Cecilia, Seba y Miquel

El año pasado, en el número 204 (enero-marzo 2022) de la Revista Orto, dábamos cuenta de la lamentable muerte del compañero Juan Salvador. Este año, en los meses de marzo y abril, como otras actividades hechas en su memoria y legado musical y de lucha, publicaremos una edición homenaje de la novela Juan Salvador Gaviota de Richard Bach. Libro por el cual sus padres nombraron Juan Salvador a nuestro compañero.

Continuando con la importante labor de mantener presente en nuestras memorias ardientes a aquellos compañeros que dieron impulso a nuestra lucha. A continuación, compartimos la introducción que preparamos para la edición física de este libro, donde explicamos lo que significa esta obra para parte de la familia y compañeros de Juan Salvador, Pegüi-Salvarokh.

Palabras a modo de introducción

Somos unos convencidos de que los libros, así como otros tipos de obras artísticas, pueden ser interpretados de acuerdo a cómo al lector o espectador lo identifiquen o no sus palabras. Aunque también creemos cierto que ello no quiere decir que esas interpretaciones puedan llevar a ver de manera aislada ciertos pasajes, o incluso frases, para darles un valor por sobre la obra en su conjunto. Al menos no sin encontrarse en ese camino con otros lectores que marquen aquellas distorsiones.

Y eso pretenden estas palabras preliminares, explicar el porqué de esta edición, transmitir lo que significa para quienes la hemos hecho y, a la vez, por fuera de todo afán antojadizo, intentar rescatar lo que consideramos es trascendental para quienes vivimos en esta sociedad, con sus normas, cultura, relaciones sociales y humanas, que sin duda es a quienes van dirigidas sus enseñanzas o mensaje.

Queremos acercarnos a lo que creemos expresa esta obra para nuestras vidas y la de muchos de quienes nos han acompañado. En especial la de nuestro hijo, hermano y amigo Juan Salvador, a quien sus padres dieron su nombre a causa del impacto que esta novela provocó en generaciones de jóvenes que, llenos de rebeldía y ávidos de libertad, se cuestionaban la hipocresía de los mandamases de la sociedad que hablaban de libertad en un país y mundo tomado por la opresión y el militarismo. Y quien vivió su vida materializando muchas de las lecciones de libertad plasmadas en este texto.

No creemos que la primera publicación de esta novela en 1970 sea ajena a los convulsionados años que vivió el mundo a fines de la década de los ’60. Tampoco que se deba al azar que su autor fuera un ex piloto de la Fuerza Aérea Norteamericana. A primera vista esto parece sumamente contradictorio, pero viendo más profundamente, considerando el contexto, los agitados hechos de aquellos años, se puede comprender que no es así.

Estados Unidos estaba en el foco de la política mundial al estar viviendo las históricas movilizaciones contra la guerra de Vietnam, en la cual miles de soldados y militares hicieron objeción de conciencia, se desenlistaron y se unieron a las movilizaciones por la paz. Francia venía de ser sacudida por el mayo de 1968 y su grito juvenil “seamos realistas, pidamos lo imposible”. El mundo se estremecía de tal manera que hasta la URSS vio cuestionada su opresión en Europa del Este con la juventud que, en Checoslovaquia, dio vida a la primavera de Praga.

Es en ese período de la historia, en que la juventud rebelde y sus energías de cambio tomaban el cielo por asalto, que surge esta novela, cuyo protagonista, una gaviota de bandada, dado su inconformismo y convicciones, consigue volar como un halcón.

Esta novela puede verse como una gran analogía a la sociedad y a personas que se resisten a ella como destructora de libertad y en consecuencia de autenticidad y autonomía. Pues entre otras cosas esta historia refleja muchos comportamientos morales y culturales, así como relaciones humanas.

Por eso es que Juan Salvador Gaviota propone dos formas distintas de comprender y vivir la vida en relación a cómo generalmente ésta nos es presentada.

La del Juan consciente de la monotonía y un automatismo no solo absurdo, sino que desgastante, empequeñecedor y embrutecedor; consciente de que había una forma de vivir mejor, es decir, de acuerdo a la propia esencia, desarrollando los potenciales. Lo que los llevaría a desarrollar todas las capacidades creativas, físicas y de espíritu. Pensamos que a eso se refiere esta obra al hablar de libertad, la libertad de dirigirse hacia el horizonte de la perfección.

Y la del Juan de la autoridad, que basa el desarrollo de las cosas en su incuestionabilidad, su petrificación y la ignorancia, convirtiendo la sobrevivencia o la existencia en un fin en sí mismo. Apelando para ello nada más que a supuestas “verdades últimas” y a una autoridad completamente déspota, no basada en el respeto y la confianza, pues se impone mediante el oscurantismo, chantaje, ultimátums, opresión y castigo.

Y Juan Salvador Gaviota en concreto vive, o soporta, este mundo. Donde se castiga a quien quiera vivir de acuerdo a sus talentos y su desarrollo, o en el mejor de los casos encuentra mil y un obstáculos para hacerlo e inclusive vivir de ello.

Más allá de los pasajes místicos o etéreos de esta obra, seguramente el rumbo seguido por Juan Gaviota es el que libera de los peores vicios y forja los mejores valores. Efectivamente, al llegar a lo más alto de su conocimiento y destreza, no surgió en él egoísmo, codicia, vanidad o narcicismo, sí la generosidad y solidaridad, ya que compartió su grandiosa experiencia para ahorrarles fuerzas y sufrimientos a quienes como él buscaban la libertad en el arte de volar.

En sus páginas también se puede ver cómo hasta las enseñanzas más liberadoras, cuando se desvirtúan y banalizan, son capaces de pervertirse completamente, quitándole toda su agudeza y transgresión hasta convertirlas en su opuesto, simples modas, repeticiones sin contenido, palabras carentes de acción, ritos, etc. Llegando al extremo de convertirlas en propaganda que adorna intereses mezquinos, así como en nuestros días vemos como “causas nobles” son usadas para que ciertas mercancías consigan nuevos mercados y consumidores, cuando no directamente son convertidas en meras mercancías, o bien, un manto que cubre terribles atrocidades políticas.

Cualquier parecido con la realidad no es coincidencia, de una u otra manera aquí se retrata a la sociedad capitalista.

No obstante, esta novela, como la vida misma, muestra que siempre existirán o persistirán quienes aún en el último rincón defenderán una forma rebelde de encarar la vida, ya sea producto de las propias condiciones o porque hay tradiciones de libertad que trascienden generaciones.

Cómo en tan linda historia, con protagonistas con tales valores, éstos no iban a chocar con los valores y tradición que regían por imposición de la autoridad. Esta obra nos hace creer en que la mejor filosofía es la que se profesa y por ende tiene como primer paso la crítica social, incluyendo, por supuesto, a los responsables hoy en día de imbuirnos en tan desastroso oscurantismo y un sinfín de lastres con que carga la humanidad.

Por eso estas palabras preliminares no son un culto hipócrita a la imagen de nuestro Juan Salvador, sí un homenaje y recuerdo a su persona como parte de una generación de la cual un gran número, a fines de los ’90, comienzan a desprenderse de la apatía y por diversos caminos busca cambiar el mundo que se les ha heredado.

Esto impulsó su disposición y actividad, empapó sus ideas, música y canto. Supo vivir las mejores conquistas que consiguió, cada acto de resistencia, independencia y lucha. Que se resumen en desenvolver entre pares valores que surgen cuando se está contra el orden impuesto, como solidaridad y entrega. Oponiéndose, por cierto, a quienes los negociaban debido a que sus vidas nunca fueron avasalladas por esta máquina, sino al contrario, por lo cual nunca fueron contra ella, pues sólo buscaban trepar, atribuyéndose la representación de causas que les son completamente ajenas.

Como para Juan Gaviota en esta historia, para nuestro Juan Salvador no todo estuvo servido al seguir ese valiente camino. Personas con esa sensibilidad de vivir, de descubrir en distintos ámbitos caminos que nos quitan las cadenas, de vivir vidas que nos enseñan a deshacernos de ellas, resisten en sus pasos injusticias e inmerecidos reveses. Vivimos en un sistema donde se nos impone lo que debemos ser, llevando constantemente a quienes sólo pueden vivir de su trabajo al crudo laberinto de la contradicción de quién se es y quienes debiéramos ser, o, lo que es igual, quién se es y qué exige esta sociedad que se sea. Es más, en esta novela el propio Juan vive uno de los momentos más tristes a causa de aquella contradicción.

Muy seguramente esto se ha profundizado debido a la cada vez más vertiginosa decadencia y retroceso que se ha visto en la sociedad estos últimos años, donde prima la ideología, códigos y principios de quienes la dominan, más allá de que en lo alto también existan quienes de palabra digan oponerse, pues sólo lo hacen para lucir un “distinto atuendo”, ya que finalmente se hacen eco y se cuadran ante sus directrices.

Y su vida nunca fue indiferente a ello. Desde su juventud el motor de su guitarra y música fue la necesidad de enfrentarlo y con ello elevar la energía de otros jóvenes, estudiantes, trabajadores que seguían ese mismo camino.

Por ello creemos necesario mantener distancia con las infinitas interpretaciones que trivializan de forma abusiva a este libro, llevando su contenido a caer en los más superficiales lugares comunes.

Así abordan este libro como lo abordaría un coaching para el éxito social, para triunfar dentro de los parámetros que esta sociedad ofrece, consiguiendo con nuestros “proyectos” prestigio, posición y poder. Según ellos tras la filosofía de vida que hace suyo el protagonista, siempre hay una búsqueda de conseguir algo a cambio, no solo el impulso y vibra que genera el ejercer la vocación. De manera altanera insinúan que las demás gaviotas de la bandada eran mediocres y, contrariamente, de acuerdo a la autoridad de la bandada y su tradición, Juan era el mediocre, el que no se adaptaba a lo que la sociedad exigía de él, pues no destacaba, no mostraba su excelencia siendo el mejor en el afán de supervivencia. Por lo cual fue duramente castigado.

 Ven la perfección que buscaba en el vuelo no como un horizonte, una forma de vida aun así no se vean sus frutos, sino en el sentido de competitividad y codicia que inculca la sociedad. Lo que, si bien es adornado con palabras que aluden de manera vacía a los mejores valores, no puede evitar dejar fuera de su repertorio la palabra negocios.

Es por algo que no se encuentra Juan Gaviota entre las “personas exitosas”, esos hombres y mujeres que los medios que rigen y la cultura dominante, nos enseña como modelos a seguir.

A lo largo de la historia innumerables hechos hacen saber que por más que continúen imponiéndose quienes controlan los hilos del poder, con sus códigos, cultura e ideología, siempre habrá nuevas generaciones que debido a la experiencia de sus vidas se sacarán de encima su agobiante peso para crear, descubrir, manifestarse libremente, lejos de sus tentáculos.

Día a día en los lugares o situaciones más hostiles, donde reina la barbarie o bajo situaciones humanas desgarradoras, se ven personas que, en el anonimato, silenciosamente, dan vida a los más esperanzadores actos de solidaridad, sin otro interés que enfrentar esas calamidades y el olvido e indiferencia hacia quienes los sufren. Esas acciones donde desconocidos entregan su tiempo, trabajo y conocimiento en auxilio de sus hermanos, impulsan la confianza en un mañana mejor.

Así nacerán cientos, miles y millones de nuevos Juan Salvador Gaviota, que como nuestro Juan Salvador se aferrarán al camino de un mundo nuevo, el de la total libertad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *