Rafael Sánchez García

Dese hace muchos años, desde la comunidad científica y ecologista, se nos viene advirtiendo de los nefastos efectos que el desenfrenado crecimiento de la producción y el consumo traerá al planeta y a todos los seres vivos que lo habitamos. Pero esta advertencia es como aquel dicho de “que viene el lobo”, que de tanto repetirlo nadie hace caso y cuando de verdad viene el lobo ya no hay remedio, el lobo se come a alguien. Y esto es lo que nos está pasando desde hace algún tiempo, que aquellos nefastos efectos ya los tenemos aquí. Es decir, que ya se deshielan los glaciares, tenemos lluvias de una intensidad desmesurada (este verano en Grecia y Brasil y Cataluña), , prácticamente han desaparecido la primavera y el otoño, tenemos unos veranos con unas temperaturas más altas y alargadas en el tiempo, nieva menos, los polos se deshielan, cada vez hay más incendios (este verano en Canadá y Grecia) a causa de las sequías, cada llueve menos, y un largo etcétera.

¿Y ante todas las señales que la naturaleza nos envía, avisándonos de lo mal que lo estamos haciendo, que se hace desde la ciudadanía? Pues nada, vivimos como si aquí no pasara nada. ¿Qué dicen que hay sequía?: mientras abramos los grifos y salga agua. ¿Qué hace un calor insoportable?: pondremos aire acondicionado, con todo lo que eso conlleva. Y claro, si los ciudadanos no toman conciencia, el Capitalismo y sus vasallos, los gobiernos, no harán nada, porque el Capitalismo vive, constantemente, en una huida hacia delante que no tiene freno, pues la acumulación de capital es su único objetivo. Y para seguir en esa dinámica que han hecho, pues nada más y nada menos que inundar los medios de comunicación con anuncios y medidas de pequeños avances verdes. Es decir, han ido cambiando paulatinamente las formas de consumo, han hecho que la sociedad tome conciencia del reciclado, aunque a la hora de la verdad el 75 % de lo que se recoge de los containers no se recicle y, en muchos casos, acabe enviándose a países más pobres a cambio de pagarles por ello. El Capitalismo ha sido capaz de pudrir el planeta primero y luego crear empresas verdes para revertirlo, aunque eso sea imposible a estas alturas porque éstas son sólo una pantalla para por, otro lado, seguir su huida hacia adelante.

Dejemos ya, como Sociedad, de hacernos trampas al solitario. El Capitalismo por acción, y la Sociedades desarrolladas por omisión, somos corresponsables de la situación a la que estamos llevando al planeta que nos da la vida. Como Sociedad hemos perdido el rumbo y hemos caído en las redes que nos ha tendido el Capitalismo y nos hemos convertido en sus colaboradores necesarios sin ni siquiera preguntarnos si lo que estamos haciendo es perjudicial para nosotros mismo y para todos los que nos irán sucediendo. Por poner dos ejemplaos: ¿Alguien se ha preguntado cuanto CO2 emiten los aproximadamente 100.000 aviones que, diariamente, surcan los cielos? A alguien se le ha ocurrido pensar lo que contaminan más de 53.000 cargueros y más de 7.000 petroleros que surcan los mares (son datos emitidos en enero de 2010 por Lloyd’s Register Fairplay). Imaginemos las cifras actuales teniendo en cuenta el aumento desenfrenado del consumo que ha habido y hay.

A través de los medios de comunicación se nos dice que consumamos productos de proximidad, ecológicos, etc., para evitar la contaminación por los desplazamientos, cuando la realidad es que las grandes masas de población viven en megaciudades que en su proximidad no hay campos ni granjas. Quieren que las personas consuman menos carne porque las macro granjas de animales para el consumo producen muchos gases de efecto invernadero, a la vez que han creado, llamémosles, granjas de crianza de animales de compañía, con los que han inundado el mercado y han hecho que casi todo el mundo tenga perros en minúsculos pisos en las ciudades, convirtiendo a los ciudadanos en auténticos recogedores de excrementos. Sin embargo, por un lado, nos dicen lo mal que está la situación medioambiental, a la vez que potencian el que se cojan aviones o cruceros para irse de vacaciones a cualquier lugar del planeta. Han creado toda otra industria verde, para fabricar productos procesados, apta para veganos, que ahora se ha puesto de moda, y que para muchos se ha convertido casi en una nueva religión, por el fanatismo con que se comportan con quienes no lo son; cuando la verdad sea dicha, hoy es totalmente imposible que se hagan veganos los ocho mil millones de seres humanos que habitan el planeta. Está claro que a la Sociedad la manejan a su antojo y ésta cae de pies juntillas en todo lo que, a ese Capitalismo que lo asesina poquito a poco, le interesa.

¡Basta ya de tanta hipocresía social! ¡Basta ya de esconder la cabeza bajo el hombro! ¡Basta ya de, socialmente, hacernos trampas al solitario! ¡Basta ya de creer que con las pequeñas medidas verdes se va a revertir todo lo que se le ha hecho, y se le hace, al planeta! Sólo es posible intentar poner remedio a tanta destrucción  con una Revolución Social, como la que propone el Anarquismo, que acabe destruyendo al Capitalismo mediante, a priori, una toma de conciencia en la que se pongan por delante la vida en una Sociedad cuyo pilares de sostenimiento sean el Apoyo Mútuo, la Libertad y la Solidaridad, una sociedad sin cuerpos represivos como son los ejércitos y la policía, una sociedad en la que a cada uno se le pida según sus posibilidades y reciba según sus necesidades, sin más límite que el de lo que esa sociedad sea capaz de producir, respetando la libertad individual, sin más límite que el de que esa libertad no vaya en detrimento de la libertad de los demás. Una sociedad en la que todos los seres humanos estén en igualdad de condiciones y derechos. Sólo así podemos empezar, verdaderamente, a hablar de LUCHAR contra el cambio climático y contra todas las lacras y desigualdades existentes en esta sociedad capitalista, sino seguiremos como hasta ahora, caminando lentamente hacia todo lo que se avecina, que seguro no será ni bueno para el planeta ni para todo lo que en el mismo hay.

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