Miguel Correas Aneas
Como en todas las actividades humanas, tanto las personales como colectivas, cualquier movimiento de orientación revolucionaria, o de otro tipo, lleva consigo acciones tanto positivas como negativas. Saber discernir unas de otras es la tarea ineludible de sus componentes. Para ello cada uno tiene que aportar su punto de vista y contrastarlo con los demás. Cada persona tiene su propia valoración de los hechos, en función de su trayectoria vital, de educación familiar, de su relación con el resto de la comunidad a la que ha pertenecido o pertenece en ese momento. Son muchos y variados los juicios que se producen en cualquier grupo humano, por lo tanto, el punto de vista individual es enriquecedor para el colectivo, pero lo importante es cómo lo personal se integra en el interés común, nada de imposición sino de acuerdo entre iguales. Hay que rechazar las acciones negativas y hay que apostar por las que son positivas para el conjunto del grupo.
Siguiendo lo anteriormente señalado, hay que decir que la labor del movimiento de Mujeres Libres fue, en su conjunto, muy positivo en relación con la labor cultural y formación de la mujer que realizaron las componentes de la Agrupación Mujeres Libres. Muchos de los postulados básicos de las compañeras de aquellos años han sido reivindicados por los actuales movimientos feministas, sin mencionar su origen ideológico: igualdad de salario a trabajo igual, compartir el trabajo de la casa por la pareja, libertad de unión, control de natalidad, etc. Cada generación de mujeres, individual o colectivamente, siempre ha dejado su impronta, que las siguientes generaciones han recogido y la han adaptado a las nuevas circunstancias que les ha tocado vivir. A veces no saben con exactitud de dónde les viene, pero eso es una cuestión secundaria, la propiedad de las ideas y de las acciones no es patrimonio de nadie. Lo importante es que la lucha siga y que lleguen los avances y las conquistas de todo tipo, y que éstas sean beneficiosas para la mujer y para toda la sociedad.
En noviembre de 1994, Gracia Ventura Fortea (compañera de José Peirats), en lo relacionado con la participación del hombre en la lucha de la mujer por conseguir su emancipación, escribió unas palabras que todavía mantienen su total vigencia, y que no siempre están en la línea actual del pensamiento feminista. Ella afirmaba lo siguiente: “Siempre he sido de la opinión de que hay que comprometer al hombre en todas las reivindicaciones para que su eficacia y realidad se cumpla más pronto. Tenemos que acostumbrarnos a mirarnos como seres humanos que necesitamos los unos de los otros. No hay compartimentos estancos Hombre/Mujer, sino seres que comparten el bien y el mal de esta sociedad, deseando una vida más libre, justa y más comprensiva. De no ser así, la evolución llegará, pero mucho más lentamente”. En la práctica actual del feminismo hay, como es lógico, diversas corrientes dentro del mismo, y cada una ve a su manera la participación del hombre en esa lucha. Pero una cosa es incuestionable: el hombre no debe pretender continuar con el protagonismo hegemónico que ha tenido y tiene en la sociedad. Y, sobre todo, si quiere actuar en defensa de los derechos de las mujeres, y mucho menos si participa en las reivindicaciones feministas. Puede y debe ayudar en la lucha contra la discriminación social de la mujer en los diferentes aspectos, que hacen que las mujeres estén en un segundo término. A lo que no están dispuestas las mujeres, y con toda la razón del mundo, es a que sea el hombre el que se erija en el abanderado del cambio, pues, de ser así, no habrá un cambio real, sino un burdo simulacro, que no servirá para nada. Los hombres tienen, tenemos, que estar en un segundo plano, y apoyar de manera solidaria y honrada la lucha del movimiento feminista.
La Agrupación Mujeres Libres de los años treinta fue única, por varias razones, que la diferenciaba del resto de organizaciones que luchaban por los derechos de las mujeres, tanto en España como en el resto del mundo. No fue creada para ayudar a la mitad de la Humanidad, las mujeres, excluyendo al hombre y presentarlo como el culpable absoluto de todos los males de la mujer. Aunque afín al Movimiento Mibertario, Mujeres Libres, mantuvo siempre su plena autonomía, cosa que no sucedía con otros grupos de mujeres que estaban bajo la tutela del partido político correspondiente. Fue un grupo de mujeres con una impronta revolucionaria y ocupado, específicamente, en ofrecer ayuda práctica, educación y realización personal a la mujer, aunque también en luchar activamente por la emancipación de todos sin excluir a nadie. No malgastó su tiempo y sus energías en discutir y escribir sobre la teoría de la opresión de la mujer, de la pobre mujer por el malvado hombre, pues esa ocupación no les permitiría ayudar a las mujeres pertenecientes a las clases sociales con grandes desventajas y pocas oportunidades para salir de su nefasta situación: la gente pobre y las mujeres de la clase obrera. Esos debates eran realizados por las mujeres de la clase pudiente, que tenían resuelto su modus vivendi, aunque fuese bajo la protección del hombre.
Aun siendo una organización de carácter anarquista, su enfoque estaba orientado hacia la liberación social, política, cultura, sexual de la mujer mediante la información y la educación, ayudando en todo momento a que la mujer tomara sus propias decisiones, partiendo de su formación en los diferentes aspectos de la vida social. No pretendían adoctrinar a las mujeres a las que ayudaban, su intención primordial era que ellas mismas llegasen a respetar y comprender el anarquismo a través del ejemplo personal presentado por Mujeres Libres, y no por un simple adoctrinamiento. A diferencia de las ramas femeninas de los partidos políticos, Mujeres Libres fue siempre una organización completamente autónoma de la CNT y del movimiento anarquista en general. En la Agrupación Mujeres Libres, como en la CNT, no existió nunca jerarquía de ningún tipo. Fue, siempre, una organización verdaderamente anarquista y democrática, sin permitir que la adhesión al poder y el control frustrara sus esfuerzos por ayudar a la mujer y a la humanidad en general.
La labor de la Agrupación de Mujeres Libres fue siempre constructiva, y los esfuerzos en el campo de la cultura y la formación de la mujer, también fueron constantes. En su Congreso Nacional (la Federación Nacional de Mujeres Libres se había constituido en el Pleno celebrado en Valencia, calle de la Paz, en agosto de 1937) se tomaron unos acuerdos que reflejan de manera meridiana la profundidad de su labor: A) intensificación de las escuelas de adaptación al trabajo que, dentro de las Industrias y de los Sindicatos, vienen actuando desde agosto de 1936, en las localidades más importantes. B) Creación de escuelas técnico-profesionales para la mujer. Coordinación nacional de las Secciones de Trabajo organizadas por Mujeres Libres en diversas localidades. C) Colaboración con los Comités de Refugiados, poniendo cuantos medios estén a nuestro alcance, con el fin de ayudar eficazmente en tan angustioso problema. D) Ampliación de las Secciones de Solidaridad al frente y a los hospitales. E) Creación e intensificación de los Institutos “Mujeres Libres” donde se facilite rápidamente a las trabajadoras una preparación elemental, conocimientos técnicos, cursos preparatorios para enfermeras y puericultoras, peritajes diversos, etc.
Una de las cuestiones más espinosas a la que tuvo que enfrentarse Mujeres Libres fue el de la prostitución. Para ellas la mayor parte de las personas tienen un concepto estrecho y unilateral de la prostitución. Sólo conocen la prostitución del sexo, es decir, la venta del cuerpo femenino en la calle, o en establecimientos adecuados. No se ajusta, en absoluto, a la amplitud real del problema. Si nos atenemos al significado verdadero, veríamos personas respetables envilecerse y hundirse en la vergüenza y que forman parte de instituciones más o menos respetables. Así pues, la mayoría de las personas se quedan con la idea vulgar y paralizada de prostitución: cambio por cualquier cosa, distinto del amor, de las caricias que sólo corresponden al amor. Aunque el problema es complejísimo. La solución no llegará hasta que se produzca una Revolución salvadora, según entendían Mujeres Libres. Para ello proponía unas medidas eficaces contra la prostitución. En primer lugar, y por encima de todo, la mujer ha de ser económicamente libre, ya que sólo la libertad económica hace posible las demás libertades, tanto en los individuos como en los pueblos. Por tanto, libertad e igualdad económica: igualdad de salarios, igualdad de acceso a todos los medios de trabajo, etc. Toda la propaganda, todas las acciones en favor de la familia, de ese ficticio y nefasto calor hogareño, mantienen a la mujer en su posición de siempre: alejada de la producción y sin derecho alguno. Es una verdad axiomática que los deberes de trabajadora y de ama de casa se excluyen mutuamente.
Un aspecto de su ideario que más me ha emocionado, debido a mi profesión relacionada directamente con la enseñanza de niñas y niños, es el que hace referencia al tema educativo. En su revista Mujeres Libres ofrecían páginas llenas de amor y armonía, como éstas: “Un ser dotado de bellos sentidos y bien preparado es un ser que dispone de un alma magnífica, de un alto poder intelectual y sensible”. Esas valiosas páginas, que demostraban una profunda espiritualidad, iban firmadas con el seudónimo de Florentina (Carmen Conde), en uno de los artículos afirmaba que: “(…) la bondad no es ni el sacrificio ni el dolor, la bondad es la alegría, la salud, la comprensión, la compenetración”. Además de la vida sana y natural, sin complejos que menosprecien a los demás. En materia de enseñanza eran unas mujeres muy avanzadas, su preocupación por la formación de los maestros, para hacerles capaces de impartir clases a niñas y niños, así lo demuestra. Para ello comenzaron por establecer unas cuantas afirmaciones claras y fundamentales. Aquí se puede ver la transcendencia que había tenido la Escuela Moderna de Francesc Ferrer i Guàrdia, y su proyección en las Escuelas Racionalistas.
Ellas resumieron esas ideas básicas en los siete puntos siguientes: 1) La Pedagogía, considerada como ciencia, debe sentirse como arte, debe apoyarse en esa disposición íntima y creadora que se llama inspiración. 2) La inspiración pedagógica enseñará al maestro a descubrir en cada niño y en cada momento la verdad viva que cada y niño y cada momento imponen. 3) No hay doctrina racionalista tan excelente e inefable que pueda ser impuesta como razón suprema a todas las mentalidades infantiles. En el niño hay más. 4) El maestro con inspiración amará, no a los niños en abstracto, amará a cada niño. Así, comprenderá cada niño, aprenderá de cada niño, sabrá enseñar a cada niño. 5) El maestro bueno medirá con la más exacta medida psicológica la sensibilidad de cada niño y dará matemáticas al que la tiene aguda y música al que la tiene escasa y lenta. 6) Se evitarán esos nefastos estímulos externos de premios y castigos, esa mezquina competencia, esa rivalidad de la llamada emulación. 7) las clases deben tener pocos niños. Síntesis: El maestro bueno no habría podido ser sino maestro; llevará su misión como una gracia y le horrorizará que se pueda “ejercer” como una profesión. Creerá y sentirá la vocación. Que nadie sin fantasía, sin intuición, sin inspiración, se crea maestro.
La preocupación por la enseñanza de los niños era intensa. Cuando doy clases no regladas, aun en la actualidad, con setenta y tres años, sigo haciéndolo en el colegio en el que me jubilé en el 2007. Siempre digo niñas y niños, pues no me gusta el inclusivo niño, para designar a todos los que forman el grupo clase. El cual, en algunas ocasiones, está formado por más niñas que niños. Se da la paradoja que, en colegios de Primaria, es abrumadora la diferencia entre maestras y maestros, a favor de las primeras y cuando se refiere al Claustro del centro escolar, se dice Claustro de Maestros. Hubo un año en el que éramos cuatro hombres y veinticinco mujeres, a pesar de ello, cuando había que informar de algo a todo el claustro, se decía: avisad a los maestros. Hay también que avanzar en la forma de utilizar el lenguaje, de aplicar las palabras, ya que lenguaje no es neutro, y tiene su ramalazo de machismo encubierto, y la mayoría de las veces de manera abierta y contundente, como hace la RAE. Termino afirmando que el Movimiento Libertario no estuvo a la altura de lo que necesitaba Mujeres Libres. Su petición de formar parte de él, fue rechazada. Aunque, en honor a la verdad, hay que dejar escrito que las Juventudes Libertarias (JJ.LL.) y la Federación Anarquista Ibérica (F.A.I.), junto con Ateneos Libertarios y Escuelas Racionalista, dieron su apoyo material y económico a sus múltiples actividades culturales y de otro tipo.