Reynaldo Guevara (por 27 millones)
Desde hace tres meses, el mundo se ha visto sacudido, cada vez con más crueldad, ante la aparición, en la ciudad china de Wuhan, de un desconocido virus denominado SARS-2 Síndrome Respiratorio Agudo Grave o Covid- 19.
El pasado 23 de enero, dicha ciudad china fue aislada y luego cerca de 750 millones de almas fueron puestas en cuarentena, sin trámites previos, a manos del ejército chino, que utilizando drones y millones de cámaras monitoreaba la vida íntima y privada de la población en los edificios. Hasta la fecha se informa que sólo han muerto 3.000 en todo el territorio chino; que cuenta con 1400 millones de habitantes. Si esto es cierto, nadie puede explicar por qué sigue semi paralizada la economía china, con Wuhan a la cabeza, ciudad industrial que es lo que fuera en el siglo pasado Chicago para EE.UU.
Los medios de prensa del mundo entero hablan día y noche del tema. Mientras el virus se extiende, a pesar de que no vuela ni tiene patas. Pero que, sin embargo, se traslada gratuitamente en el cuerpo de seres humanos, propagándose y reproduciéndose, gracias a las estupideces que hacen aquellos privilegiados que pueden pasear en aviones y cruceros de lujo.
Apenas se paralizaron los puertos chinos, ante el pánico del contagio ante un virus desconocido, los impactos en la economía mundial se empezaron a sentir, y las bolsas sufren una “taquicardia” creciente, que puede transformarse en cualquier momento en un infarto.
Si este virus hubiera golpeado zonas del planeta que para la economía mundial son marginales, no existiría ningún pánico, ni a nadie le importarían la cantidad de muertos.
¿Acaso el mundo se asustó y actuó en consecuencia con los millares de muertos por el VIH y el Ébola en África? Por sólo mencionar un par de casos.
Antes que el Covid 19 llegara a la UE, con Italia y España como pista de aterrizaje, el derrumbe de los precios de los commodities empezó y nadie sabe hasta dónde puede llegar. Porque esa maquila a cielo abierto, que es China, dejó de consumir commodities y también de proveer manufacturas y componentes a bajo costo a la industria mundial.
Los grandes eruditos/as de la medicina mundial han enmudecido a medida que el virus burló las fronteras chinas. Y lo que se escucha es charlatanerio de sentido común y vulgaridades que, lejos de clarificar las mentes del mundo, provocan psicosis y pánico.
Hasta ahora, Italia bate récord en muertes y contagios, secundada por España. Pero aún no hay ninguna estadística ni estudio sistemático sobre la experiencia de estos tres meses trágicos, que tiendan a apuntalar alguna conclusión científica novedosa que aproxime una respuesta al ataque de este virus asesino.
Se ha comprobado que el virus ha ido mutando, y que cuanto más se ha alejado de las fronteras chinas, más agudo se ha vuelto. Pero quienes especulaban con las condiciones climáticas, se ha visto que están equivocados; y no se sabe aún el blindaje de dicho virus, a medida que acelera su mutación de país en país. Tampoco se sabe si puede reaparecer ahí donde estuvo y desapareció.
¿Qué va a suceder cuando ataque masivamente a la India y África?
¿Y si en unas semanas el panorama patético de Italia y España se traslada a EE. UU., Canadá, México y Brasil por las brutales estupideces que han hecho sus gobernantes?
Los estragos en vidas humanas en la clase trabajadora empobrecida serán dantescos. Nadie ignora la ruina general de los hospitales públicos, que carecen de los insumos básicos y el instrumental necesario. Mientras, la medicina privada, reservada a las clases ricas, cuenta con tecnología y profesionales idóneos.
La catástrofe en el terreno económico será superior a las crisis de 1929 y de 2008. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) alerta que pueden llegar a perderse 24.7 millones de puestos de trabajo, una cifra aterradora, porque con el crack del 2008 se perdieron 22 millones.
¿Por qué las grandes transnacionales-laboratorios, hegemónicos en la industria de fármacos, no han desarrollado la ciencia, en materia vírica o bacteriana, lo suficiente como para responder en algunas semanas a fenómenos nuevos? Seguramente porque no obtienen lucros o ganancias rápidas. Porque todo está teñido con el criterio depredador y de saqueo. Lo que no genere ganancias rápidas y altas, se descarta.
Contradictoriamente en otras áreas, las inversiones y adelantos son tan grandes que ya no saben qué utilidad darles. Por ejemplo, en la ingeniería electrónica, espacial, nanotecnología, etc.
La historia registrará este virus y esta generación de las burguesías que gobiernan el mundo, como un fracaso y un fiasco absoluto. Pues han desarrollado y logrado poblar de naves inteligentes el espacio, han logrado fabricar armas atómicas como para hacer desaparecer 25 veces el planeta, han hecho submarinos inteligentes y drones. Sin embargo, lo que nadie dice es que todo ello es a costa de hundir a un cuarto del planeta en la más bárbara miseria humana y transformar el planeta en una sucia maquila.
Los costos del “avance” tecnológico en el siglo XXI ahora juegan a favor de la propagación de pestes nuevas, por las condiciones de barbarie de un cuarto de la humanidad. Sí, un cuarto de la humanidad no tiene ni electricidad ni agua potable. Y cuando se enferman, se curan con métodos de hace tres siglos o directamente mueren a temprana edad.
Cínicamente, escuchamos decir que “estamos en una guerra” para justificar que los gobiernos del mundo no saben qué hacer, y lo único que atinan es a derrochar las reservas de los estados para subvencionar a las grandes transnacionales y sus bancos para evitar que vayan a la quiebra. Una repetición de lo que hicieron en el 2008.
Así funciona el sistema capitalista, cuando las burguesías ganan abultadas ganancias, las esconden y cuando les va mal, acuden a que sea el pueblo pobre, con sus impuestos, a que los salven con las subvenciones estatales, que nunca devuelven. Una estafa en gran escala.
La hipocresía de afirmar que “estamos en guerra”, se desnuda cuando no existe una sola medida de emergencia en ningún país del mundo “desarrollado” que haya puesto empresas de la industria médica y/o farmacéutica bajo tutela estatal transitoriamente, para que se ponga la maquinaria y la tecnología bajo su dominio al servicio de fabricar lo que sea necesario para defender a los pueblos del ataque del virus. ¿Acaso cuando un estado entra en guerra, no pone su industria, sus recursos y fuerzas al servicio de ganar dicha guerra?
Por el contrario, apenas se hizo público el supuesto avanzado estudio sobre el Covid-19 del laboratorio farmacéutico alemán CureVac, empresa con sede en la ciudad de Tubinga, Trump salió a ofrecerles mil millones de dólares para comprarles la exclusividad de su “invento” para venderlo, sólo en EE.UU., al servicio de un lucrativo negocio suyo. (Diario ABC 17/03/2020).
Por estas razones, la humanidad debe tomar esta peste como un gran ensayo para cambiar sus hábitos de vida, sabiendo que probablemente se transforme en una catástrofe en los meses venideros. La primavera de la UE y el invierno latinoamericano puede ser una pesadilla que nunca hayamos vivido.
Las masas del mundo deben tomar en sus manos las medidas sanitarias elementales y auto organizarse para no morir. Las organizaciones sindicales y políticas que deberían representar a los pueblos laboriosos colapsaron, se las tragó el sistema capitalista, cooptándolas a sus putrefactas instituciones de dominio. Por ello ahora son impotentes y mudas arrodilladas a sus amos de los regímenes burgueses. Abandonan a su suerte a los heroicos trabajadores de la salud en todos los países infectados.
Sólo una rebelión internacional impedirá la catástrofe que nos amenaza. Sólo por ese camino se puede lograr que los gobiernos burgueses terminen nuevamente salvando a las grandes transnacionales y sus bancos a costa de la muerte y hambruna de millones de trabajadores/as y sus familias.
Neuquén 20/03/2020