Miguel Correas Aneas

Con esta tercera entrega termino la reseña sobre el interesantísimo libro de Juan Torres López “ECONOFAKES: las 10 grandes mentiras económicas de nuestro tiempo y cómo condicionan nuestra vida”.
SEXTA MENTIRA. El dinero es simplemente un medio de cambio, y los bancos son intermediarios que prestan lo que depositan sus clientes. Quien tiene el dinero tiene el poder y la capacidad de decidir sobre las condiciones de vida de las demás personas. A lo largo de la historia se ha falseado la naturaleza del dinero y de los bancos que lo crean. Los bancos crean alrededor del 90% del dinero que circula en nuestras economías. Así se oculta y falsea la realidad. Se le oculta al público el auténtico proceder de las autoridades monetarias y de las instituciones financieras privadas. El dinero no es un simple medio de cambio, es algo de mayor trascendencia para la economía y la vida social: es poder. La actual economía dominante establece dos supuestos totalmente falsos: 1) El dinero es una mercancía más cuya oferta y demanda se dilucida en un mercado, el del dinero. 2) El dinero es un elemento neutral, si varía su cantidad en circulación sólo tiene efectos sobre los precios, no sobre la producción ni sobre la distribución de la riqueza.

La banca siempre fue una fuente de poder inmenso gracias al privilegio que le proporciona el crear dinero de la nada. Además, utiliza los depósitos de sus clientes para invertir, su influencia y capacidad de decisión la han convertido en la gran fuerza que domina el mundo. No solo controla el sistema financiero, sino todas las industrias, incluyendo los medios de comunicación, que adoctrinan y generan sometimiento social, que llegan a las instituciones políticas y judiciales. Afirmar que la banca es una mera correa de transmisión del dinero es una falsedad, es, en realidad, el sujeto más poderoso de los que intervienen en todos los mercados del mundo, no solo en el financiero. Según palabras del profesor François Morin, es como una hidra que domina la economía, la política, la cultura y los valores sociales. Entre otras esta mentira tiene 3 secuelas: en primer lugar, hace creer que la financiación que precisa la economía es inevitablemente escasa, frenando la actividad de empresas y gobiernos; en segundo lugar, oculta que el dinero se crea de la nada; y en tercer lugar pone en manos de la banca el poder casi ilimitado de crear dinero, la banca no renuncia, como empresa que es, a obtener beneficios sin límite. El negocio de la banca consiste en endeudar cuanto más mejor al resto de los sujetos económicos, convirtiendo a la deuda con la banca en motor de la economía.
SÉPTIMA MENTIRA. Para crear empleo hay que bajar los salarios. La relación entre los salarios y el empleo es una de las cuestiones más debatidas en el análisis económico a lo largo de su historia. Este mantra lo repiten sin cesar el Banco de España (siempre al servido del Capital), y los presidentes de las organizaciones patronales como la CEOE y CEPYME: “moderar salarios para la creación de empleo”. Esta afirmación, por mucho que se repita es falsa. Resumiendo, para que fuera cierta la proposición “para crear empleo hay que bajar los salarios” se tendrían que dar las siguientes condiciones que son imposibles en la realidad: a) el trabajo se considera como una simple mercancía más, lo cual no se puede aceptar ni ética ni económicamente; b) el actual mercado de trabajo debería funcionar de un modo que ni funciona ni puede hacerlo nunca; c) las empresas deberían producir un sólo producto en un sólo sector, y el trabajo y el capital deberían ser perfectamente intercambiables en todo momento, algo simplemente impensable; d) el salario tendría que ser sólo un coste y no un componente más de la demanda y un determinante de la productividad como sabemos que es; e) cuando suban o bajen los salarios debe permanecer absolutamente sin cambio cualquier otra circunstancia de las que día a día suceden en la economía, es un imposible.
OCTAVA MENTIRA. El envejecimiento de la población hará imposible financiar las pensiones públicas. Este tema es bastante complejo si se trata desde una perspectiva exclusivamente económica, pero en el tema de las pensiones entran otros factores que no es sólo el que tiene como base la aportación de las cotizaciones de los que están en el mercado laboral. Una de las consecuencias del engaño neoliberal consiste en hacer creer a la población en un futuro al que no podrá hacer frente si no contrata un plan de pensiones privado, poco rentables e inseguros. En fin, se oculta lo que hay detrás de las pensiones públicas: la solidaridad y una distribución de la renta mínimamente equitativa, sin la cual es lógico que no ya las pensiones, sino cualquier bien o servicio público sea de imposible financiación. Esa mentira soslaya el necesario debate sobre cómo repartir los recursos que genera la sociedad en su conjunto. No tiene en cuenta que el futuro de las pensiones públicas no depende de la demografía, sino de las políticas económicas que se lleven a cabo. El estado gastó en 2021 en pensiones algo más de 160.000 millones de euros, una cantidad de dinero extraordinaria, cuya gestión en manos privadas sería un negocio colosal, es por ello que desde los años ochenta la banca privada ha orquestado unas campañas y estudios para tratar de propagar esta mentira, la cual le reportaría pingües beneficios.
NOVENA MENTIRA. El libre comercio y dejar que las economías compitan entre sí es más beneficioso para todos que intentar protegerlas. Paul Krugman ha terminado reconociendo que es falso que el libre cambio implique más ventajas para todas las economías: “La teoría económica dice que el libre comercio normalmente hace a un país más rico, pero no dice que normalmente sea bueno para todos”. Los tratados de “libre comercio” contienen cláusulas que reservan condiciones más favorables a las partes más poderosas. Las economías más ricas se protegen constantemente y que no suscriben la ideología del libre comercio que imponen a las demás economías. Como afirmó el ex director general de la Organización Mundial del Comercio, Pascual Lamy, la realidad es que “el libre comercio no existe (…) es una ficción útil”. La mayoría de los economistas no quieren reconocer, que sus ventajas no se han podido demostrar ni en la realidad ni en el plano teórico. La falsedad esta del libre comercio influye sobre las condiciones de vida de los seres humanos. Se hace creer que el mayor nivel de bienestar se deriva de dejar hacer a los mercados internacionales, sin establecer normas que protejan los intereses nacionales. Así pues, es incorrecto y deshonesto afirmar que la teoría económica ha demostrado que más comercio internacional es mejor para el conjunto de la economía o que comerciar sin protegerse sea la estrategia que proporciona mucha más seguridad a las empresas, estabilidad económica o más bienestar y satisfacción a las personas.
DÉCIMA MENTIRA. El Estado es el problema porque el gasto público es dinero tirado, expulsa a la inversión privada, obliga a poner impuestos que perjudican a todos y genera deuda que frena el crecimiento económico. La expresión más resumida y literal de esta gran mentira es la que Ronald Reagan expresó en su discurso de toma de posesión como presidente de Estados Unidos: “En esta crisis, el Estado no es la solución, es el problema”. Siendo verdad que los criterios que se utilizan por parte del Estado son siempre políticos, otra cosa es que se utilicen argumentos falsos para combatir la intervención estatal. El primero de esos argumentos es que el dinero que gasta el Estado es baldío y no aporta nada a la economía, como si se enterrase en una especie de saco sin fondo ajeno a la economía. El segundo argumento es que el gasto del Estado “expulsa” a la inversión privada y no quedan a disposición de las empresas para invertir y crear empleo, estropean la marcha de la economía. El tercero es que los impuestos como fuente de financiación del gasto público perjudica a todas las personas, empresas o grupos sociales por igual, y que hay que reducirlos, en particular a los grupos o personas con mayor ingreso o riqueza produce un “derrame” muy positivo sobre el conjunto de la economía. En España, la presidenta de la Comunidad de Madrid lo expresa muy a menudo y claramente: “Nuestra decisión política de bajar impuestos tiene como consecuencia mayor inversión, más empleo y mejores servicios sociales”. La realidad es tozudamente contraria a lo afirmado por los “Ayusos” de turno en cualquier parte del planeta. El tercer argumento es que el aumento del gasto público provoca un incremento de la deuda que frena el crecimiento. La idea de que el Estado es el problema y no la solución se desmiente por sí misma. La pandemia de la COVID-19 ha demostrado que la inyección de gasto público y la expansión de los servicios públicos ha sido esencial para evitar la catástrofe sanitaria y la total paralización de las economías. Con la “austeridad” en la cri13
sis de 2007-2008, la actividad llegó a bajar 1,7% euros. Investigadores del FMI (Jonathan Ostry, Prakash Loungani y David Furceri) reconocieron a posteriori que las recetas aplicadas habían provocado un “aumento de la desigualdad que daña el nivel y la sostenibilidad del crecimiento”. Y que tener en cuenta que cualquier gasto del Estado se convierte inmediata e inevitablemente en un ingreso por la misma cantidad en el sector privado. Las consecuencias de los 40 años de las políticas neoliberales han sido: concentración de la riqueza extraordinaria en pocas manos; limitar inadecuadamente el uso del gasto público, sobre todo en etapa de recesión; y un enorme deterioro que se produce de ese capital público y de los servicios esenciales para hacer frente a la marcha diaria de la economía y la sociedad.

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