comprometidos, y manifestar el dolor que siente la comunidad cristiana malagueña”.  Es decir, lo de siempre, palabras y más palabras cuando han sido pillados “in fraganti”, ya que eso que dicen ocurrió en agosto, cuando conocían lo sucedido en el mes de enero, pero tuvo que ser la mujer la que se atrevió a dar el paso de ponerlo en conocimiento de la policía, sin embargo, ellos no movieron ni un dedo para que se conociese la verdad. Esa verdad de la que hacen gala, pero que en la práctica no la ejercen cuando afecta a sus casos de pederastia, o como en este caso de violación de mujeres por parte de algún ministro de su iglesia. ¿Dónde queda aquello de la encíclica del canonizado (con los euros del Opus Dei) “san” Juan Pablo II, cuando afirmaba en el título de la misma: “La verdad os hará libres”?

Son expertos en tergiversar los hechos, y, como siempre, argumentan que son los otros los que mienten. El tal Moreno continúa con su argumentación, para quedar libre de culpa, y no tiene ningún reparo en afirmar: “se ha comentado que nosotros desde el mes de enero conocíamos la existencia de los vídeos, que son vídeos grabados ilegalmente, y eso es totalmente falso”, “ En ese momento se conocía la relación que tenía ella con ese sacerdote, pero no conocíamos la existencia de esos vídeos”,  “Nosotros  fuimos los primeros que le dejamos claro lo que tenía que hacer, que era ir a la Policía Nacional y denunciarlo”. Mentira tras mentira. Y después viene el apelar a que el mal de uno no afecte a todos los demás, idea que no se aplica cuando es otro el que causa un delito como el del cura Fran. Las palabras exactas son: “Espero que el mal que ha causado uno, no empañe la labor de tanta gente como sigue trabajando por los demás”. No, los demás no tienen nada que ver con decir o no la verdad, lo que se denuncia es que la diócesis falte a la verdad.

Hasta el mismo Obispo, Jesús Catalá Ibáñez, se queja cuando los medios de comunicación los ponen en el disparadero y cuentan, con pelos y señales, la verdad del caso, que los dirigentes de la Iglesia miraron para otro lado, sus palabras literales fueron: “La reacción de algunos medios ha sido muy dura contra la Iglesia´”. Y qué esperaban ante la actuación del Obispado en este escándalo de uno de los suyos. Sólo dijeron la verdad de los hechos. Otros medios afines al obispado sólo dieron a conocer las palabras que difundía la versión interesada de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana (ICAR). El Obispado de la diócesis de Málaga ni denunció ni aplicó sus protocolos al cura investigado, por violar a varias mujeres, tras conocer las agresiones. Lo que sí dice el Obispo Catalá Ibáñez es que “La misericordia de Dios es infinita y perdona todas nuestras culpas”. Y con ello, borrón y cuenta nueva. Qué bonito es tener un Dios que todo lo perdona, pero la cuestión no es lo que su dios haga con ellos, sino lo que sus miembros cometen contra la sociedad, y eso hay que pagarlo con la justicia humana, la otra que la dejen para su más allá, dónde ese dios se ve que sólo pedirá cuentas a quienes no creen en él, porque ellos ya están perdonados de antemano, sólo tienen que rezar dos padrenuestros y un avemaría.

He aquí la postura del Obispado en un primer momento: 1. Al principio trató de hacer ver a los medios de opinión pública que el traslado fue por motivos de enfermedad. 2. Alegaron que no tenían constancia de los gravísimos hechos que ahora investigan. 3. Ellos hicieron caso omiso de los 4 avisos recibidos antes de que la policía nacional empezara a investigar al cura Fran. 4. Otras fuentes del ámbito religioso han salido en defensa de la postura del Obispo: “No éramos conscientes de que hubiera actuaciones delictivas graves. Somos los primeros que nos sentimos engañados por él y sorprendidos por la gravedad de los delitos, porque sabiéndolo no se le hubiera enviado a Yunquera y El Burgo”. No opino lo mismo, ya que estaban al corriente de las andanzas del cura, que se definía, a él mismo, ante su pareja sentimental (tampoco sabían que tenía una pareja sentimental, cuando era vox populi) como “Ya sabes que soy un golfo”. A la pregunta del por qué tardó su “novia” 8 meses en denunciarle (Navidad de 2022 hasta el 23 de agosto de 2023), la respuesta a la misma es breve y clara: la mujer no quería dañar la imagen de la Iglesia. Y, además, había estado muy enamorada del sacerdote, y mantuvo el contacto con él hasta mayo. El cura Fran está acusado, de momento, de 9 delitos: 4 de agresiones sexuales y 5 contra la intimidad de mujeres amigas del mismo, los delitos mencionados se cometieron, sobre todo, durante campamentos espirituales y viajes de ocio. El cura violador hacía gala de tener dinero y es adicto al alcohol.

El procedimiento de la Iglesia en este, como en los casos de pederastia, es el mismo, traslado de destino para intentar que la situación no salga a la opinión pública y tapar así el escándalo. Veamos ahora su currículo de traslados. Agosto de 2017, vicario parroquial de Álgora y párroco de Ardales y Carratraca. En diciembre de 2018 designado capellán de los colegios Diocesanos San José y San Julián de Málaga, San Juan Pablo II, en Alahurín de La Torre. En julio de 2021, párroco de Santa María Micaela de Melilla, y capellán del Centro penitenciario de la hermosa ciudad autónoma. En enero de 2023 el Obispo lo manda de vuelta Málaga, sin asignarle parroquia. Y tienen el cinismo de decir que no sabían nada. Entonces, a qué se debía tanto traslado en tan poco tiempo.  Según ellos si la verdad les hace libres, qué les hace tanta mentira durante tantos siglos, es decir, desde el 303 d.c., año de su fundación.

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