M.C.A.
El castillo de arena construido por la derecha y ultraderecha española, con motivo del Covid-19, para derribar al Gobierno de Coalición se ha derrumbado con la misma rapidez que se derrumban los castillos de naipes con un suave toque. Después de tres meses y tres mil folios de instrucción, la jueza (Carmen Rodríguez Medel), al servicio de la derecha, ha tenido que reconocer que no había caso, ha descubierto una obviedad que sólo estaba en la mente paranoica, mentirosa y farsante de los creadores de bulos y noticias falsas: PP y Vox. Había que cargar al nuevo gobierno con el sambenito de asesinos y criminales, por no prohibir las manifestaciones del 8 de marzo. Por haber permitido que la población se manifestase por la causa feminista, que es la causa de todas y todos. Sólo desde el sectarismo más cutre se puede mantener la teoría de la conspiración, se podía creer que este Gobierno o cualquier otro fuese capaz de ocultar información a la ciudadanía para que murieran. Que al Gobierno no le importaba las posibles muertes, sino que por encima de todo ponía sus intereses ideológicos de apoyo al feminismo. Se veía venir que no había caso, que utilizar el 8M para hacer saltar por los aires al Gobierno era una burda farsa para crear un estado de ánimos contrario a las medidas que tomó el Gobierno a partir del 14 de marzo hasta el 5 de junio con los 6 estados de alarma.
La derecha, y su escisión ultra, ya tenían experiencia en la fabricación de teorías conspiratorias contra los gobiernos socialistas de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. Las embestidas furibundas contra este último, durante toda su etapa como presidente, fue de una envergadura sin precedentes en la reciente historia de España. Como recuerda Diego López Garrido, portavoz parlamentario del PSOE entre 2006-2008: “Los dos últimos años de aquella legislatura, con el corrupto Eduardo Zaplana al frente del Grupo Parlamentario Popular, fueron “terribles” y de una actitud intolerable por parte del PP, que nos acusaba permanentemente de pactar, ceder y vender España a los terroristas, que es lo peor que se puede decir a cualquier Gobierno”. Por la mañana, desde los micrófonos de emisoras y antenas de televisión, como desde las editoriales de periódicos y revistas afines, se dictaban las propuestas que Zaplana registraba por la tarde en la ventanilla del Congreso de los Diputados y las difundía en rueda de prensa. Así un día tras otro, llegando a sumar 1.460 propuestas a lo largo de la legislatura de 2004-2008, la más bronca que se recuerda en el Congreso. Por otro lado, el virus (Covid-19) de hoy era la ETA de entonces y el Ingreso Mínimo Vital el matrimonio homosexual de principios del siglo XXI. Y ello en boca de un partido, cuyo presidente se refirió a ETA como Movimiento de Liberación Vasco, y que acercó presos a las cárceles de Euskadi cuando la banda asesinaba. Ese era el PP de 2004. El de 2020, vuelve a ser la misma derecha sin complejos que siempre reivindicó y reivindica José María Aznar, mentor de Casado, Álvarez de Toledo, Ayuso y compañía, y que busca la deslegitimación del Gobierno cuando están en la Oposición.
La conspiración del 11M, de la cual muchos no han renegado aún, tiene su continuación en la actualidad. Ayer como hoy la estrategia consiste en generar dudas, promover indignación y sembrar un clima político de crispación, llegando a impugnar la legitimidad de quienes ejercen el poder ejecutivo. La historia nunca se repite, siempre hay situaciones y matices que la hace diferente, pero en ciertas ocasiones se parecen muchísimo. El 11M de 2004 es hoy el 8M de 2020 y el feminismo. Qué casualidad que la jueza, de muy dudosa imparcialidad, se fijara en la manifestación feminista de Madrid, como si hubiera sido la única actividad de masas de ese día. Si no tenía intereses ocultos, por qué no metió en el mismo saco la concentración en local cerrado de VOX, el partido de fútbol del Wanda Metropolitano, ¿por qué no tuvo en cuenta los miles de personas que se trasladaron en metro y autobuses urbanos, que dependen del Ayuntamiento madrileño? Qué casualidad que los que difundieron el virus eran sólo los participantes en la manifestación feminista. Para esa jueza sólo hay una salida, acusarla por prevaricación y apartarla de la carrera judicial, como se ha hecho con otros, mucho más honrados que ella, que se ha puesto al servicio de sus valedores políticos y no de la verdad y de la justicia como es su deber profesional.
Pero no nos engañemos, lo que está haciendo la derecha española no es fruto de su capacidad para conspirar, con mentes tan privilegiadas como las de Casado, Cifuentes, arzobispo Cañizares, Fernández Díaz, José Luis Mendoza, rector de la UCAM (integrista, xenófogo, machista y conspiranoico) y que a alguno/alguna tienen que regalarles títulos para engordar su currículo académico, o el portento intelectual de Isabel Ayuso, demostrado cada vez que abre la boca para decir simplicidades y burdas mentiras. No. Ellos y ellas (léase PP y VOX), sólo son papagayos de lo que se dice y escribe allende los mares. Sus líderes intelectuales, otras lumbreras del actual pensamiento occidental, son: Donald Trump y Jair Bolsonaro, junto a sus asesores. Veamos cómo ha afrontado y sigue gestionando la derecha estadounidense la cuestión de la pandemia del coronavirus, el más mortal de todos los coronavirus existentes hasta ahora, y podremos comprobar nítidamente que la línea argumental de la derecha española no difiere de la utilizada por la nueva derecha estadounidense. Destaco, entre otros muchos que se podrían citar, tres aspectos básicos de su línea de “pensamiento”, para el cual no hay que ir a ninguna universidad de prestigio de los Estados Unidos de América: Harward, Stanfort, Massachussets, California, etc.
El primer aspecto es, el ataque de la administración Trump a sus adversarios internos y externos. Hay que buscar un enemigo al que culpar de lo que está ocurriendo, y de paso promulgar medidas de carácter ideológico, que no colarían en otras circunstancias: antiaborto, emigración, muro de la desvergüenza, racismo policial, etc. Se tiene que tener muy en cuenta que EE.UU. es una gran fábrica mundial de ideas reaccionarias; sus argumentos se esparcirán por medio mundo, y quienes están en primera línea de los bulos y mentiras es la derecha española, cuyo mentor ideológico de primer orden es aquel que hablaba con Bush hijo, poniendo los pies encima de la mesa. Costumbre aprendida, tal vez, en los colegios de pago de la enseñanza concertada o los del Opus Dei, que son “modelo que educación” discriminatoria en sus aulas. Primero el enemigo número uno fue China y su maldito virus, después los asesores científicos, a continuación, sus rivales políticos internos, acusándoles de falta de patriotismo, por hacerse fotos con personas con rasgos asiáticos.
Bolsonaro y Trump, una imagen para la posteridad porque representan al Capitalismo salvaje y negacionista
de toda la destrucción hacia la que nos lleva éste en su afán de lucro
El segundo aspecto es, la carga despiadada contra los expertos científicos, lo mismo que han hecho con los del cambio climático, que no comparten sus dañinas y absurdas teorías con relación al Covid-19. La pandemia del coronavirus ha sido utilizada como arma de guerra contra el conocimiento de la Ciencia, la cual no es perfecta, pero que es bastante más creíble que las patochadas religiosas. Llegando a decir, los comentaristas ultras, que el coronavirus era “una infección menor”, que los medios de comunicación exageran, lo mismo que hacen con el calentamiento global del planeta. El rechazo y demonización de los expertos es una de las características del movimiento conservador de los EE.UU. de América del Norte en la última década. El presidente Trump lleva la contraria a sus asesores en esta materia, mientras hace propaganda de “medicamentos milagrosos”, no autorizados por la OMS. Algún asesor ha necesitado escolta policial, ante las continuas amenazas de muerte, por parte fanáticos seguidores del paranoico presidente americano. Toda la culpa es de los expertos internacionales, y con ese argumento pone en marcha una política de retirada de fondos a organismos internacionales, tan necesitados de recursos en estos momentos de pandemia mundial.
El tercer aspecto es, usar como excusa la pandemia para promover los movimientos más conservadores de los Estados Unidos. Prueba de ello es el estado de Texas, prohibiendo el aborto, ya que no es una medida esencial para la ciudadanía, sin embargo, el negocio de las Armerías es esencial. En la misma línea está el Gobernador de Florida, que apuesta por la lucha libre como una actividad que no se puede suspender. El sumun de la paranoia de la extrema derecha llega cuando no estando a favor de la eutanasia, el vicegobernador de Texas, el republicano Dan Patrick, afirma que “Las personas mayores, en especial las de riesgo ante el virus, prefieren morirse antes que dañar el PIB del país”. Aquí la eutanasia voluntaria si es aceptada. No es de extrañar, la doble moral de los creyentes católicos o protestantes no tienen límites.
La cultura de la crispación y de la conspiración viene de muy largo en España, el siglo XIX está plagado de conspiraciones y golpes de estado, cuando la derecha, monárquica o no, pierde el poder, al día siguiente ya está conspirando para volver a tenerlo, y para ello no escatima ni medios ni artimañas legales, pero sobre todo ilegales. Nada más tuvo lugar la investidura de Pedro Sánchez, tanto el PP como Vox anunciaron que emprenderían una batalla, a tumba abierta, para acabar con el nuevo gobierno de Coalición, pues era ilegítimo al utilizar los votos de los independentistas de ERC, entre otros. Con afirmar que es un gobierno ilegítimo, están autorizados moralmente para utilizar cualquier acontecimiento para ir contra él. Y la ocasión se la ha servido en bandeja de plata la pandemia del Covid-19. De todo lo que ha pasado y lo que está por venir, el culpable único es un gobierno que lleva sólo siete meses gobernando. Pero cambian los tiempos, las personas, los protagonistas… Da tantas vueltas la historia que, ver para creer, hoy Felipe González está en el mismo bando de quienes conspiraron contra él. También cambian las coartadas morales de quienes tensan la convivencia, para ponerse ellos en el poder, y eso hasta tal extremo que pone en peligro la paupérrima democracia española. Visto como actúa la derecha dentro y fuera de España, nos tememos que la situación, a día de hoy, sería de una gravedad insoportable si ella gobernara, y lo peor es que la ciudadanía se volvería a quedar con los brazos cruzados ante las múltiples tropelías. Si estuviera en el poder la derecha: Ni ERTES, ni Ingreso Mínimo Vital, ni apoyo a parados y trabajadores autónomos. Tan sólo habría miles de millones de euros para salvar a los de siempre: Banca, Grandes Empresas y Multinacionales que no tributan en España. Las derechas son partidos de ricos, que actúan en beneficio de los poderosos, lo demás son cortinas de humo para engañar al personal. Son auténticos “expertos “en golpes de estado y conspiraciones, y continuarán hasta que de una manera u otra -por lo legal o lo criminal- derrumben lo que ellos consideran ilegítimo. Piensan, y así actúan, que ellos y sólo ellos tienen el derecho, por gracia divina, de ostentar el poder político y económico. Otra crisis y de nuevo otra nueva oportunidad, para la derecha española, para montar lo que tanto les gusta: otra conspiración más, o bien otro golpe de estado si pudieran.