Bruno Servet
En la Biblia de Jerusalén (Bilbao, 1975), Evangelio según San Mateo (19:13-15) donde se habla de Jesús y los niños dice textualmente: “Entonces le fueron presentados unos niños para que les impusiera las manos y orase; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús les dijo: “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el reino de los Cielos. “Y después de imponerles las manos, se fue de allí”. En otro lugar del Evangelio de Mateo (18, 1-4) se afirma: “En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos? Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños no entraréis en el Reino de los Cielos. Así, pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos”.
Más adelante, el mismo Mateo (18, 5-6) escribe: “Y el que recibe a un niño como este a mí me recibe. Pero al que escandalice a unos de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino, que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar”.
Teniendo en cuenta esas afirmaciones, del que ellos consideran como Hijo de Dios y pilar fundamental de sus creencias, lo que ha ocurrido, durante decenas de años, en la Iglesia Católica Apostólica y Romana, a escala mundial, es de suma gravedad. La cuestión de los abusos sexuales a menores adquiere tintes dramáticos y de auténtica criminalidad, o como dice el responsable de la comisión CIASE (Comisión Independiente sobre Abusos Sexuales en la Iglesia Católica francesa) Jean – Marc Suave, católico practicante, estos abusos son “crímenes de lesa humanidad” y deben tener una reparación económica. Son “cifras abrumadoras” las que se recogen en el informe de la citada Comisión investigadora. Nada menos que 260 mil menores fueron víctimas de abusos sexuales por sacerdotes o religiosos, llegando la cifra a 330 mil si se cuentan también los abusos cometidos por laicos en ambiente religioso. Una estimación mínima de entre 2.900 y 3.200 religiosos o sacerdotes que están involucrados en distintos tipos de abusos sexuales. Lo cual representa el 3% del total de los consagrados en Francia, en su mayoría ya fallecidos. Siendo la Iglesia Católica el tercer lugar donde se cometen dichos abusos contra la infancia. Situándose la familia en primer lugar y el segundo es para el entorno/círculo de amistades. El 56% de las agresiones se produjeron entre 1950 y 1969. El 22% entre los años 70 y 80. Porcentaje que se mantiene hasta 2020. El Informe consta de 2.480 páginas, 2 mil de ellas en anexo.
Por su parte, la ICAR española sólo admite 220 casos de abusos en las últimas dos décadas. Si se hiciera una regla de tres simple, en función de los sacerdotes y religiosos que hay en Francia y en España, el resultado es de 133 mil abusos sexuales en nuestro país, de ahí a que sólo se hayan producido la cifra que ellos admiten es una auténtica tomadura de pelo y un insulto a la inteligencia de la ciudadanía española. Una encuesta realizada por un periódico de tirada nacional ya ha recogido más de 950 denuncias, qué pasaría si se investigara la verdad real de los abusos sexuales del clero desde los años cincuenta, pues que saldrían miles y miles de casos, aunque aquí el miedo al qué dirán y la influencia de la Iglesia católica es aún un verdadero tabú en temas como este, alimentado por la propia multinacional del odio y el oscurantismo religioso, con la Conferencia Episcopal Española (CEE) al frente.
A diferencia de la CEE española, que dice que la cosa no es para tanto y que abusos se cometen en otros ámbitos de la sociedad, sociedades deportivas, por ejemplo, no son investigados. El presidente de la CEF (Conferencia Episcopal Francesa) Monseñor Éric de Moulins-Beaufort, calificó de “duro y severo” el informe y destacó que “El alcance de este fenómeno de violencia sexual en la Iglesia que se describe es espantoso” “Es realmente insoportable que tantas vidas de niños y jóvenes puedan haber sido dañadas sin que nada se viera, denunciara o acompañara. Expreso mi vergüenza y mi determinación de actuar para que la negativa a ver, a escuchar o la voluntad de ocultar los hechos, la dificultad de denunciarlos públicamente desaparezcan de las actitudes de las autoridades eclesiásticas, de los sacerdotes, y de los actores pastorales , así como de todos los fieles”, “tenemos que aprovechar el Informe con coraje y fuerza para comprometernos aun con mayor precisión, que nunca renunciemos a la claridad, que nunca nos resignemos a la ambigüedad”, afirmó el prelado. Según la CIASE, la institución religiosa no solo ocultó, sino que permitió que los abominables crímenes continuaran ocurriendo. La CEF reconoció la “dimensión sistemática” de los abusos y la responsabilidad civil y moral de la Iglesia en su conjunto. Por su parte, los obispos portugueses se han comprometido a llevar una investigación interna, según el presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP(, José Omelas. Por su parte, la CEE no tiene prevista una investigación, ni interna ni externa. En la práctica ni siquiera las llamadas Comisiones Antiabusos diocesanas saben en qué consiste, realmente, su trabajo.
Ninguna institución investiga en España, tampoco en Italia, la pederastia del clero en el pasado pese a la inacción de la Iglesia Católica. Todo lo contrario de lo sucedido en Irlanda, en Bélgica, Holanda, Australia, Chile, Alemania, etc. Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Política de la Infancia de la ONG SAVE THE CHILDREN, dijo, de manera categórica: “No hay voluntad política de investigar nada”, para ella tendría que ser la ICAR la que encargara una investigación a una Comisión Externa. Y como dijo Cervantes, en Don Quijote de la Mancha, “con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho”. Con el oscurantismo cultivado durante dos milenios hemos topado en este y en otros asuntos, como la financiación de la multinacional que conocemos bajo el camaleónico nombre de Iglesia Católica Apostólica y Romana, con sede en Roma y sucursales por todo el mundo. Según la Moncloa, en España no hay ninguna iniciativa para investigar. Se remiten al principio de separación de poderes, siguiendo la Constitución española en su artículo 124. Veamos qué dice dicho artículo y se podrá comprobar que se utiliza para escabullir el bulto, y no comprometerse políticamente en un tema tan escandaloso como el que nos ocupa hoy. Art 124, apartado 1: “El Ministerio Fiscal, sin prejuicio de las funciones encomendadas a otros órganos, tiene por misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la independencia de los Tribunales y procurar ante éstos la satisfacción del interés social”. Más claro, blanco y en botella.
La Fiscalía podría intervenir de oficio en esclarecer los crímenes de abusos sexuales de la ICAR cometidos en territorio español. Si no promueven la acción de la justicia, en este caso concreto, es porque hay intereses ocultos y no tan ocultos para no meterle mano a los escándalos de pederastia en la Iglesia católica española. Pues es al Ministerio Fiscal a quien corresponde promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad. ¿Es que no tiene, la Fiscalía, ¿conocimiento de tantos actos delictivos de curas y religiosos cometidos contra la Infancia y la Juventud en España? Sólo en 2019, con Dolores Delgado al frente del Ministerio de Justicia, se hizo algo, pero el Informe de la Fiscalía del Estado duerme plácidamente en un polvoriento cajón. En España, hoy en día, se registra un mínimo de 350 casos y 945 víctimas, y ello sin una comisión independiente que investigue a fondo, sin trabas de ninguna clase, la realidad de lo cometido para que saliese a flote la verdad de lo sucedido en España desde, al menos, 1950 hasta 2020. Para Fernando García Salmones, que sufrió abusos en el colegio Claret de Madrid, “La Iglesia española es un caso vergonzoso, ya que no tiene ningunas ganas de encontrar la verdad”. Para Jesús Zudaire, víctima y activista: “En España podría haber una cifra similar de víctimas a la de Francia o más”. Teniendo el poder absoluto de la ICAR durante la dictadura franquista (1939-1975) y el ventajoso concordato de España con el Vaticano, la idea de que la cifra de casos fuera parecida a la francesa no es para nada descabellada. Decía el proclamado santo, por los euros del Opus Dei, ocultador nato de los abusos sexuales del clero, que “la verdad os hará libres”, ya se ve que una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo, es decir, buscar la verdad de la pederastia en España. Como dice el refrán, consejos vendo, pero para mí – léase Iglesia Católica española- no tengo. Es tan grande el cinismo de la ICAR, que el secretario general de la CEE, Luis Argüelles, llego a decir que la pederastia clerical: “son sólo pequeños casos”, utilizando el consabido, y tú más, pidiendo que se investigara a las federaciones deportivas, pero no a su entidad religiosa. Para él sólo el 0,8% de los casos de pederastia se dan en la Iglesia. Tal vez si se investirá a fondo a la Iglesia católica tendría que quitarle el cero coma.
Si hacemos un breve recorrido por algunos países se podrá comprobar la necedad de las palabras de los obispos españoles. Veamos algunos de los ejemplos más significativos que echan por tierra los filibusteros argumentos de la ICAR española. Australia: a petición de la primera ministra se creó una comisión real, con un informe final en 2017: casi 5.000 casos cometidos por 1.800 clérigos. El Gobierno australiano indemnizó a las víctimas con 40 millones de dólares (34,5 millones de euros). Irlanda: creó una comisión en 1999, el resultado fue que 1.300 sacerdotes irlandeses fueron acusados de abusos sexuales a menores. Alemania: el Gobierno, en 2019, montó una Comisión Independiente para apoyar a las víctimas de pederastia de cualquier institución. Financió un estudio que halló 3.677 casos entre 1946 y 2014. Bélgica: el Parlamento creó, en el año 2001, la Comisión para el Tratamiento de la Quejas por Abusos Sexuales en la Relación Pastora, fue un ente independiente. Dicha comisión recopiló 475 víctimas desde 1960. EE.UU.: fue la Universidad de Justicia Criminal de John Jay de Nueva York la que abrió una investigación en 2004, la cual concluyó que entre 1095 y 2002, al menos 4.392 clérigos habían abusado de más de 10.600 personas.