Marcolino Jeremías
“Como brasileña y descendiente de algunas generaciones de brasileños, debo tener sangre negra y india en mis venas. Me enorgullezco de la sangre de Zumbi y exalto dentro de mí la epopeya de la Confederación de Tamoios. Siento, en lo más profundo de mi ser, la heroica belleza de la odisea del negro fugitivo y miro con orgullo el penacho altivo del indio que prefirió morir antes que ser esclavo. Niego la sangre del bandeirante, capitán de la selva, cazador de oro y esclavos. Renuncio a la sangre del «Moço Hidalgo da Casa Real» (…) Niego esa nobleza de sangre y esa nobleza del bandidaje. Pero estoy orgullosa de mi linaje anónima, de mi padre abolicionista que murió en completa pobreza, olvidado por sus compañeros”.
María Lacerda de Moura, en “La Legión Negra de São Paulo: Palmares” (1932) (2).
Recomiendo profundamente la lectura de este libro a cualquier persona que quiera conocer mejor la historia y la trayectoria de las mujeres anarquistas en Brasil. Este es, sin duda, el estudio más completo jamás realizado sobre el tema y esto hace que esta publicación sea una de las más importantes de este año. De hecho, avanzando un poco más, considero que hay un antes y un después del trabajo de Samanta Colhado, dentro de la historiografía oficial, con respecto al estudio específico de las mujeres anarquistas que actuaron en Brasil.
La autora aborda y analiza la actuación de las mujeres anarquistas en la ciudad de São Paulo, de 1889 a 1930, señalando que su acción debe entenderse, obviamente con sus especificidades, dentro de la trayectoria colectiva del anarquismo y no de manera fragmentada como entiende la posmodernidad. De manera muy coherente, según cómo pensaron y actuaron estos personajes históricos, la autora destaca cómo entendieron al “ser femenino”, sus luchas específicas y el anarquismo mismo como herramienta para la liberación femenina radical y de toda la humanidad. Destaca que estas mujeres anarquistas, en su mayoría obreras, no fueron víctimas de un proceso histórico definido, fueron, sobre todo, sujetas activas, aunque no siempre victoriosas en este camino.
La lectura es recomendable incluso para quienes aún no conocen en profundidad el anarquismo, ya que, de manera didáctica, Samanta Colhado observa las raíces históricas del anarquismo, su desarrollo, sus características y sus principales aspectos. Expone las bases teóricas y filosóficas del anarquismo a través de las ideas de hombres como Mijail Bakunin, Piotr Kropotkin, Errico Malatesta, entre otros, demostrando que el tema de la liberación femenina ya era un presupuesto del anarquismo clásico. Bakunin, por ejemplo, ya citaba en Estatismo y Anarquía que: “El despotismo del marido, del padre, luego del hermano mayor, hizo de la familia, ya inmoral por su fundamento jurídico-económico, la escuela de la violencia y la ignorancia triunfantes, de la cobardía y la perversión cotidiana en el hogar”.
La investigación avanza mostrando cómo el pensamiento de mujeres anarquistas como Louise Michel, Voltairine de Cleyre y Emma Goldman, innovó, expandió y desarrolló, en varios aspectos, la propia teoría anarquista. Y cómo las ideas de estos hombres y mujeres, en lo que se refiere a tácticas y medios revolucionarios (organización, acción directa, propaganda, educación y arte), que deberían utilizarse en la lucha por la construcción de la sociedad futura, influyeron en el movimiento anárquico en todo el mundo, incluso en Brasil. La autora considera fundamental conocer la historia del anarquismo clásico e internacional para comprender la historia del anarquismo brasileño.
En este momento, en la misma dinámica y armonía, la autora analiza las características del movimiento anarquista brasileño, su acción con el movimiento obrero y la influencia de las compañeras con las concepciones del anarquismo clásico. En este sentido, se aborda el pensamiento y la acción de los hombres anarquistas que actuaron en Brasil, como Gigi Damiani, Neno Vasco, Edgard Leuenroth y Domingos Passos, entre otros, y cómo estas ideas convergieron con la trayectoria y concepción teórica de las anarquistas en Brasil, más específicamente en la ciudad de São Paulo. Y cómo estas mujeres libertarias agregaron al anarquismo temas entonces no trabajados o tratados superficialmente por los hombres anarquistas, como la prostitución, el matrimonio, la maternidad, el amor y la situación de la mujer en la sociedad capitalista.
Cabe señalar aquí que, en mi opinión, hasta ahora los estudios universitarios sobre la actuación de las mujeres anarquistas transmitían un recorte muy limitado y superficial sobre el tema. En general, es muy común dentro de la historiografía del anarquismo, el registro de militantes libertarios que fueron prolíficos escritores, directores de periódicos, conferencistas, autores de libros o distinguidos oradores. Por esta razón, los anarquistas que mejor desarrollaron la capacidad de escribir y / o hablar en público, con el paso de los años terminaron siendo más notados, investigados y, como consecuencia lógica de estos estudios, se hicieron más conocidos por todas las personas interesadas en el tema. Considerando que el movimiento anarquista históricamente ha estado formado mayoritariamente por trabajadores manuales, quienes en general no lograban completar sus estudios, y que en algunos casos ni siquiera asistieron a la escuela, por lo que se vieron obligados a educarse de manera autodidacta, y que un gran parte de estos anarquistas optarán exclusivamente por ser militantes de base y dejarán funciones más elaboradas, como escribir y / o hablar en público, a quienes estaban mejor preparados.
Verificamos con facilidad que ignorar a los militantes de base del anarquismo es cometer un grave error histórico, reconociendo sólo un aspecto limitado de la trayectoria de un movimiento social formado en su mayoría por militantes de base, que en muchos momentos decisivos jugarán un papel más importante que los escritores, oradores o intelectuales del anarquismo. Samanta tuvo una enorme sensibilidad para registrar la historia de estas mujeres (escritoras, conferencistas, actrices, poetisas, maestras, trabajadoras, analfabetas) que, dentro de sus singularidades, creían que el anarquismo era la única vía posible para la liberación femenina total, que lucharon obstinadamente, para destruir una sociedad de clases basada en el Estado, el capitalismo y el patriarcado, y se atrevieron a proponer la construcción de una nueva humanidad basada en la solidaridad, la fraternidad y la igualdad social entre todos los pueblos.
Cualquiera que lea este trabajo podrá conocer más sobre la trayectoria de anarquistas como María Lacerda de Moura, María Antonia Soares, Matilde Magrassi, Carolina Boni, Leda Rafaxelli, Victoria Guerreiro, Olga Tornasini, María Alles, Ieda Fabbri, Teresa Cari, María Lopes, Anna de Castro Osorio, Thereza Escobar, Francisca Alles, Angelina Soares, Emma Mennocchi, Isabel Cerruti, Paula Soares, Elvira Boni, Matilde Soares, Giuseppina Cutolo, Eliza Gonçalves de Oliveira, Noêmia Lopes, entre otras, muchas fueron militantes anónimas, que no escribían para los periódicos obreros y anarquistas, ni hablaban en público, algunas incluso no tuvieron la oportunidad de asistir a la escuela o tener una educación formal y, también por eso, fueron borradas de la historiografía oficial.
Los lectores, por lo tanto, tendrán la oportunidad de conocer las asociaciones femeninas que estas mujeres, muchas aún desconocidas para el público, han creado, como por ejemplo el Centro Femenino de Jóvenes Idealistas, Grupo por la Emancipación Femenina, Asociación Femenina de Educación Moderna, Centro Femenino de Educación, entre otras…
Diferente a las feministas sufragistas y liberales que, en última instancia, luchaban por mantener sus propios privilegios de clase, las anarquistas no solo luchaban por la incorporación de las mujeres a la sociedad capitalista, reivindicando para sí mismas derechos civiles y políticos (derecho al voto y a ser candidatas), al contrario, cuestionaban profundamente a la sociedad patriarcal en todas sus bases y estructuras – económicas, políticas, sociales, culturales y morales – luchando por una transformación radical de estas bases a través de la construcción de una comunidad de individuos libres y solidarios entre sí.
También divergían del feminismo marxista y de la idea de amor-camaradería que, según teóricas como Alejandra Kollontai, debería someterse a las necesidades de la dictadura del proletariado y que las uniones afectivas deberían establecerse en el sentido de favorecer este sistema político. Y que la práctica efectiva del amor libre sólo podría experimentarse en la futura sociedad comunista. Las anarquistas consideraban esta idea completamente absurda, afirmaban la necesidad inmediata de la emancipación femenina del matrimonio burgués, proponiendo su sustitución por uniones completamente libres basadas únicamente en el amor, fruto de la afinidad y del apoyo mutuo. Entendían que el amor y las relaciones afectivas, caminos sinuosos de los sentimientos más íntimos, libres y espontáneos de la humanidad, nunca deberían someterse a fórmulas o esquemas políticos, sea del Estado, de la Iglesia o de un gobierno supuestamente revolucionario. Defendían la práctica del amor libre incluso en la sociedad actual como una acción educativa y un ejercicio del ser humano, en el sentido de preparación práctica del individuo hacia una sociedad libertaria. Anarquistas como María Lacerda de Moura, en Han Ryner y el Amor Plural, cuestionaban: “¿No será un error, una repetición de un crimen contra la naturaleza, que el marxismo forje y organice una nueva moral con relación al amor, para imponer el mundo entero, como defensa de la lucha de clases?”.
Samanta Colhado, además de hacer justicia rescatando la historia y la memoria de nuestras antepasadas, registra de manera impecable cómo las mujeres anarquistas se organizaban en asociaciones, ligas, agrupaciones y sindicatos por categoría y oficios, pues creían que las mujeres tenían sus propios reclamos y singularidades. Desarrollaron luchas diarias contra la explotación y la sumisión dentro y fuera del hogar. Promovieron campañas para recaudar fondos para los trabajadores y sus familias cuando estaban enfermos, desempleados o perseguidos por la represión, encarcelados o deportados. Los medios de acción podían ser violentos o pacíficos y se llevaban a cabo a través de huelgas, boicots, meetings, escuelas libertarias y del teatro social y obrero. Anarquistas que se atrevieron a criticar las religiones cristianas a través del anticlericalismo, afirmando que eran uno de los mayores obstáculos para la liberación intelectual y moral femenina.
Mujeres que predicaron la unidad y la organización libertaria, la necesidad de la emancipación sexual de las mujeres, el control de la natalidad y la maternidad consciente. Exigieron mejores condiciones de trabajo, jornadas laborales más cortas, salarios iguales a los de los hombres, además de protestar contra el costo de vida, contra el precio del transporte y del alquiler. Interpretaban estas movilizaciones diarias por los derechos civiles y las conquistas inmediatas como un ejercicio permanente de solidaridad, que estimularía la continuación de la lucha y la práctica preparatoria hacia la revolución social y la construcción de la sociedad futura. Estoy seguro de que este estudio servirá para impulsar y formar nuevas generaciones de mujeres libertarias, ¡hoy y en la posteridad!
Notas
1 – Editora Faísca (São Paulo), 2021, 400 páginas.
2 – Zumbi dos Palmares (1655 – 1695), fue un líder negro brasileño, el último en comandar el Quilombo dos Palmares, el mayor de los quilombos (refugio de africanos esclavizados y afrodescendientes) del período colonial. Zumbi nació en la entonces Capitanía de Pernambuco, en una región que hoy pertenece al municipio de União dos Palmares, en el estado de Alagoas. Zumbi es uno de los mayores símbolos de la resistencia de la comunidad negra en Brasil.
Confederación de Tamoios es el nombre que se le da a la revuelta liderada por la nación indígena Tupinambá, que ocupaba la costa de Brasil entre las regiones de Bertioga y Cabo Frio, involucrando también a tribus ubicadas a lo largo del Vale de Paraíba, contra los colonizadores portugueses, entre 1554 y 1567.