Miguel Correas Aneas

Enviado por el Centre d’Estudis Llibertaris Federica Montseny de Badalona, llegó a mis manos, no hace mucho, un pequeño libro, en cuanto al tamaño (10,5 x 15cmts), pero muy grande en lo tocante a su contenido a lo largo de sus 166 páginas. Dos hechos hicieron que me pusiese, inmediatamente, a dar ávida cuenta de su contenido. El primero, el tema de la Pedagogía Libertaria ha sido a lo largo de muchos años, y lo es aún hoy día, uno de mis temas preferidos. El segundo hecho, ya en el terreno personal, tenía gran curiosidad por saber lo que Ana Sigüenza, ex Secretaria General de la CNT-AIT y militante anarcosindicalista, decía sobre el tema, ya que he sido de su misma profesión. Como militante de la CNT- AIT, hay que decir que ha sido la primera mujer, en España, en llegar a una Secretaría General de un Sindicato de la clase trabajadora. Ejerció su gestión desde octubre de 2000 hasta marzo de 2003. En el anarcosindicalismo, los cargos de gestión, si se llevan de manera autogestionaria y no de forma autoritaria, desgastan muchísimo, así que los períodos en los cargos son relativamente cortos.

El libro empieza con una breve introducción, en la que la autora destaca algunos de los problemas que afectan a la pedagogía libertaria. En primer lugar, la suerte que corre ésta en el tratamiento académico, la cual corre de manera paralela al gran silencio que rodea a todo lo que hace referencia al anarquismo en general. En segundo término, el Estado se apropia de algunas expresiones libertarias o antiautoritarias para sacarlas de su contexto y vaciarlas de contenido y tergiversarlas de cara a sus sistemas educativos, es lo que se conoce como pedagogismo seudorrenovador. En tercer lugar, y frente al modelo estatista, el pensamiento y las praxis educativas libertarias están en constante evolución. En esta práctica libertaria es imposible dar “recetas” que se conviertan en un “catecismo de la educación libertaria”. Su fuerza radica en que no es una doctrina. Como muy bien señala Ana Sigüenza: “La pedagogía libertaria aglutina diferentes análisis y enfoques teóricos, de ahí su permanente actualidad: porque las doctrinas se suelen quedar obsoletas”. Y termina, apuntando en cuarto lugar, que los planteamientos y realizaciones libertarias son utópicas, y demasiados novedosos para ser generalizados, tomados como elementos referenciales para el conjunto de la ciudadanía. Desde el punto de vista pedagógico, como afirma Ana, la utopía es necesaria, ya que ninguna iniciativa ha de darse por terminada, considerada perfectamente acabada. Como escribe la autora, la educación libertaria: “es un proceso sin fin que las personas y generaciones futuras seguirán construyendo o creando para responder mejor a las necesidades y circunstancias de la vida”. Esta parte del libro la termina Ana Sigüenza con unas acertadísimas palabras. Éstas son: “La acusación de falta de realismo de las propuestas libertarias no resisten un mínimo contraste. ¿Acaso es más realista pretender que se pueda llegar a una sociedad solidaria y sin privilegios desde el autoritarismo? ¿O a la sociedad igualitaria desde las urnas? Hay miles de experiencias educativas impregnadas hasta la médula de elementos anarquistas”.
Después de la aclaradora introducción, viene un apartado que, de manera muy escueta pero muy acertada, señala las principales características generales de la pedagogía libertaria, las cuales están presentes desde los orígenes del movimiento anarquista, según escribe la autora. Éstas son:

  1. Está ligada a la exigencia de libertad en la vida individual y asociativa.
  2. Es sinceramente rebelde contra cualquier forma de opresión y de adoctrinamiento.
  3. Supone realizar un esfuerzo desde lo negativo hacia la auténtica condición humana asegurando el desarrollo de su Personalidad, en equilibrio con la convivencia.
  4. La acción educativa implica un desarrollo militante hacia una acción educativa orientada a la negación de prejuicios.
  5. Rechaza la “tradición” para evolucionar como individuo o como sociedad, la cual es sustituida por el racionalismo.
  6. Es coeducativa, cooperativa y diversa.
  7. El camino educativo clásico, según la idea anarquista, tiene dos vertientes: a) La no adaptación al orden establecido por la Iglesia, el Estado y la familia, además de la cultura oficial difundida por los medios de comunicación. b) la potenciación del impulso natural de todo humano hacia la libertad interior y exterior. Favorecer la razón, la iniciativa, la responsabilidad y el respeto a la convivencia.
  8. Las órdenes ceden el paso a la persuasión razonada y al ejemplo.
  9. Frente a la homogeneidad: respeto al ritmo individual de aprendizaje de cada persona.
  10. Rechazo de la coacción, premios o castigos, y como mecanismo de regulación la autodisciplina en beneficio de la colectividad, sin pérdida de la individualidad.
  11. Contra los programas establecidos: contenidos de la realidad, no obligatorios.

El siguiente apartado del libro Las constantes ideológicas de la pedagogía libertaria es de gran interés, pero por no hacer muy extensa esta primera entrega, voy a transcribir la cita que Ana hace de la opinión de Bakunin sobre la Utopía, la cual refleja a la perfección lo que se dice en dichas constantes ideológicas: “Es en busca de lo imposible que el hombre ha realizado lo imposible. Los que sabiamente se han limitado a lo que les parecía posible no han dado nunca un solo paso”. Eso es la UTOPÍA, dar un paso adelante hacia lo que cambia de verdad a las personas y a la humanidad en su conjunto. Sin utopías no hay avances hacia un mundo mejor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *