Pedro Ibarra
A la atención de Sr. director una Televisión de Barcelona
Las personas interesadas en los hechos ocurridos durante los casi tres años de la guerra civil, en la ciudad de Barcelona, se han visto favorecidos con la proyección, en una televisión Barcelona, de una pequeña serie de videos que hacen referencia a este período.
La calidad y composición de estos de estos filmes, como toda obra hecha, debe de pasar por el sano cedazo de la crítica y la observación.
En primer lugar, el obligado recurso, para componer dicha obra gráfica y narrativa, sería el de tener que entrevistar a las personas mayores, que tuvieron la desdicha de vivir aquellos graves momentos históricos, como fuente de una directa y sana información, pero puede tener, y yo creo que tiene, unos pequeños fallos, que todo y ser amante de la libertad que luchó y lucha por ella, debe de tener. En segundo lugar, ya han pensado ustedes que tanto las respuestas a sus preguntas, como las explicaciones de los ancianos entrevistados, están fuertemente dominadas por el viejo miedo de la larga dictadura, incrustado durante casi cuarenta años en sus cerebros; siendo este anciano amigo el eterno condicionante que todo lo condiciona y domina. ¿Cómo se pueden obtener respuestas honradas y decentes si se está pensando de antemano en el perjuicio que te puede caer si cuentas toda tu verdad al público de la TV?
El sentido común nos dice que es imposible obtener toda la verdad histórica teniendo a un grupo de personas encadenadas a un viejo miedo que aprisiona a las víctimas y que las acompañará siempre hasta el rectángulo final. No se puede ser auténticamente libre si se está aún encadenado a unas viejas cadenas. Y el querer buscar la verdad en boca de unos viejos aterrorizados y con problemas de memoria, después de haber sufrido durante cuarenta años el recurrible silencio para poder seguir viviendo, eso es imposible, y lo es si verdaderamente se desea darle culto a la verdad, por la sencilla razón de que sólo es libre y auténtica la palabra cuando el hombre es libre también.
Otra cosa que también se podría objetar a esta obra sería el cruel olvido para aquellos que, libremente conducidos por el amor a sus ideales, perdieron la vida en los frentes de batalla.
Ellos fueron conscientemente a buscar la posibilidad de la muerte, y a los muertos en los bombardeos, fue la muerte la que los visitó a ellos. Estos últimos han tenido el consuelo, aunque tarde, de ser referidos los dolores y padecimientos de sus amargas infancias.
Pero muchos de aquellos milicianos, que partieron en las Columnas Libertarias, u otras, a los frentes de guerra y no volvieron jamás perdiéndolo todo, no solo la vida, sino el recuerdo y la memoria, yacen sus cuerpos en las entrañas de estas tierra, que como madre bondadosa aún los tiene abrazados en el anonimato.
En la inmensidad de nuestra tierra yacen los restos perdidos de los mejores soñadores de aquellos que desearon para todos una vida digna, justa y humana. Amigos de mi infancia, hijos del pueblo trabajador, junto a ellos mi tío Luis, entrañable amigo de los niños, hijo menor de los cuatro hermanos que partieron a la guerra y que nunca regresó, no sabiendo jamás dónde están sus restos.
Si nadie os recuerda, porque fuisteis perdedores, yo os llevaré siempre en mi corazón, y nada, ni nadie, logrará arrancaros de mi memoria.
- Esto lo escribió Pedro en el año 2006 después de ver, en una televisión, unos documentales sobre la Guerra Civil. Y como el tema de la Memoria Histórica en este país sigue sin dar reparación a las víctimas del franquismo, y a sus familiares, hemos creído que sigue teniendo la misma actualidad que tenía en el año en que lo escribió.