Bruno Servet

Por si alguien piensa, cuando lee mis artículos, que soy un vulgar ateo (que lo soy) y un anticlerical empedernido (que lo soy), esta vez, y sin que ello sirva de precedente, no voy a empezar criticando a la Iglesia Católica Apostólica y Romana (ICAR en acrónimo) por su postura en el tema de la eutanasia (¡Dios me libre de tal cosa!). Aunque ella vendrá más tarde, la perorata contra la jerarquía eclesiástica, en esta ocasión voy a empezar con las palabras de uno de su propio gremio, el cual tiene la valentía de decirles a la cara verdades como catedrales, valga por esta vez la ripiosa metáfora. Me estoy refiriendo al teólogo español Juan José Tamayo (nacido en Amusco-Palencia, 1946), secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII y seguidor de la Teoría de la Liberación. Doctor en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas, en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid y profesor emérito de la Universidad Carlos III de Madrid. En su magnífico libro -casi de obligada lectura sus 223 páginas para conocer la realidad actual de la ICAR- que tiene un sugerente título: La internacional del odio. Con temas tan candentes como: Brasil, epicentro del cristoneofascismo; La internacional cristoneofascista, al asalto del Poder blandiendo la Biblia; Principales manifestaciones de odio; La construcción del discurso del odio; ¿Cómo deconstruir el discurso del odio?; Alternativas al discurso del odio. El libro no es sobre temas teológicos, sino sobre temas de rabiosa actualidad en relación con las actividades de las iglesias que tienen a la Biblia como centro de su ideología.
Antes de nada, veamos cuales son las afirmaciones del teólogo: “En julio de 2019 el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid (disculpad, un inciso por mi parte. Qué casualidad más divina, que los arzobispos que rigen los destinos de la feligresía de la capital del Rey-no de España, sean siempre más fachas que Benito Mussolini. Fin del inciso), en declaraciones a Radio Nacional, apeló a Dios para ofrecer una fundamentación divina a la negativa a la eutanasia. Afirmó que la Iglesia siempre defiende la vida, opta por dar la vida y mantener la vida, y justificó dicha afirmación en que nosotros no somos dueños de la vida, sino que “el dueño de la vida es Dios y él tiene la entereza de darnos la vida, del comienzo, y también la capacidad para entregarnos el final”. ¡Qué manipulación de Dios, hasta convertirlo en un sádico que disfruta con el sufrimiento humano y decide quitar la vida humana a
La Iglesia Católica y la Eutanasia
Bruno Servet
arbitrio!”. Qué razón tiene el teólogo palentino. De verdad que no se acuerdan de que de 1936 a 1939 eran ellos los que disponían de la vida de miles de españolas y españoles, a quienes mandaban fusilar, mediante el brazo ejecutor de sus esbirros fascistas, en nombre de la Santa Cruzada nacionalcatolicista. Entonces Dios no tenía nada que decir de tantos asesinatos cometidos en su nombre. Sólo se pronuncia cuando una ley hecha por los legisladores civiles no le es de su agrado, porque ellos creen tener la verdad absoluta. Cómo tienen el cinismo de hablar de vida y muerte, cuando la Cruzada del 36 causó cientos de miles de muertos. En aquel momento por qué no pidieron la opinión del dador de la vida y de la muerte. ¿Es que le consultaron y él, Dios infinitamente misericordioso y bueno les autorizó semejante genocidio? A quién pretenden engañar con sus mentiras interesadas.
A vosotros, todos hombres con faldas, ni os importa la vida ni la respetáis, sólo os movéis para conservar vuestros espurios intereses, y si tenéis que matar, pues matáis, tal como habéis hecho durante mil setecientos años de historia, cuando el Emperador Constantino os creó de la mente de dos farsantes. Por qué hacéis tabula rasa de vuestra colaboración con el nazismo alemán, bendiciendo los tanques del genocida Adolfo Hitler; los aviones de la muerte en Argentina o los bombardeos de Augusto Pinochet en Chile contra una población atemorizada e indefensa, y un largo etcétera. En esos lugares las vidas de las personas no valían nada, no eran hijas e hijos de ese Dios que ahora invocáis para ir en contra de la Ley de la Eutanasia. Como está escrito en vuestro libro de cabecera, la Biblia, sois unos sepulcros blanqueados, con doble moral, una para los demás y otra para vosotros. Pero sigamos con las palabras del teólogo en relación con la eutanasia: “Al cardenal Osoro se le olvidó un importante detalle, que como jerarca eclesiástico debería conocer: que Jesús no defendió la vida en abstracto y en cualquier situación, sino que habló de una vida digna y plena, cuando dijo: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Evangelio de Juan 10, 10). Y todavía más: Jesús no legitimó el sufrimiento ni le dio sentido redentor, como ha afirmado la teología tradicional. Todo lo contrario: se solidarizó con las personas sufrientes, luchó contra el sufrimiento y contra las causas que lo producían y propuso en dos ocasiones como imperativo categórico este principio: “Misericordia quiero, no sacrificio” (Evangelio
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de Mateo 9, 13), y “si supierais que significa ‘misericordia quiero y no sacrificio’, no condenaríais a los inocentes” (Evangelio de Mateo 12,7). Este principio se inspira en la ética compasiva y no sacrificial de los profetas de Israel, concretamente en el profeta Oseas, quien afirma: “porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocausto”. Se encuentra en plena sintonía con Epicuro, para quien la filosofía es el arte de la vida y su motivación fundamental es aliviar el sufrimiento humano: vana es la palabra de aquel filósofo que no remedia ninguna dolencia del hombre. Pues, así como ningún beneficio hay en la medicina que no expulsa las enfermedades del cuerpo, tampoco lo hay de la filosofía, si no expulsa la dolencia del alma.


A continuación, voy a enumerar los principales argumentos que la ICAR utiliza para defender el no a la eutanasia, o lo que es lo mismo, a esta Ley de eutanasia, para que sepamos en que se basa la postura de la ICAR, el Comité Español de Bioética, la Organización Médica Colegial en lo tocante a su negativa a dicha ley. He aquí los argumentos: 1) La eutanasia mata. 2) La eutanasia no sirve para evitar el sufrimiento. 3) Uno de los sufrimientos peores es el del arrepentimiento tardío. 4) La eutanasia es irreversible. 5) La eutanasia no es consecuencia de la libertad, sino que es su víctima. 6) Una ley sobre la eutanasia empuja a la muerte… porque “va de legal”. 7) La eutanasia legal favorece el suicidio. 8) La eutanasia no aumenta la autonomía personal, e incluso puede reducirla. 9) No: “más opciones” no es más libertad. 10) La eutanasia busca aligerar los costes del Estado en sanidad y pensiones. 11) Es para eliminar pobres: los ricos no utilizan la eutanasia. 12) La eutanasia pervierte la piedad. 13) Contra el dolor, cuidados paliativos y acompañamiento. 14) El gran objetivo humano: cuidados paliativos para el 100% de la población. 15) Con la eutanasia, el Estado no invertirá en cuidados paliativos. 16) No te creas las promesas de los políticos. 17) La eutanasia legal, puesto que vivimos en una economía de mercado, enseguida se convierte en un negocio. 18) La eutanasia legal presiona: menos “deber de cuidar”, y más “deber de morirse”. 19) La eutanasia o suicidio asistido deteriora la confianza médico- paciente. 20) No sería eutanasia para “terminales”, ni “voluntarios”. ¡Cuánta demagogia! Me quedo con las ganas de refutar uno a uno los 20 argumentos expuestos anteriormente, pero un artículo no da para tanto, y, además, me quedan muchas otras cosas importantes que exponer.
Veamos algunas de las claves de la Ley de Eutanasia. En primer lugar, decir que la ley de eutanasia fue aprobada en el Congreso de los Diputados (Cámara baja) el jueves 18 de diciembre de 2020, con 198 votos a favor y 138 en contra y dos abstenciones. Si no se aprueban enmiendas en el Senado (Cámara alta), dicha cámara ratificará la nueva ley, que legalizará la eutanasia. Los aspectos más sobresalientes de la ley son: qué regula, quién puede pedirla, cómo se confirma que el interesado actúa libremente, quién debe autorizar el proceso, cuánto dura el proceso, quién y cómo se forma la comisión de evaluación, dónde y quién la aplica, cómo está la regulación internacionalmente, pueden negarse los médicos y médicas, con qué apoyos y rechazos cuenta.
La ley regula la eutanasia activa, que es la acción por la que un profesional sanitario pone fin a la vida de un paciente de manera deliberada y a petición de éste. Dicha acción se tiene que producir dentro de lo que se conoce como contexto eutanásico por causa de padecimiento grave, crónico e imposibilitante o enfermedad grave e incurable. Para poder pedirla hay que tener la nacionalidad española o residencia legal en España o certificado de empadronamiento que acredite un tiempo de permanencia en territorio español superior a 12 meses, tener mayoría de edad y ser capaz y consciente. A diferencia de las leyes de Países Bajos (Holanda) y Bélgica, que sí incluyen a los menores, en España no se da esa circunstancia, por lo que no hay que consultar a su entorno. El proceso en esta ley es “extremadamente garantista”. El interesado debe solicitar por escrito dos veces la petición con una separación de 15 días. Se tiene que hacer patente que no es el resultado de ninguna presión externa. Después de la segunda petición tiene que haber una reunión médico/médica -paciente para asegurar que éste sabe lo que pide. Aunque la Comisión de Evaluación apruebe el procedimiento el paciente deberá asentir. En cualquier momento el interesado puede detener el proceso. El paciente debe contar con la aquiescencia de su médico y éste debe pedir la opinión de un facultativo consultivo, que no pertenezca al equipo médico responsable. Si la solicitud es rechazada por el pleno de la Comisión, el paciente podrá acudir a la “jurisdicción contencioso-administrativa”.
El proceso sigue los siguientes pasos. En primer lugar, un período de 15 días entre las dos solicitudes del paciente. Después, 24 horas hasta que el médico/médica consulte con un especialista ajeno al caso. Éste tendrá 10 días para contestar. Tres días para comunicarlo a la Comisión de Garantías. Dos días más por parte de la dirección de la Comisión para nombrar a los expertos que van a avalar la petición, y éstos tendrán 7 días más para decidir, y dos más para comunicar al Presidente/Presidenta de la Comisión su resolución. Pueden pasar como máximo 40 días desde la primera solicitud hasta que el médico/médica reciba el visto bueno. La denominada Comisión de Garantías y Evaluación es el hecho diferencial entre la ley española y las que existen en Europa (Países Bajos/Holanda, Bélgica y Luxemburgo). En estos países basan la decisión en el criterio del médico del paciente y otros dos compañeros/as más.
La prestación de ayuda para morir (eutanasia o suicidio asistido) se realizará en centros sanitarios públicos, privados o concertados, y se llevará a cabo en el domicilio del paciente. Su aplicación corre a cargo del médico o la médica responsable del proceso. Fuera de los tres países nombrados anteriormente, hay ley de eutanasia en Canadá, Nueva Zelanda que entrará en vigor a primeros de 2021. Los médicas y médicos podrán se objetores, pero lo tendrán que hacer anticipadamente y por escrito. Corresponde a la Administración sanitaria velar para que la renuncia de las sanitarias y sanitarios no menoscabe el acceso a la calidad asistencial de la prestación. Para la aprobación de esta nueva e importante ley, el Gobierno de Coalición formado por PSOE/Unidas Podemos, ha contado con el apoyo de todos los grupos parlamentarios, menos PP, VOX y Unión del Pueblo Navarro. Alguna encuesta, más o menos interesada, daba en 2019 un apoyo del 87% de la población española. Muchos, el porcentaje no lo dieron, de los que apoyan la eutanasia son votantes de derechas y católicos practicantes, que están a favor de una ley de eutanasia. Al fin, algo se ha avanzado, mal que le pese a los jerarcas de la ICAR y sus acólitos de la derecha reaccionaria y fascista: PP, VOX, Hazte Oir, Kikos, el Yunque, Movimiento Neocatecumenal, etc.

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