Manuel Xío Blanco

Sólo y exclusivamente se mencionan y hablan de ellos en todas las campañas electorales. Sí, me refiero a los INDECISOS. Después, como si se tratara de residuos o restos desechables, desaparecen, durante cuatro años, hasta las próximas elecciones. Me pregunto, inocente, ¿Quiénes son los indecisos? ¿Dónde están? ¿Cuántos son? ¿A qué se dedican? ¿Qué nivel de estudios tienen? Como es imposible saberlo, por muy afinados que estén los “traficantes” de encuestas, me inclino, y de manera muy atinada, a cambiar indecisos por volubles, gentes o personas que cambian según el viento, igual que la veleta, tal vez hastiadas o aburridas de tanta comedia bufa, o personas asqueadas de los vaivenes políticos por tanta tomadura de pelo. Viene a ser lo más parecido a los comportamientos infantiles, hoy quiero más a mamá que a papá y mañana quiero más al abuelo que a mamá. Tanto los volubles como los indecisos son como tropas desentrenadas y sin criterio, si es que en verdad existen. Por lo tanto, sería recomendable este slogan: “NO LES DEIS MÍTINES, ENSEÑADLES A VOTAR, Y SIN OLVIDAR QUE LA ABSTENCIÓN ES TAN VÁLIDA COMO CUALQUIER OTRA OPCIÓN, LA FÓRMULA MÁS LETAL PARA LA CLASE POLÍTICA”. DE DICHO.

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