Rafael Sánchez García
Fui al cine a ver la magnífica película “Argentina 1985”, del director Santiago Mitre e interpretada por un gran reparto de actrices y actores, siendo el papel principal interpretado por un actor que nunca defrauda como es Ricardo Darín. El papel de Darín es el del fiscal Julio Strassera, que junto a Luis Moreno Ocampo y un joven equipo jurídico tuvieron la osadía de acusar, a pesar de todas las dificultades y trabas, a las criminales Juntas Militares que gobernaron Argentina (una más de las que los gobiernos norteamericanos de la época, siempre campeones de la “libertad y la democracia”, propiciaron en América Latina), a sangre y fuego, desde 1976 a 1983.
Estos juicios se hicieron 2 años después de derrocada dicha dictadura. Mientras iba viendo la película no dejaba de pensar en los 40 años de dictadura franquista en España y en los más de cuarenta que llevamos de postfranquismo, que es la herencia que el dictador dejó, pues antes de morir dijo que lo dejaba todo atado y bien atado. Y vaya si lo dejó. Y contra más pensaba en ella, más cuenta me daba de la poca dignidad que el pueblo español demostró, y demuestra, con el silencio y la colaboración cómplice frente a aquellos asesinos, que no sólo salieron indemnes de todas sus fechorías y crímenes (por aquello del todo atado y bien atado), sino que, además, supieron colocarse y seguir manteniendo los resortes, tanto militares como políticos y económicos, en la nueva andadura política española, montándose lo que se ha dado en llamar la Transición, que dicen ellos que de la dictadura a la democracia pero que, en la realidad cotidiana, sólo ha sido, como he dicho anteriormente, del franquismo al postfranquismo, pues, aparte de la izquierda liberal y acomodaticia, el resto son o directamente herederos ideológicos de la dictadura franquista o son unos nostálgicos de los valores de la misma.
Aquí, no se ha juzgado a nadie, todos y todas han ido viviendo y muriendo en su cama con la tranquilidad del que nada malo ha hecho a los demás. Aquí, ha tenido que ser una jueza argentina la que investigue los crímenes del franquismo. Por cierto, que con poca colaboración desde la “justicia” y gobiernos españoles.
Las cunetas de las carreteras españolas siguen estando llenas de fosas comunes de los crímenes cometidos por aquella banda de sádicos asesinos. Y, hoy en día, todavía hay que escuchar a sus herederos ideológicos decir que ya basta de remover las heridas, aparte de otras lindezas de su soez lenguaje.
España y sus ciudadanos, para su vergüenza, es de los pocos países que no sólo ha perdonado a los asesinos de su dictadura, sino que, además, no los juzgará nunca.
Estos días hemos tenido que oír al presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, hablar de reparación con las víctimas de la guerra civil, cuarenta y seis años después de la muerte del dictador, cuando los hijos de aquellos asesinados y represaliados por la dictadura ya han fallecido, que se han ido a la tumba sin poder tener la satisfacción de saber dónde están enterrados sus familiares. Ahora son los nietos y biznietos de aquellos los que luchan por recuperar la memoria de sus familiares desaparecidos.
Hoy, en el año 2022, ni siquiera ha habido un planteamiento para juzgar con nombres y apellidos, aunque estén fallecidos, los crímenes de la dictadura, y así dar reparación y satisfacción a los asesinados y a sus herederos. Ni siquiera ahora, cuarenta y seis después, que ya están muertos todos los protagonistas, y sus secuaces, de aquella dictadura asesina se atreven a juzgarla, no sea que sus herederos, que están en todos los resortes del Poder, se molesten.