Floreal Rodríguez de la Paz
El juego de la inteligencia no cumple su deber ético, es decir, sin que necesariamente tenga que sufrir la obligación de la efímera suerte: ¡Es inteligencia, o no sirve la duda para nada! Desde el momento en que la Idea forma parte de la opinión personal es cierto que forma lo posible y, desde lo posible, debe entenderse que la inteligencia es indicativa de vida futura. Mientras que, si no se presta atención a esa Idea todo pasa breve por la circunstancia más pasajera.

Otra cosa son las ideologías: Cuánta incertidumbre hay en las formas de creer y pensar. Si no pensamos en que es posible alguna manera de vida, poco se puede esperar de los eventos sociales. No obstante, cabe lo posible, si en la espera sabemos estar, tanto como nos gustaría, sobre todo en las trifulcas que carecen de comprensión; pues eso, que lo de ser inteligentes queda sometido a las incandescencias virtuosas, porque esperamos siempre ganar las batallas también absurdas. Unas injustificadas, otras temerarias, como es el caso de alardear de un pensamiento, pero sin orden alguno que defienda lo que somos o lo que hay materializado en la circunstancia más cercana.
Pero demos un repaso a ciertas costumbres sin que medie la ideología: El nombre que damos a ciertas Ideas, dotadas de inteligencia, como fueron siempre el marchamo, que identifican la sociabilidad con futuro posible: el Anarquismo, pero sin que falten cultas costumbres con filosofía libertaria. Y esta Ideología, con criterio en la prueba fehaciente, que despertó los instintos apagados a sabiendas de que son valores humanos sin pretexto inocuo que puedan ser difuminados en la conducta humana. ¡Leyes del derecho consuetudinario certifican la obviedad! Sin menospreciar la originalidad de las costumbres, pues va siendo cada día más necesario poder alcanzar la poderosa verdad de la libertad: Maltratada por leguleyos políticos sin ápice de sobriedad.
¿Quién autoriza las políticas de Estado? Nunca son diseñadas para proteger, con la misma igualdad, a los ciudadanos que viven. Tales políticas sirven para obligar, imponiendo conductas de toda clase, en estragos para el vicio, pues desintegran, incluso certifican, por medio de las políticas limítrofes de Estado, protegiendo a la barbarie, propia de asesorías preparadas para fines concretos, contra la seguridad cívica de los ciudadanos. El ser humano está sometido, parece ser místico, al capricho de quienes más tienen: Y suelen triunfar los favores del dinero; o el poder que se permiten desde los bienes rastreros, con la vileza del látigo exterminador. Ahí van las legiones de maltrechos autoritarismos, siempre diseñados y cultivados en las políticas de Estado. Hay filosofías que certifican, con nombre y apellidos, la inspiración de cerebros con turbia malasangre, tal vez heredada de circunstancias del pasado irreparable, con abolengos fines de traición, fijas en el recuerdo; aunque nunca se sabe, si es que la conducta humana, la más sana en dignidad, viene sorteando o esquivando la fiel condición de vida razonada, cuando menos, desde la reflexión más necesaria y exigente.
No sería acertado caer en la tentación de justificar el criterio de la ejemplaridad: No hay filosofías claras del entendimiento. Aunque, en toda ilustración axiomática, se puede comparar, posible siempre, el convencimiento de que la Cultura Académica se somete a los intereses del Capitalismo, como único poder, capaz de solventar la filosofía de los prolongamientos sociales, en resultado incipiente, de que la Sociedad y sus ciudadanos están condenadas al paroxismo por el sólo hecho de que el poder político sesga con alevosía las ilusiones humanas. Y cansados de ver que la inteligencia, tan importante para el entendimiento social, es un fenómeno adverso a cuanto no ven las culturas Académicas, en el Planeta Tierra, al no ser capaces de impedir que las políticas de Estado sean el verdadero y farragoso compromiso con la verdad; siendo ésta la única posible para que la Libertad termine liberando al ser humano de las penurias, porque así lo certifican los dioses, que suelen decir que están divinizados, en todas las iglesias, también los dioses que diseñan las políticas de Estado. Pero ¿dónde están los sacramentos que debieran defender cualquier infortunio? Permítase el grito que reclaman todos los poderosos, incluidos sus dioses más respetuosos y honorables.
El mayor despropósito, por concentrar toda la fuerza, por cierto, innecesaria, pudiendo ser que todos los prejuicios humanos estén concentrados en el capitalismo, que es fundador de iglesias y formas políticas para que se dominen unos a otros. ¡Y no hay tu tía, señorías de todas las conductas políticas! Será inevitable resaltar los niveles de Cultura, válida para el Universo de la ilusión por vivir y soñar mundos mejores, mundos nuevos, sin costumbres burguesas dotadas de poderes inventados para distorsionar y perecer entre las penurias exacerbadas: ¡Ahí están las leyes! Propias de los intereses, desde las conductas viperinas, para que triunfe siempre la lujuria. Hábitos de las políticas de Estado; maneras en que las Iglesias rezan, sin más conocimiento que vituperar los valores ciudadanos: libertades, culturas sin dogmas; para que la felicidad pueda ser disfrutada por quienes consideran que la Vida pertenece a todos, sin que medien las poderosas fortunas de los amantes de la selección de la especie; sin que puedan influir las divinas comedias, o los negocios lucrativos, que, los enfermizos parásitos osados dispersos mantienen su situación, puesto que abundan en la sociedad humana. Sí, poseen los bienes porque los han obtenido con la violencia y los han aumentado apropiándose del fruto del trabajo de los demás. Pero del mismo modo que nos lo han quitado, pueden dejarlos.
Las ideologías tienen su propio mensaje, siempre en defensa de algo, pero, aunque ese algo no sepa encontrar futuro razonado. Mientras que no ha lugar a dudas de que el anarquismo, pensamiento libre de autoritarismos, puesto que se propone liberar a los seres humanos, de tanto como hay en cualquier circunstancia, si está sometida al credo político de Estado. Es decir, enredados en toda clase de vicios sociales, encontrados en las decisiones necesarias para vivir socialmente, con poca probabilidad de conseguir cierto futuro libertario. Libertariamente hay que salir de las cavernas para encontrar las verdades y defender la Libertad, porque es inevitable.