Manel de Sucre i Cortiella

Sí, hubo un día que Emma Cohem me guiño el ojo y, acto seguido, una sonrisa seductora me dejó con el aire comprimido en los pulmones, “respirar, llançar laire, comentava el professor gimnasta del temps del cole”.

Detrás de Emma, estaba cogido de su mano Fernando Fernán Gómez, con su imagen de Caraben o quizá de Mambrú se fue a la guerra, pero con la mirada algo perdida, como esperando que Emma Cohen solucionara los obstáculos del momento, sin duda, Fernando había dejado en casa al malvado de Caraben.

Eran tiempos de saborear en el aire el olor a pólvora y de las pelotas de goma lanzadas por los grises, mientras uno, tenía ganas de mostrar su pecho para plantar cara a un fascismo que parecía que se desintegraba, mientras tanto, en las calles de la ciudad, se respiraba y se sentía la libertad y el aire fresco se mezclaba con la gasolina.

Estamos en el Salón Diana: Jornadas Libertarias 22, 23,24 de julio de 1977

Todo empezó aquella mañana en el marco, poco más o menos, donde estaban los almacenes del Sepu, enfrente del Hotel Manila y los Tabacos de Filipinas, no muy lejos de donde Georges Orwell, años antes, había defendido una barricada que al parecer, después de un tiempo, entendió que no era la suya, que recoge en su magnífico libro de “Homenatge,a Catalunya”, o Keen Loach nos cuenta en “Tierra y Libertad”, Orwell frente al Café Moka de la rambla, que guarda silencio de aquellos y otros tiempos, por donde han pasado centenares de generaciones de barceloneses y forasteros que nunca faltan y menos hoy día.

Aquella mañana en la puerta del Sepu , como todas las mañana, había un comerciante charlatán, donde el comerciante, todo un profesional de la venta ambulante, como en el cine lo describía magistralmente Manolo Morán, que era capaz de explicarte las buenas cuchillas de afeitar del “filiprimi, filipram mejor que nadie y por la compra de una cuchilla de afeitar, te regalan el jabón con que untar la cara para que mejor se deslice la cuchilla al afeitar, y además dos huevos duros, en fin, cosas del día a día, que nos recordaban que la modernidad era otra cosa, mientras la vida seguía a las puertas del Sepu.

Pero centremos en la historia del Tenderete improvisado en plena Rambla de Barcelona, con la gente de Ajoblanco y algunos compañeros de CNT frente a la calle Pintor Fortuny.

Los organizados anarquistas trataban de dar forma inicial a lo que predestinamos fueran unas jornadas para no olvidar, ganas no faltaban, el proyecto era arduo, sin embargo, las ilusiones inmensas, y todos presto a dar difusión al nuevo acontecimiento con una sonrisa en los labios, dispuesto a vociferar y difundir aquellas Jornadas Libertarias que se preparaban y que día antes ya, en la Federación Local de Barcelona, recién instalada en la plaza Real, ya había traído un sustancioso debate donde se hablaba de participar la CNT o no participar la CNT, debate, por otro lado, de aquellos que dan la sensación de infinitos y que difícilmente te llevan a algún lugar.

Por mi parte, el sindicato de la construcción me había delegado y nombrado como delegado de organización a la Federación Local de la CNT de Barcelona, y está Local me había elegido como Secretario de Organización, así que, como un niño con zapatos nuevos, pasaba a tener que dirigir alguna cosa, y no tenía ni la más ligera idea, al parecer, bastaba con seguir las decisiones que tomarán en la Federación Local los delegados y aprender y sin rechistar hacer lo que aquella asamblea de delegados acordaba. Bien, en el famoso tenderete se daba información, los compañeros de Ajoblanco parecía que eran quienes tenían la cosa más clara, aunque los de la CNT del sindicato del espectáculo se movían con soltura, y seguían la estela y el plan previsto de organización.

Yo estaba con otros compañeros repartiendo el periódico “Solidaridad Obrera” conjuntamente con un pequeño folleto, que anunciaba el periódico, de las Jornadas Libertarias que era inminente su edición del primer día. Cuando por el tenderete apareció Judith Manila y Julián Beck, del Leaving Theatre, ambos habían llegado con su compañía a Barcelona y parecían dispuestos a colaborar en las Jornadas Libertarias, después de comentar su llegada y sus ganas de participar en esa historia de libertad que se estaba cocinando en Barcelona, creo que ya conocían Barcelona, pero andaban un poco desubicados en dirección al Cine Diana, había que acompañarlos hasta el salón Diana, donde ya estaban iniciándose los primeros debates de las Jornadas, no puedo decir cuál de los debates era aquel día, aunque creo recordar que era algo así como “Valoración práctica libertaria internacional en la Barcelona de 1936”, aunque eso ahora, poco importaba, pero sí creo que era un repaso a los acontecimientos de la revolución del 19 de julio del 36, lo cierto es que con mi inglés de Liverpol los compañeros que estábamos en el tenderete de CNT creyeron que era la mejor opción para acompañar a Judith i Julián, además mi nuevo cargo de Secretario de Organización CNT Local de Barcelona me hacía ser responsable de los ilustres, total, que empezamos a caminar rambla hacia el mar para acompañar a los ilustres del “teatro de guerrillas” que representaban Judith y Julián.

Aprovechamos la ocasión para llevar en la mano un montón de periódicos de Solidaridad Obrera cada uno de nosotros, al menos unos 50 por 3 aproximadamente eran los ejemplares que teníamos en mano, y empezamos a bajar por la Rambla en dirección hasta la calle  Sant Pau, donde estaba el Salón Diana, por el camino íbamos vociferando “Ha salido la Soli, el hacha de la Burguesía”, cuando Judith Manila y Julián Beck entendieron rápidamente lo que decía, ya que Judith habla el castellano muy bien y Julián, creo recordar que también.

Con aquella frase disfrutaron y la correaron conmigo mientras íbamos Ramblas hacia el mar y la gente se volcaba hacia nosotros para conseguir un ejemplar del periódico “Solidaridad Obrera”, tanto era el interés que, a la altura del Mercado de la Boquería, ya no teníamos más ejemplares, mientras tanto, yo iba comentando algunas de las cosas que ya sabía, justo de la Semana Trágica de 1909, ya que recientemente había leído el libro de Connely Ullhman. Entramos por la calle Hospital porque quería enseñarles donde estaba el sindicato de Construcción y donde había nacido de la calle Cadena, etc. Pero por el camino paramos un momento en el Pasaje San Bernardino, donde nos hicimos una foto los tres, esta foto nos la hizo un comerciante que había en aquella esquina y que vendía electrodomésticos, tocadiscos, lavadoras, creo recordar que allí mi madre había comprado alguna cosa, la cocina, o yo qué sé, la cuestión es que aquel hombre comerciante del barrio nos hizo la foto con la cámara que llevaba Judith, nunca llegué a ver esa foto, después seguimos por la calle Hospital y al cruzarnos con Riera Baja, Judith vio el cartel de “Gomas la Ideal” y no dudó un momento en ir en busca de ese escaparate que estaba lleno de artilugios, lavativas de todas clases y para toda clase de posiciones, le entusiasmo aquella pequeña tienda, que tenía unos azulejos como de azul fuerte muy marino y a la vez fríos, que eran muy suaves en el tacto, por lo que después de hacerse varias fotos por ahí, recuerdo que puso su mejilla en aquellos azulejos e hizo el ademán de fregarse y estirarse en aquella superficie vertical, tan fina; al lado había una reciente tienda de discos donde antiguamente existía una casa de lámparas, entre disco y disco aún podían verse algunas de aquellas fuentes de luz que inspiraban tiempos pasados y ahora la modernidad de una pequeña tienda de discos de segunda mano, donde Judith Manila también echó el ojo un momento buscando la afinidad con la música de los grupos anunciados en el escaparate.

Después seguimos y les enseñé donde estaba el Sindicato de Construcción, aunque no llegamos a entrar todo y que parecía que algún compañero andaba por ahí, después lo típico, el lugar donde fue asesinado Salvador Seguí y Peronas.

Ya entramos en la calle Sant Pablo y al poco nuestro objetivo estaba cumplido, en aquel momento de libertad por recuperar alguna cosa, y al llegar al Salón Diana ya no teníamos ningún ejemplar de la “Soli”, pero si habíamos arrastrado algunos despistados recién llegados a la ciudad que también buscaban lo que se cocinaba en el Salón Diana. A la llegada, Judith Manila y Julián Beck vieron a su gente que andaban por ahí y se despidieron de mí, me dieron las gracias, un beso y un fuerte abrazo y, junto a otros miembros de su Living Theatre, en una especie de apartado a la derecha de la entrada, se pusieron a hacer sus cosas, estiramiento, relajación, etc.

Por la noche volví a ver a Judith i Julián y saludar en el Parque Güell, sin embargo, ya nunca más me volví a cruzarme con ellos.

Mientras tanto, Luis Andrés Edo, desde dentro de la sala, me encargó que reforzara la entrada del Salón Diana. A sí, creo recordar que había en ese momento un chaval que se llamaba Jordi, que era del Sindicato de la Madera.

Jordi, que no tenía ni idea de nada de lo que hacía en aquel lugar y no estaba muy a gusto y un poco agobiado, lanzaba pelotas fuera, yo no es que supiera mucho, pero alguna cosa más sabía, o al menos tenía que aparentar que sabía de qué iba la historia, por haberme tragado ya más de un pleno de la local de CNT Barcelona, así que me puse en lo alto del mostrador con el objetivo de reclamar las entradas (Bonos) que debían ir todos a adquirir al Comité Regional o al Sindicato del Espectáculo, por lo que todo era un despropósito, ya que casi nadie había podido tener acceso a los dichosos bonos de ayuda a las Jornadas.

Allí me situé, encima de una especie de mostrador de conglomerado mal pintado, de color marrón, y traté de contener a las masas libertarias, que estaban ansiosas por conocer lo que dentro del Salón Diana se estaba debatiendo, las fieras libertarias tenían ganas de participar del debate, algo así como que de nuevo estar en la revolución, al alcance de la mano, entonces ocurrió todo, había bastante gente en la puerta, conteniéndose de mandarnos a la mierda a los que hacíamos de parapeto, eran las primeras horas del primer día y las cosas estaban todavía a medias, nadie sabía bien por dónde empezar, aunque la maquinaría estaba ya en marcha. En ese momento apareció, no sé cómo, Emma Cohen con una sonrisa de oreja a oreja, muy difícil de olvidar, y me preguntó: “¿qué pasa aquí dentro?”. Le respondí se han iniciado los debates que había programados”. “¿De qué debate se trata?”. Creo que están en los prolegómenos de la revolución del 36”. “¿Podemos pasar?”. Tienes que tener el Bono de ayuda”. “¿El bono de ayuda, ¿dónde conseguirlo?”. Aquí no tenemos, tienes que ir al regional o al sindicato de espectáculos, quizá luego tengamos en el Parque Güell”.

Entonces fue cuando Emma Cohen me guiño el ojo y me dijo: “déjanos pasar, y luego ya nos haremos con el bono”. No había otra, después de algún titubeo, y viendo que la cosa se podría desmadrar.

Emma había dado la solución del momento, así que les dije a Emma Cohen y a todos los que estaba allí en la puerta del Salón Diana esperando, que si aceptaban luego hacerse con un bono para sufragar los gastos de las jornadas los dejaríamos pasar.

Emma Cohen, con una sonrisa amplísima, me guiño un ojo y, cogida de la mano de un, parecía anonadado, Fernando Fernán Gómez entraron en el Salón Diana, y todos los demás también, la mayoría sin bono, pero con la promesa de que se harían con uno a la menor oportunidad.

Creo que Emma Cohen participaba de una manera directa en las jornadas con uno o dos cortos, pero no llegue a verlos.

En el debate creo que estaban en aquel momento, Luis Andrés Edo, Cases, Francesc Boldú y algún que otro de los asiduos del sindicato del espectáculo y muchos compañeros más, el salón de actos estaba a rebosar, también creo recordar entre el público a García Rúa, aunque en ese momento aún no lo conocía, sin embargo, su manera de moverse me resultaba singular con su pañuelo negro al cuello.

En aquel momento yo era ya el secretario de Organización de la Federación Local de la CNT AIT, no tenía ni idea de lo que había que hacer, sin embargo, tenía un buen equipo de compañeros que aglutinaba alrededor de Jesús García Aguafría como Secretario de la Local de Barcelona, un andaluz de Santa Coloma, mágico y tremendamente generoso, quién daba la cara en todo momento, yo prefería siempre estar en la sombra, currando, pero sin decir nada, cuando había que hablar tenía una vergüenza horrible: “Tierra trágame”, nunca me ha gustado, ni ahora, con el tiempo ya transcurrido y las necesidades del momento, no ha habido más remedio.

Pero continuemos con las Jornadas Libertarias. Ahora nos vamos para el parque Güell, donde la fiesta y la cultura se entremezclaban las 24 horas del día, tanto era así, que aquellos que habíamos optado por participar activamente en la organización de las Jornadas, a algunos nos tocaban eso de la vigilancia que apenas se notaba, pero que, de alguna manera, allí estaba, en esta ocasión nos tocó aquella noche proteger la fiesta por lo alto de la montaña, ya que había habido algún altercado, lanzamiento de piedras, hacia el escenario, etc. En este sentido, la versión de que vienen los fachas, en realidad, era una colla de chavales del barrio, que seguramente algo cabreados, porque los mayores les estaban ocupando su lugar de juegos, como resultado del cabreo, se habían dedicado a lanzar alguna que otra piedra.

Nosotros, buena parte de la noche, unos cuantos abnegados militantes y aceptando nuestra misión de proteger a la fiesta, aguantamos buena parte de la noche para ahuyentar a los posibles fachas de que lograran su objetivo de boicotear las Jornadas.

En aquellas jornadas Libertarias aún recuerdo la emoción de ver como los compañeros de la FAI italiana proyectaron una noche, mientras pasaban otras miles de historias. Bien, los italianos, a la entrada de la plaza, pasaron el documental de “El Pueblo en armas” y, en silencio, “El Entierro de Durruti”, fue un impacto para mi ver, en aquel momento de fiesta, aquellas imágenes que veía por primera vez, tanto “el pueblo en armas, como el “entierro de Durruti”. Una mezcla entre emoción y alegría que me invadía, el no sé qué. Probablemente, fue la primera vez que se vieron en España las imágenes desde el tiempo de la guerra civil, bueno, en realidad se había pasado un día antes en el Salón Diana, pero luego la pasaron aquella noche mágica en el Parque Güell.

Para terminar con aquellas jornadas libertarias, recordar que en las imágenes de las jornadas que se hicieron virales, que más o menos de vez en cuando aparecen por los medios libertarios o ya incluso en cualquier otro de los medios visuales, televisiones y demás documentales, aparece mi imagen un par o tres de segundo y lo curioso es que a mi lado está el compañero que todos, tiempo después, señalaron como uno de los agentes de la CIA que anduvo por Barcelona, era Miguel Ángel, el editor Chileno, que vino a Barcelona montando la editorial Síntesis, que publicó “El primer anarquista, de  Anselme Bellegarrigue, esa era la historia que corría en cuanto a Miguel Ángel, con el que anduvimos por diferentes episodios de aquella Barcelona de la transición, no era el único que, años después, se señaló como agente de la CIA, pero en aquel momento, y durante unos años, estuvimos muy infectados de agentes secretos, chivatos, recordándonos aquellos magnificaos agentes superespeciales, Mortadelo y Filemón, agentes de la TIA, eran aquellos de toda índole que se cruzaban en nuestro camino, tiempo después “Los dibujantes de la Fragua”, en fin, siempre hemos tenido sombras que amargan la vida detrás de la oreja.

Pero ahora, lo bueno es que recordamos que hubo unas Jornadas que todo el mundo recuerda como una fiesta y mucha cultura, pero, también, había una trastienda en las Jornadas libertarias, en la cual algunos asumimos parte de aquel proyecto, en silencio, sin hacer ruido, pero con un ojo al acecho por si era menester dar una respuesta.

En aquellos años, nos habíamos convertido en “Hijos del agobio” con la música de Triana y en ello estábamos.

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