Es escandalosa la temporalidad y la precariedad del trabajo en España, lo cual requiere una respuesta contundente, decidida y ambiciosa por parte del Partido nada Socialista poco Obrero y recalcitrante Español (PSOE). Las continuas dudas y los muchos y bochornosos titubeos, de las últimas semanas, explican de manera muy fehaciente la actual decadencia de la que se llama a sí misma socialdemocracia, tanto en España como en el resto de Europa. Mientras que la corriente “progresista” hace hincapié en que en la actualidad vivimos una época dominada por el “pensamiento único”, basado en la liberalización, la desregulación y la privatización de la actividades económicas;  los “neoliberales argumentan que vivimos en un momento de carácter socialdemócrata, con muchos Estados hipertrofiados: enorme peso del sector público, ya que su gasto es muy elevado, por encima del 40% del PIB en casi todos los países desarrollados, a lo cual se añade el desproporcionado gasto social, que se mantiene más o menos constante, representando alrededor del 40% del total del gasto público.

¿Quién tiene razón? Que cada cual argumente su respuesta. Lo que sí es verdad es que España es, sin duda, uno de los Estados del “bienestar” de la Europa occidental con menor capacidad en la redistribución de la riqueza que genera el conjunto de la sociedad. El brutal aumento de las desigualdades y la impotencia de las democracias desarrolladas para impedirlas ha arruinado, de forma muy clara, esa expectativa de progreso. La idea de que las nuevas generaciones vivirán peor que las anteriores ha calado con mucha fuerza en el mundo que consideramos desarrollado, alcanzando nada menos que un 71% de respuestas en Francia y un 69% en España, según la encuesta realizada por el Pew Researh Center (es un think thank: laboratorio de ideas, con sede en Washington D.C.) en 13 países. Este pesimismo viene dado por la gran inseguridad proveniente del mundo laboral, del mercado de trabajo. La correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo se ha modificado a favor de las empresas, una prueba palpable de ello es la mínima cantidad de conflictos laborales que se producen en el mundo del trabajo. No hay equilibrio entre las empresas y los sindicatos. Se está pagando muy caro la brutal desmovilización que hicieron los sindicatos “mayoritarios” en la primera etapa de la llamada Transición Política (1977-1982), con la llegada del PSOE al poder y el apoyo del PCE y sus sindicatos correas de transmisión de sus intereses electorales.  

Afirman que hay poca sindicación, que no se llega ni al 10 %, pero no dicen que hay culpables directos de dicha desmovilización sindical, tantas traiciones por intereses partidarios tenían que tener consecuencias, y las ha tenido de una manera muy funesta para la Clase Trabajadora. Todo empezó con los Pactos de la Moncloa, firmados por PSOE y PCE y el Estatuto de los Trabajadores, firmado por UGT, y que dejó al mundo del trabajo en manos de la gran patronal CEOE. Los que ahora se presentan como salvadores, fueron en su día los que de forma rastrera y abierta traicionaron los intereses del mundo del trabajo. Todo el paripé sindical actual está encaminado a no perder sus poltronas, o lo que es lo mismo, sus pingües beneficios, con sus miles de liberados y liberadas, que viven a costa de las arcas del Estado, que le interesa, junto a la Patronal, el mantener a esos parásitos sindicales a cambio de no movilizar a las fuerzas del trabajo.

También hay otros factores que han contribuido a la situación en la que se mueve el mundo laboral: los cambios tecnológicos asociados a la digitalización, la desindustrialización, el auge del poder financiero y la conocida como globalización, que afecta al entramado productivo a favor de la deslocalización empresarial a lugares donde no hay derechos laborales ni sindicales. Por otro lado, la debilidad del trabajo frente al capital viene dada por otros varios motivo, entre ellos: 1) En muchos países avanzados la tasa de sindicación ha caído notablemente con respecto al que había en 1980. 2) Las rentas del capital como porcentaje del PIB han crecido en términos relativos frente a la renta salarial. 3) La recaudación por el impuesto de sociedades ha disminuido en muchos países, ello indica la fortaleza del capital frente al trabajo. En España las funestas consecuencias de este predominio son muy evidentes. Este estado de cosas, desmovilización del mundo laboral, posibilitó que el ministro Luis de Guindos (PP) llegara a decir que era necesaria, sin paliativos, una reforma “extremadamente agresiva” de las relaciones laborales para posibilitar, de una vez por todas, la recuperación económica, como así lo hizo en 2012.

La reforma laboral del PP, de 2012, facilitó la plena devaluación interna de España, pues se basó en recortes salariales, tanto mayor cuanto menos era el salario de los afectados y, sobre todo, a los más jóvenes que se incorporaban al mundo laboral. El mercado de trabajo en España con dicha reforma quedó profundamente dañado. Ser mileurista ya no era una lacra sino todo un privilegio, como llegó a afirmar, el cacique/dueño de Mercadona, Juan Roig Alfonso: los jóvenes tenían que estar contentos por cobrar 600 euros al mes, tener un trabajo (mínimo de 10 horas, ¡vaya chollo!) y estar afiliado a la Seguridad Social. ¿Qué se puede esperar de un país que tiene como empresarios a semejantes alimañas?

La situación laboral en España es una fuente de desigualdad de carácter permanente, y ello por los motivos siguientes: A) La tasa de paro es muy superior a la del resto de países europeos: B) Hay una tasa muy alta de temporalidad. C) Existe una elevada rotación en los puestos de trabajo. D) El alto índice de pobreza laboral. E) Abuso de la subcontratación. F) Finalmente, un gran fraude en el uso de figuras contractuales.

Tal como decíamos al principio de esta editorial, es urgente una decidida y ambiciosa intervención del Gobierno de Coalición: PSOE/Unidas Podemos. No basta con unos parches a la carta, sobre todo a gusto de la Patronal, hay que quitarle el derecho a veto relacionado con la reforma, hay que actuar a fondo y derogar la reforma de 2012, que se hizo contra la Clase Trabajadora. El PSOE y su ala centrista, junto con la gran patronal CEOE, piden consenso. ¿Qué consenso se tuvo en cuenta cuando el PP, sin consensuar nada con nadie, implantó su reforma? ¿Por qué la nueva reforma laboral, según Pedro Sánchez, se hará con “diálogo social y vocación de consenso”? “El Gobierno buscará un acuerdo con todas las partes justo y equilibrado”.  Esto es un guiño a la Patronal, como quería el PSOE. El Partido Socialista espera que dicha derogación cuente con el beneplácito de la CEOE, ¡vaya timo de la estampita! Si la reforma laboral deja cicatrices en la coalición de Gobierno, es simplemente porque el ala moderada del PSOE, la de las puertas giratorias, quieren no ponerse a mal con quienes después les ofrecerán un sillón en sus Consejos de Administración, que ya les hemos visto el plumero en numerosas ocasiones. Si quedan cicatrices es sólo culpa del PSOE, ya que se estaban saltando las líneas rojas del acuerdo de origen que posibilitó que Sánchez llegara a la Moncloa.

En ese acuerdo de origen, el PSOE y Unidas Podemos pactaron los cambios necesarios en la reforma laboral para hacer realidad la promesa de su derogación. Estos cambios eran: 1) Ultraactividad: “Derogación de la limitación al ámbito temporal del convenio colectivo haciéndolo llegar más allá de las previsiones contenidas en el mismo tras la finalización de su vigencia y hasta la negociación de uno nuevo”. 2)  Prevalencia de convenio:“Derogación de la prioridad de los convenios de empresa sobre los sectoriales”. 3) Subcontratación: “Limitar la subcontratación a servicios especializados ajenos a la actividad principal de la empresa”. 4) Contratación: “Simplificar el menú de contratos de trabajo. Reforzar el principio de causalidad en la contratación temporal y las sanciones aplicables a su uso fraudulento”. 5) Absentismo: “Derogación de la posibilidad de despido por el absentismo causado por bajas de enfermedad”. Este acuerdo fue aprobado por las dos partes en febrero de 2020. Dicho acuerdo no le parecía bien al ala claudicante del PSOE, y de ahí las tiras y aflojas en el seno del Gobierno “progresista”, cuya ministra de Trabajo, ella muy de izquierdas, va al Vaticano a pedir el visto bueno del papa Francisco a su actuación política en España. Ese papa tan comunista (al cual, PP y VOX, le tienen un odio visceral, llegando a decir que el Espíritu Santo tuvo un error de bulto al elegirle Santo Pontífice), el cual miraba para otro lado cuando la dictadura argentina tiraba al mar, por la ventanilla de los aviones, a los luchadores argentinos contra la dictadura de Jorge Rafael Videla.

Para entender el por qué Unidas Podemos le ha echado un órdago al PSOE, veamos lo que se pactó en su día para que Pedro Sánchez se instalara en el Palacio de la Moncloa, sede del Gobierno en España: 1) El Gobierno está comprometido con la derogación de la Reforma Laboral de 2012 en los términos que establece la Coalición y el Plan de Recuperación enviado a la Comisión Europea. La temporalidad y la precariedad son, junto al desempleo, las principales anomalías del mercado laboral español y estamos decididos a dejarla atrás. Es imprescindible disponer de herramientas equilibradas en la negociación colectiva y, al mismo tiempo, establecer condiciones claras para la subcontratación. 2) Sobre la base del trabajo realizado con los agentes sociales, hasta el momento, el Gobierno busca, a través del diálogo social, un acuerdo con todas las partes justo y equilibrado. Esta voluntad es la mejor garantía de obtener una reforma duradera dentro del acuerdo establecido con la Comisión Europea en el Componente 23 del Plan de Recuperación. 3) El objetivo del Gobierno es construir un nuevo modelo de relaciones laborales para el siglo XXI, que acompañe al proceso de modernización de la economía gracias a los fondos europeos, a través del diálogo social.  Pero como el protagonismo de la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz iba en aumento y podía ser una competidora en la carrera por la Moncloa en las próximas Elecciones Generales de 2023, el POSE quiso dar las riendas de las negociaciones a Nadia Calviño y estalló la tormenta política, hasta que el partido socialista tuvo que echar marcha atrás y ceñirse a lo pactado, porque si por ellos y ellas fuera, aquí no habría derogación de la reforma en los términos acordados, sino parches a la carta, que es lo que siempre ha realizado la socialdemocracia española, ella tan asustadiza y timorata a la hora de tomar decisiones de cierto calado laboral.

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