Floreal Rodríguez de la Paz
Ser libertario certifica responsabilidad, por ser caminantes con libre iniciativa para luchar y seguir caminando hacia la Acracia. Y siendo Acracia ese gran Ideal de libertades, crea, como no podría ser de otra forma, seguridad, firme propósito de sueños reales, posibles y necesarios para vivir, sobre todo, inmersos en la promesa libertaria. Y comentando promesas, entre las que se encuentran “la Acracia Libertaria”, pues queda un remanso poético, para que el disfrute de la Libertad tenga su propio escenario, al que siempre estaremos observando para aplaudir. Entre los sueños libertarios hay valores humanos inigualables. Son los libertarios el futuro desconocido, porque son los que más saben de Libertad. Y por ello es obligado entender que guste luchar y seguir los caminos ciertos para hacer y socializar la Revolución Social. Somos conscientes de que, a toda lucha, sea en clave revolucionaria o en clave teórica, va siendo necesario dar respuesta al silencio de la palabra. Todo argumento libertario será formado por el deseo que aproxime la Idea de la Revolución Social, desde la forma que, más y mejor, despeje lo que fuera pasado, es presente y necesariamente debe ser futuro: El Movimiento Libertario espera en la Sociedad Anarquista el disfrute de esos pensamientos de libertad, que puedan liberar a los ciudadanos, de tantas sombras límite ya que fueron el problema social desde que las sociedades son gobernadas con sistemas políticos de Estado. Y como nunca fuera posible llegar a la Sociedad Libertaria desde la composición, estructura de Estado, va siendo tiempo ya de que tales sueños despierten y comencemos a pensar en cómo preparar la estrategia para que las libertades del Anarquismo reciclen, de una vez por todas, lo que hasta la fecha sobra, porque nos lo niegan todo; pues valorar únicamente la Idea ‘libertaria’, no vale, no es suficiente, no convence, pues se trata del verdadero interés por el Movimiento Libertario. ¡Hay teorías que no solucionan nada! Necesitamos, pues, reforzar la verdadera ilusión, que bien podemos siempre expresar y escribir, también desde las luchas de la Acción Directa. Aunque parece que estamos anclados en puerto desconocido. Y elevar anclas permitiría navegar socialmente, a pesar de tantos conflictos políticos. ¡No vale el canto de gallos! La pelea es por algo que nos quitan; algo que nos roban; algo que nos aporta tristeza; algo que nos implica en todo lo que supone pena social; algo que obliga a creer en políticas de los gobiernos de Estado; algo que los poderes místicos hacen posible vivir junto a los dioses de paja, de cartón, con la obligación de obedecer leyes de sometimiento; algo que siempre encadena, limita, obstruye, impidiendo que los ciudadanos sean libres para la opinión; algo que desprotege cuanto intermedia entre el derecho personal y las obligaciones políticas desde el Estado. Y viene así desde que visionarios ‘adiestrados’ en todas las políticas parlamentarias, gobernadas por legisladores de Estado, que lo imponen para cumplir. Pues la ‘idea de ellos’, politizada hasta la médula, desorienta y obstruye, difuminando la auténtica forma civilizada para vivir desde la primera Cuna. Algo que enfrenta a los ciudadanos y ciudadanas a tener que sufrir permanentemente los atropellos de fastidio, consiguiendo en la conducta la resignación dolorosa, siempre innecesaria, condenable.
Cuesta creer en algo que supone pasión por ese otro Algo Libertario, por el que tanto insiste el Anarquismo, para que la civilizada costumbre de vivir sea posible sin estructuras de Estado. El Estado es innecesario para soportar la vida social. Debe saber la oposición a estas opiniones que la Sociedad, donde debemos vivir todos, el Estado no puede entrometerse en las conductas libertarias, por ser profundamente culturales, a pesar de los pesares. La legislación del
Estado, que ahora mismo certifica ser Ley, pues bueno, puede tener ‘algún derecho’, desde donde exigir sometimiento. ¡Pero nunca es ‘legal’ prohibir el criterio libertario! Y no puede certificar ‘nunca’, que los libertarios se sientan marginados: resulta incómodo, hasta violento, tener que soportar represión alguna. La Sociedad que legisla leyes, para separar a unos de otros, debe comprender que no es presentable dominar, negando que quienes no piensan como ‘ellos’ “quedan fuera de costumbres opositoras”. Y no caigamos en los valores falsos de los políticos de Estado; el pensamiento libertario, nada que ver, cuestionando los valores de libertad, pues en ningún caso es justificable que “los Libertarios” tengan que mendigar las libertades ausentes, porque al legislar escriban en los párrafos de ley que los que incumplan ‘lo establecido’ no serán participes de la vida social ciudadana.
No siendo justo permitir que gobernantes, mercenarios del gobierno de Estado, seleccionen las costumbres cívicas, diferenciando entre la naturaleza consuetudinaria a los ciudadanos que merecen respeto, de quienes quedan fuera de leyes, puesto que condenan la conducta de los hechos resultante de las políticas descerebradas de Estado.
Lejos de ser, pues, una entidad universal, imparcial, anónima, el Estado es la expresión máxima de los intereses de ciertos individuos y de ciertas clases. Lejos de ser la más perfecta encarnación del Espíritu, es la negación misma de todo Espíritu, pues nace de la cobardía y se nutre de los más mezquinos intereses. El Estado no contempla respeto a la “autogestión”, tal vez porque es uno de los valores del anarcosindicalismo. Claro que Bakunin siempre fue ‘federalista’, mientras que Marx, era, fue, un ‘acérrimo centralista’: Y la burguesía fiel al capitalismo sigue el ‘credo’ de los centralismos, incluidos los valores estrictos del frustrado y divergente ‘marxismo’.
La revolución es entendida por los anarquistas no como conquista del Estado sino como supresión del mismo. La conciben como la toma de posesión de campos, fábricas y talleres (de la tierra y los medios de producción) por parte de los productores.