Con 96 años ha muerto Avelina. Hija de una familia confederal comprometida con los momentos más álgidos de la lucha revolucionaria, sus primeros años de juventud fueron en Hora, entonces un barrio periférico de Barcelona.
Después de la Revolución y la guerra, le tocó cruzar la frontera francesa con su madre, mientras su padre seguía luchando en la 26 División. A éste lo encerraron en el Campo de Concentración de Vernet-d’Ariege.
La “manta” solidaria en la salida de un mitin en la sala de la Mutualité, en París. Avelina está en el centro
Después de experimentar la solidaridad de los franceses humildes, con la ocupación del territorio por los nazis a Avelina y su madre las encerraron en el Campo de Riudecros, especializado en “extranjeras peligrosas”. Alli estuvieron dos años, entre alambradas, con las tremendas nevadas del invierno.
En 1942, por fin pudieron reunirse con su padre, en Mauriac, y allí se hicieron cargo de Colette Durruti, que ya había convivido con ellos en Barcelona.
Después, ya en la región parisina, fue la vida del largo exilio, en una casa solidaria abierta a todos, siempre con la certeza que se llevaba “un mundo nuevo en nuestros corazones” hasta este triste día de marzo.