Libertad García Montilla

 

La Pandemia producida por el Coronavirus (Covid19) ha confinado a la mayoría de los ciudadanos españoles en sus domicilios. Esta es una situación que no se había producido hasta ahora, y puede ser un aviso de lo que nos puede esperar en un futuro si no decimos ¡basta! a una situación que cada vez se está haciendo más insostenible en el planeta.
Este virus ha paralizado, en muchos aspectos, a los ciudadanos y las economías, y nos ha hecho ver, y padecer, que no fuimos capaces, en un pasado no muy lejano, de estar a la altura de nuestras propias necesidades como sociedad, permitiendo al Estado y al Capital que nos arrebataran todo lo público. Ahora, obligados a estar confinados y a que muchos ciudadanos estén padeciendo y muriendo, deberíamos hacer, como sociedad, que este parón nos sirva para reflexionar y dejar de pensar con el individualismo que el Sistema inocula en las mentes de las personas desde la más temprana edad y comenzar a pensar como colectividad que somos. Esta Pandemia nos está enseñando que sólo el pueblo salva al pueblo; que es la iniciativa de las personas la que está supliendo la inutilidad, y falta de previsión (cuando nos llevan vendiendo desde hace años que el papá Estado nos cuidará) de aquellos que manejan nuestros impuestos y que, ante una situación de altísimo contagio han puesto por delante el beneficio de las industrias (a las no esenciales) que la vida de los trabajadores de las mismas, a pesar de que muchísimos científicos les estaban diciendo lo contrario.
Hemos estado asistiendo a un espectáculo patético, pero bien orquestado por el Estado y el Poder, que no es otro que, a través de los medios de comunicación, ha estado vendiéndonos, como bueno, a un rey, Felipe VI, que está más que deslegitimado porque las pruebas demuestran que la monarquía española de los borbones es corrupta y amasadora de fortunas comisionistas. Nos han estado vendiendo a los estamentos militares como nuestros salvadores, cuando la realidad es que se pasan todo el año jugando a los soldaditos en sus cuarteles, pues en Europa las guerras, ya, no existen, es decir, que se pasan todos los años jugando a soldaditos y nada más. Esto debería servirnos, como pueblo, para plantearnos toda una serie de interrogantes:
1. Tras la privatización de la telefonía, luz, agua y gas ¿ha salido beneficiado el pueblo español? No, los beneficiados han sido los empresarios que se quedaron con esos sectores vitales para la sociedad y los políticos que pasan a trabajar en esas empresas después de salir de los diferentes gobiernos (por poner dos ejemplos, de los tantísimos que hay, citaremos a los ex presidentes Felipe González (PSOE) y José M.ª Aznar (PP), los cuales, además de su sueldo vitalicio de ex presidente (entorno a los 75.000 euros anuales), pasaron a cobrar, alrededor de 200.000 euros anuales, de compañías como Endesa y Gas Natural, siendo compatibles ambos cobros.
2.- Se han recortado los presupuestos en Educación, Sanidad, Investigación, Cultura, Salarios, etc. Sabemos que el presupuesto militar y para investigación para la muerte (la investigación militar no es para la vida) es lo único que no ha disminuido, para unas guerras que en Europa son inexistentes; pero es bien cierto que España fabrica y vende armas para que sean asesinadas impunemente personas en las guerras que hay por todo el planeta. Sabemos que todos los arsenales de armas del ejército tienen fecha de caducidad y hay que destruirlos, cada equis años, y volver a comprar de nuevo.
¿Entonces, para qué mantener unos ejércitos parasitarios que no valen absolutamente para nada, y que, además, sólo sirven para coaccionar a los pueblos y malgastar inútilmente los impuestos de todos los ciudadanos? ¿Cómo es que el único presupuesto en investigación que no ha sufrido merma ha sido el de la investigación militar, en detrimento de la investigación para la vida? ¿Por qué en los últimos años han recortado tanto en Educación, Sanidad y prestaciones sociales y mientras le regalaron a la banca más de sesenta mil millones que hemos pagado todos? ¿Por qué ahora, por la pandemia del coronavirus, están dando dinero a empresas, por un cierre de dos o tres meses, cuando en los últimos años han tenido, algunas, miles de millones de beneficios? Esta nueva crisis que ha generado la pandemia nos la harán pagar a los de siempre, haciendo recortes, congelando salarios y pensiones, subiendo el IVA, etc. Y yo sigo con la interrogación: ¿Por qué no hacen pagar a los ricos y poderosos, igual que hacen con los trabajadores, el tramo del tanto por ciento que corresponda por sus ganancias? ¿Porque permiten que los ricos, como el dueño de Zara, entre otros, paguen el 1% por el beneficio obtenido en los fondos de la SICAV? ¿Por qué permitimos que las grandes empresas tengan muchos de sus intereses en los paraísos fiscales, al igual que la familia real española? ¿Por qué la Unión Europea, a pesar de reconocer que tiene paraísos fiscales en algunos de sus países, no lucha para acabar con ellos, como si quiere hacer con los que hay en otros países de fuera de la misma? ¿Por qué no luchan contra el fraude fiscal, valorado en unos ciento ochenta mil millones de euros anuales?
La respuesta a todas estas preguntas es fácil, es decir, porque el Estado es la salvaguarda del Capitalismo y de los empresarios por encima de todo. Y como trabajadores esto debería llevarnos, también como sociedad, a plantearnos que no podemos seguir por la senda por la que el Capitalismo del Desastre, con su fiel y dócil aliado el Estado, nos lleva hacia el colapso. El Coronavirus, con el confinamiento que nos ha impuesto, nos ha llevado a respirar un aire más puro que el de antes de la Pandemia. Las emisiones contaminantes, tanto de industrias como de medios de transporte han bajado; el ruido ambiental de nuestras ciudades ha bajado drásticamente; el estrés al que estamos sometidos los ciudadanos, por culpa de este mundo de locos que nos han impuesto, ha desaparecido en gran medida y, este confinamiento, nos ha llevado a que nos demos cuenta de que muchas de las cosas importantes de la vida hayan pasado al primer plano, lo cual nos debe llevar a plantearnos qué futuro queremos tener y qué futuro queremos para los que vendrán detrás de nosotros. O aprovechamos, como sociedad, para empoderarnos, y coger el timón de nuestras necesidades sociales o perderemos, quizás, la última gran oportunidad antes de que el Capitalismo del Desastre nos lleve a situaciones irreversibles en el Planeta. De todos dependerá que eso no sea así. Hay que aprovechar y poner en nuestras manos el poder decidir nuestro futuro, el cual sólo será posible si somos capaces de hacer de la Solidaridad, la Libertad y el Apoyo Mutuo las columnas vertebrales de un mundo mejor para todos. Si no somos capaces de coger esa vía, estaremos condenados a dirigirnos hacia un mundo todavía peor que el que tenemos ahora, en el que nos llevarán por el camino que quieran aquellos, que sólo viven para aumentar sus fortunas, a costa de quién sea y de lo que sea. Como Sociedad no debemos desaprovechar este AVISO Y TOQUE DE ATENCIÓN que nos ha dado este virus.

 

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