Equipo de Redacción
Ha llegado hasta nuestra redacción el nuevo libro de nuestro compañero de Orto, Josep Pimentel (nuestro estimado “Pimen”). Es una edición que ha corrido a cargo de la editorial Calumnia (Jordi Maíz y Raúl Montilla Torres), dentro de la colección Quisquilliae, en su número 14. Es un libro relativamente breve (113 páginas), pero de una gran contundencia en sus afirmaciones, puestas en boca su protagonista, el anarcosindicalista Eliseo García.
En un lenguaje sencillo y fluido, nos introduce en una visión muy personal de lo que ocurrió antes, durante y después de la Guerra Civil Española, según las duras realidades que vivió y que sufrió su protagonista, que, con cierta amargura, relata los acontecimientos históricos que le tocó vivir en primera fila de la que, en un principio, fue una verdadera Revolución Social, nunca vista hasta ese momento en parte alguna del planeta, y que terminó en una traición de los líderes políticos y sindicales. No tiene ningún inconveniente en denunciar a propios y extraños, a quienes no estuvieron a la altura de las circunstancias y que llamaron a la desmovilización cuando los estalinistas se hicieron solapadamente con el poder y montaron sus checas, lugares de torturas y asesinatos de quienes se oponían sus intereses.
Para Eliseo, el verano del treinta y seis fue el verdadero verano de la anarquía. La clase trabajadora entendió que era ella quien tenía que defender sus derechos y sus conquistas, y por ello, personas como Eliseo, que no quería hacer la guerra, sino participar en construir la revolución, tuvieron que empuñar las armas, ya que para conseguir su meta era necesario aplastar al fascismo. Por ello terminó alistándose en la Columna Ortiz con la sana intención de participar en las Colectividades Agrarias.
Hay una opinión, de lo que estaba pasando en la retaguardia, que merece la pena ser tenida en cuenta, dice Eliseo: “La situación en la retaguardia era desesperante. Nuestros líderes nos habían traicionado. Habían entrado en el Gobierno, pero una vez allí no actuaron ni nos permitieron actuar con contundencia a raíz de los Hechos de Mayo, en los que los estalinistas y la Esquerra dieron un duro golpe contra la revolución que habíamos iniciado. Nuestros líderes frenaron cualquier conato de defensa. ¡Una mierda, todo!”. “Mientras que Companys y muchos otros dirigentes abandonan Barcelona, se da la orden de cerrar los comercios y de que defendamos Barcelona del fascismo. Mientras ellos ya estaban a salvo en Girona camino de Francia”. Como siempre, los patronos del barco (líderes de todo pelaje) abandonan el barco antes de que éste se hunda, dejando a la deriva al barco y sus tripulantes. ¡Como nos suena esa historia! Pasó lo mismo cuando el 23-F, Pujol a las pocas horas ya estaba en la Junquera, y lo mismo ha sucedido con Puigdemont y el Procés. Cambian los protagonistas, pero no el modo de afrontar las situaciones adversas que les tocaría asumir por sus responsabilidades políticas al frente de las instituciones que representan. Como dice el protagonista, aquellos maravillosos años han desaparecido de la historia. Han sido meticulosa y quirúrgicamente eliminados. Qué gran verdad es la de que la dictadura impuso el silencio, la represión y el miedo, pero también es verdad que la “democracia” y la “modélica” Transición Española, impuso la desmemoria y el olvido.
Aunque las palabras de Eliseo García, protagonista de la novela de Josep Pimentel, puedan parecer muy duras contra los “lideres” anarcosindicalistas, se ha de tener en cuenta que hombres de la talla moral y militante como Felipe Alaiz, ya escribió duros artículos, en la prensa confederal, contra ciertos desmanes que se estaban cometiendo en la zona republicana durante la contienda bélica. Hecho que sólo se produjo en la prensa libertaria, en ningún caso en la prensa de otros partidos o sindicatos.
En cuanto a lo sucedido contra la Iglesia Católica, Eliseo afirma: “Nuestra ira no iba contra las personas, sino más bien contra los símbolos de aquella opresión. La Iglesia Católica había apoyado a la burguesía y había sido la fuente espiritual de la opresión, de la miseria en la que nos querían mantener y de la ignorancia a la que nos querían someter. Queríamos romper las cadenas que nos tenía sometidos, barrer la ignorancia y ser dueños de nuestro futuro”. Es digno de mención el empeño que compañeros y compañeras pusieron en poner a buen recaudo la documentación confederal, como testimonio fidedigno de lo realizado en el período revolucionario, para que las nuevas generaciones tuvieran conocimiento, de primera mano, de lo sucedido. Y, en segundo lugar, la intención de que no cayeran en manos fascistas y pudiera ser utilizada contra el Movimiento Libertario.
Además de lo anteriormente apuntado, también se llevaron su dignidad, junto con sus miedos y sus sueños, y no estaban dispuestos a renunciar ellos. No estaban dispuestos a entregar sus cuerpos a unos asesinos que pretendía despojarlos de todo. Téngase en cuenta que donde les recluyeron no eran unos centros de acogida para personas que huían del fascismo, sino verdaderos campos de concentración-exterminio, rodeados de alambradas y vigilados por mercenarios soldados senegaleses. Esos son los que hoy en día se vanaglorian de defender los derechos humanos en Ucrania. No será que en este caso (2022) se cumple el refrán castellano de: “Por interés, te quiero Andrés”. Por tu aceite de soja y por tu abundante trigo te doy mi ayuda “solidaria”. Que les quede muy claro a los ucranianos y ucranianas. TODO es puro interés económico y estratégico.
Eliseo tuvo siempre, en su memoria, muy presente las palabras de su padre, con relación a la política y los políticos: “Eliseo, la política es como una manzana podrida que pudre todo lo que toca”. Yo le contestaba: “Nosotros queremos cambiar el mundo, somos obreros y no políticos”. El terminaba la breve conversación diciendo: “Va, calla, niño, que no sabes lo que dices”.
No cabe la menor duda de que LA MALETA, por muchos motivos, merece la pena ser leída de manera sosegada y con espíritu abierto a lo que dice y cómo lo dice. Es uno más de los muchos trabajos del joven historiador libertario, que aporta, de manera novelada, unos datos para la reflexión y el conocimiento de nuestra ignorada y silenciada historia. Por suerte, tenemos en Josep Pimentel un verdadero continuador de aquellos escritores libertarios que nos dejaron su sabiduría histórica, mediante magníficos libros. Hay que recordar entre otros a Anselmo Lorenzo, José Peirats, Balkanski, Abel Paz, José Luis García Rúa, Juan Gómez Casas, etc.
Nuestra enhorabuena, amigo Pimen, por tu novela, y no ceses en tu empeño de escribir sobre nuestra silenciada historia libertaria.