Reyo Guevara, por 27 Millones

 

La «Suiza» de Medio Oriente, sostenida con masacres internas para cuidarle la espalda al gendarme sionista de Israel

Con el criminal estallido de las 2.750 toneladas de Nitrato de Amonio en el puerto de Beirut, el pasado 4 de agosto, se hizo pública la ruinosa decadencia de ese pequeño país de Medio Oriente.

Los medios de prensa han dado abundantes datos no solo de la destrucción del estallido, sino también de la crisis que arrastra el estado libanés, desde hace más de una década, llegando al colapso actual, agravado por la destrucción de un tercio de la ciudad capital, aledaña al puerto, por la “bomba” de la ineptitud y abandono estatal de las bodegas portuarias.

La historia del último siglo del pueblo libanés está ligada directamente al martirio del «pueblo sin territorio» palestino, desde que fuera invadido y despojado, finalizada la segunda guerra mundial. Esta es la causa de las luchas intestinas en los últimos 50 años del Líbano, y que el periodismo pro-sionista oculta.

Si bien el Líbano conquistó su independencia del imperialismo francés en 1943, cinco años después, en 1948, fue invadida Palestina y luego su población aterrorizada para que abandonara masivamente su territorio. Acto seguido declararon la fundación del estado de Israel.

Las potencias imperialistas occidentales, luego de culminar la terrible masacre mundial, debatían el nuevo orden mundial, el reparto de los negocios y la importancia estratégica que tenía el petróleo de Medio Oriente, que enseguida fue el combustible para la reconstrucción de Europa, Japón y alimentar la gigantesca industria de USA. Para ello, fueron las conferencias de Teherán en 1943 y luego la de Yalta-Potsdam en 1945.

Ante el pánico e inseguridad que tenían las grandes petroleras y sus bancos, por la ola independentista del mundo árabe, se ponen de acuerdo en montar un gran gendarme que les garantice el saqueo petrolero y su transporte marítimo. Esa fue la razón histórica de fundar en el territorio palestino un estado artificial como Israel, armado y financiado por EE.UU.

Acto seguido, declararon la fundación del estado de Israel, apoyado por los nuevos caciques triunfadores de la II guerra mundial: Truman-Churchill-Stalin. Quedando la población palestina arrinconada en los guetos de Gaza y Cisjordania, mientras la mayoría fue enviada al destierro, siendo Jordania y el Líbano los países que les dieron refugio.

El amplio movimiento independentista árabe, lo controlaron masacrando a los pueblos trabajadores árabes y colocando a las burguesías nativas como socias menores. Para aceitar el dominio de clase, en cada estado árabe organizaron una variada cantidad de sectas religiosas, para asegurarse la división del pueblo explotado. Y cada vez que lo necesitaron, organizaron sangrientas conspiraciones entre ellas, que luego las llamaron «guerras religiosas», para encubrir que se trataba de guerras internas fratricidas de exterminio.

Este comprimido relato histórico – me parece- es esencial para comprender los sucesos en curso en el Líbano. Pues, en este pequeño estado de apenas 10 mil Km. cuadrados, con su independencia le impusieron un régimen totalitario llamado de Reparto. Que consistía en repartirse los tres cargos más importantes de gobierno entre los jefes religiosos cristianos/maronitas, chiitas y sunnitas. Aunque quedaron reconocidas 18 sectas religiosas.

La llegada de millares de refugiados palestinos, en varias oleadas, desestabilizaron el régimen de «reparto», agravándose la situación cuando Israel, en 1965, en la conocida «guerra de los seis días», expulsó más palestinos de sus territorios e incluso invadió el sur del Líbano.

Los impactos a nivel mundial del “Mayo francés” en el ’68 -’70, llevó a que millares de parias que estaban hacinados en los campos de refugiados se organizaran masivamente en las filas de la OLP -Organización para la Liberación de Palestina-, y presionaran a que se enfrentaran a las FF.AA. asesinas sionistas.

Similar escenario se desarrollaba en Jordania. Para aplastar esta radicalización de masas anti sionista, organizan una sangrienta guerra interna, que empezará en 1975 y que durará 15 años, dejando más de 200.000 muertos, un millón de heridos y un millón de desplazados. Como parte de este operativo contrarrevolucionario, bandas paramilitares pro sionistas libanesas, Cristiano-Maronitas, masacraron a 6.000 palestinos en los campamentos de Sabra y Chatila en el año 1982, siendo en su mayoría mujeres, niños y ancianos desarmados.

Semejante masacre tenía un sólo objetivo: Liquidar a la población trabajadora palestina y del Líbano que se enfrentaba al gendarme sionista, que tendía a poner en pie una verdadera guerra civil de clases para recuperar el territorio palestino.

ACUERDOS en 1989 de Taif

Los jefes de las pandillas que guerrearon entre ellos, usando de carne de cañón a los explotados/as libaneses y palestinos, dejaron la clandestinidad en 1989-’90 y se reunieron en la ciudad saudita de Taif, luego de repartirse negocios y el poder; se desarmaron y renovaron el régimen de «reparto» de 1943.

La “enemistad de ayer” se transformó en una amable sociedad, acordando también preservar el aparato armado y su estructura de lúmpenes militares de Hizbulá.

Con el correr de los años, se entendió la razón de la preservación de esta banda armada chií, monitoreada y financiada por el clero iraní. Desde entonces, fue quién hizo el trabajo sucio represivo de policía en territorio libanés y posteriormente actuó como banda mercenaria para asesinar rebeliones populares en Irak, Siria y Yemen.

Para engañar a las masas palestinas y árabes, de vez en cuando disparan algún misil liviano a las zonas ocupadas por Israel, en el territorio palestino, para simular «enemistad», pero el verdadero objetivo es impedir que las masas usen la democracia directa y la auto organización, y pongan en pie sus propios organismos de lucha.

 

La SUIZA árabe

Después de los acuerdos de Taif, durante 30 años el Líbano logró tener una cierta estabilidad política, una vez consumada la masacre de los 15 años, llevándolo a transformarse en la plaza financiera de Medio Oriente, respaldada por Inglaterra y Francia. Ahí se lavaba el dinero sucio del narcotráfico, del mercado ilegal de armas, contrabando de petróleo y minerales de África, etc. Y por ello decían que había nacido la «Suiza» de M.O.

Para reconstruir la destrucción de la guerra, pidieron créditos y los “jefes religiosos y de la guerra” celebraron el reparto de los negocios de la reconstrucción. Los “enemigos” de ayer, ahora eran amables amigos y socios. Termina el siglo XX, con Beirut reluciendo en una verdadera burbuja financiera.

Los sobre precios del petróleo inflaron este globo. Pero los impactos del crac mundial del 2008 dejaron tambaleando la fantasía que disfrutaban las elites burguesas. Hasta que en el 2011-12, en un sólo acto, se desinfló la burbuja. Quedando al descubierto que el Líbano no solo es diminuto, sino que no produce casi nada, e importa todo lo que consume.

Quisieron amortiguar el derrumbe económico endeudándose aún más, al extremo que ahora la deuda pública representa un 155% de su PBI.

En estas explosivas condiciones, con dos tercios de su población pasando hambre, llegó el estallido en el puerto de Beirut, dejando en la ruina un tercio de la ciudad, con 300.000 personas sin viviendas, millares de heridos y más de 200 muertos.

Hasta la fecha, con la rápida caída y huida del gobierno de Hassan Diab y un histérico llamado a nuevas elecciones, intentan abortar esta nueva revolución que está dando sus primeros pasos. Las enormes acciones callejeras contra el gobierno y el régimen han sido protagonizadas por la base asalariada y hambreada de las tres principales facciones religiosas, los clérigos no pudieron seguir sosteniendo la tramposa división sectaria. Y ese es el camino a seguir.

Mientras esconden del odio de las masas a la banda mercenaria armada de Hizbulá, saben que si fracasa el engaño electoral y la hambruna creciente empuja a las masas a destruir el Estado y tomar sus problemas en sus propias manos, deberán aplicar la medicina siria de la “dinastía sangrienta de Assad”. Y para ello preservan al Hizbulá.

Pero, como dudan si podrán aplastar a las masas nuevamente, porque la miseria es superior a la que existía años previos a la “Primavera árabe” en todo Medio Oriente, Trump corrió a fortalecer al gendarme sionista de Israel y consiguió que la burguesía Sunní, de los Emiratos Árabes Unidos, reconozcan al Estado gendarme de Israel y pacten unir fuerzas para ser nuevamente los verdugos del mundo árabe si hay

rebeliones masivas.

Las genuinas fuerzas aliadas del pueblo trabajador libanés están a su disposición, en todo el continente árabe, a condición de que terminen de romper la trampa de las divisiones seculares. Tirando al basurero de la historia a toda esa lacra de parásitos religiosos, militares y políticos, responsables de llevar a la ruina al Líbano, Siria, Libia, Yemen, Irak, etc.

Por ello se vuelve imperioso que los explotados cristianos, chiitas, sunnitas, maronitas, alauíes, laicos y drusos sigan confraternizando en la lucha unificando sus fuerzas para terminar de derrotar al régimen autocrático y al Estado asesino libanés, y pongan en pie sus organismos de lucha, basados en la democracia directa, para preparar una nueva PRIMAVERA REVOLUCIONARIA ÁRABE TRIUNFANTE.

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