Bruno Servet

Cuando habían transcurrido cuatro años, un mes y catorce días de la proclamación de Karol Jósef Wojtyla (Juan Pablo II) como el papa número 264 de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, es decir, el 28 de noviembre de 1982, el papa polaco, en una Bula “Ut sit” elevaba a categoría de Prelatura Personal a la Congregación Sancta Crucis et Opus Dei (conocida popularmente como el OPUS DEI “la Obra de Dios”).
Fue en octubre de 1981, cuando el papa Juan Pablo II ordenó la intervención de la Compañía de Jesús dirigida en ese momento por el carismático padre Pedro Arrupe Gondra. Originario de Mungia. Lo mismo intentó en 2007 el papa Benedicto XVI, por lo que algunos detractores del papa Francisco afirman que más que una reforma al uso es una clara vendetta contra Juan Pablo II (en la actualidad santo por obra y gracia del poder político, económico y social del Opus Dei) y contra el papa emérito Benedicto XVI. El Opus Dei fue fundado en Madrid en 1928, por el sacerdote barbastrense o barbastrino José María Escrivá de Balaguer y Albás.

El Papa Francisco y sus asesores de la Curia romana, afines a los jesuitas, han asestado un duro golpe en forma de Bula “UT sit” a la todopoderosa Congregación religiosa, tras 40 años de una total hegemonía en la Curia vaticana. Dentro de la reforma de la Curia, en el pasado mes de marzo, las Prelaturas personales pasaban a depender de la Congregación de los Obispos al Dicasterio (ministerio) para el Clero, y ese cambió afectaba de lleno a la situación actual del régimen vigente del Opus. En la nueva reforma se establece que el Prelado que preside la Congregación no sea obispo, para acentuar el carisma y no la autoridad jerárquica dentro de la Obra. Pero lo que más ha molestado, dentro del Opus, ha sido que el Motu Proprio del Papa Francisco establece que el “informe sobre el estado de la Prelatura y sobre el desarrollo de su labor apostólica, que cada 5 años el Opus Dei presentaba a la Congregación de los Obispos, lo entregue ahora al Dicasterio para el Clero”. Con ello se modifica la Constitución apostólica “Ut sit” del Papa Wojtyla. Además, aun respetando plenamente la naturaleza de su carisma específico, se pretende reforzar la convicción de que, para tutelarlo, es necesaria una forma de gobierno basada más en el carisma que en la autoridad. Por lo tanto, el Prelado que preside la Congregación no será ya honrado con el orden episcopal. Así pues, “teniendo en cuenta que las insignias pontificales están reservadas a quienes han recibido la orden episcopal, al prelado del Opus Dei se le concede, por razón de su cargo, el uso del título de Protonotario Apostólico Supernumerario con el título de Reverendo Monseñor y puede utilizar las insignias correspondientes a su título”.
El actual prelado del Opus Fernando Ocáriz Braña, nacido en París en 1944, que no es obispo, ha dicho que “acepta filialmente” la decisión del Papa, y que “la voluntad del Papa de subrayar ahora la dimensión carismática de la Obra nos invita a reforzar el ambiente de familia, de cariño y confianza: el prelado ha de ser guía, pero, ante todo, padre”. Eso de puertas a fuera, porque en el seno de la Congregación, el malestar es más grande que la Catedral de Santa María de la Sede de Sevilla; con 11.200 metros cuadrados de superficie (la tercera más grande en el orbe católico). También afirma, en otro apartado del comunicado, que “la ordenación episcopal del prelado no era ni es necesaria para la guía del Opus Dei”. Según los datos de la propia Congregación, correspondientes al año 2020, forman parte de la misma, alrededor de 93.000 personas, de las cuales solamente 2.300 son sacerdotes; y más de la mitad de sus miembros son mujeres; sin embargo, los muchos cargos con altas responsabilidades están, en su totalidad, en manos de hombres. Las Prelaturas Personales no son equivalentes a la diócesis, aunque en la práctica, la Obra tenía más autonomía que las propias diócesis. La única prelatura personal que hasta ahora existe es la del Opus Dei.
Cuando el pontífice argentino asumió el poder en 2013 se comprometió a reformar la Curia Romana, y pasados nueve años de su pontificado, dentro de ese “espíritu renovador” le ha tocado a la intocable “Obra de Dios”. Pero, dicho sea de paso, si todas las obras de ese dios son como el Opus, que se puede esperar de un dios como ese. No solo el papa polaco creó una prelatura personal, sino que le concedió el privilegio de equipararla a una diócesis. La Obra es una institución religiosa marcada por las luchas de poder y la singularidad, fuera y dentro de la ICAR. Acusada, por sus detractores, en multitud de ocasiones, de ser una especie de secta secreta, y manejar los hilos del poder dentro y fuera del Vaticano. Está presente en 68 países, y forman parte de ella una enorme cantidad de personalidades tanto políticas como empresariales.
El Pontífice argentino ha “degradado” al Opus Dei: deja de depender del pontífice y su cabeza en el orden jerárquico ya no será obispo. La Congregación fundada por “san” Josemaría ha sido durante 4 décadas intocable, puros, sin mancha, hasta tal punto de asegurar que estaba limpia del mal de la pederastia en su seno, cuando tiene 2 condenas en firme por tal delito. La realidad escondía otros asuntos nada ejemplares, como la situación de las mujeres en algunos de sus centros, inversiones financieras fuera de control. La idea básica del Motu Proprio del papa Francisco es acabar, de una vez por todas, con la omertá que tenía la Obra de Dios. El prelado que dirige los destinos del Opus Dei no podrá ser obispo, ni podrá llevar ropajes ni anillo episcopal. Y todo ello cuando Bergoglio tiene la intención de crear Prelaturas Personales en la Amazonía, con lo que se acaba el privilegio exclusivo que hasta ahora tenía el Opus Dei. Este hecho ha aumentado el monumental cabreo que ya había dentro de la institución al conocer los muchos privilegios de los que han sido desposeídos.
Así pues, este verano ha sido todo menos tranquilo entre los muros del Vaticano. Según fuentes extraoficiales del ámbito vaticano, el Opus Dei de Fernando Ocáriz Braña, está preparando su contraofensiva a corto plazo, y está moviendo los hilos para que el nuevo papa no les salga “rana” y les devuelva los privilegios perdidos. Seguro que se emplearán a fondo, lo mismo que hicieron con la elección de Wojtyla, y en contra del que sonaba como sucesor del papa Montini, Pablo VI, el cardenal Carlo María Martini, jesuita, y que a partir de 1979 hasta 2002 estuvo al frente de la diócesis de Milán. El cardenal Martini tenía tendencias “aperturistas” (y eso no cuadraba con la línea ultraconservadora del Opus Dei) lo mismo que pasa con el actual papa Francisco y sus reformas en la Curia Romana. Han sido 40 años que no han sido controlados en sus actividades de todo tipo, ya que solamente han tenido que rendir cuentas ante quien le permitía todas sus múltiples actividades y tropelías fuera y dentro de la Congregación. Eso de que tengan que mandar un informe anual al Dicasterio para el Clero, no va con ellos, ya que eso supone un control externo a su actividad apostólica y económica, a la que no están, en absoluto, acostumbrados. El cambio fundamental se sitúa dentro de las relaciones de la Prelatura y la Santa Sede, y no sólo con su relación con el Papa. Ya no depende la Prelatura de la voluntad o capricho de una sola persona: el Papa. Ahora dependerá de un órgano colegiado que en diversas ocasiones se ha manifestado en contra de las decisiones arbitrarias del propio Papa con relación a esa singular relación del Opus Dei y el Papado, que le ha permitido acampar a sus anchas dentro de la misma Iglesia Católica. Desde el pasado 4 de agosto el Opus Dei deja de ser una Prelatura Personal, para pasar a ser de facto una Prelatura dependiente no directamente del Papa sino del Dicasterio para el Clero, con lo que el Papa Francisco ha bajado de categoría al Opus, además tendrá que presentar un informe anual y no cada 5 años como hacía hasta el 4 de agosto. Su forma de gobierno se basará en el carisma y no en la autoridad jerárquica, esto representa un duro varapalo para el ego opusdeísta.
Según la periodista Paola Ugaz: “Lo que ha hecho el papa Francisco es asombroso. El mensaje es que no hay intocables. Antes nadie los podía investigar. Era una organización que se regía por un régimen que ellos mismo se daban. Y el Vaticano los avalaba. Ahora el Vaticano exige que se refunden, que se limpien desde dentro, se puede leer entre líneas, para quitar el mal de la pederastia y los abusos entre sus miembros”. Esas nuevas disposiciones abren la posibilidad de que se investiguen las acusaciones que pesan sobre el Opus Dei. Algunas enumeradas anteriormente. El mensaje del Papa ha sido claro y rotundo: ya no sois intocables. Y ello es un golpe durísimo para la autoestima y estatus de la organización religiosa. Fuera de los insufribles rumores de insubordinación de curas y clérigos rebeldes de sectores ultraconservadores, la verdad es que nadie esperaba la movida del papa Francisco.
Según el periodista Pedro Salinas: “El Opus Dei llegó a ser una iglesia dentro de la Iglesia, con un poder impresionante. Lo que ha hecho el Papa es poner las cosas en su sitio. Ahora son como el resto”. Para el periodista vaticanista y ultraconservador Marco Tosatti: “El papa BergoLas
relaciones de Poder dentro de la iglesia católica, como siempre, tienen las espadas en alto. La sonrisa entre el papa Francisco y el prelado del Opus Dei, Fernando Ocariz, es para la foto. Su misa la levan por dentro cada uno de ellos.
glio, pontífice de la Iglesia Católica Apostólica Romana, ha intervenido al Opus Dei, para castigarla por su cercanía a San Pablo II y a Benedicto XVI, es una venganza contra los que han estado cerca de ellos dos. Bergoglio no se apiada de quienes difieren de su doctrina. No teme a las organizaciones poderosas como el Opus Dei. Ha intervenido a los Franciscanos de la Inmaculada, al Instituto del Verbo Encarnado y a los Menores de Cl, y ha “jesuitizado” a los Legionarios de Cristo, (en España: Legionarios de Cristo Rey). Y esto es solo el principio”.

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