Rafael Sánchez García
Como bien dice M Stirner “a la fuerza, cuando está administrada por el Estado se le llama “derecho” y cuando está administrada por el individuo se llama delito”.
Ya sabemos que el monopolio de la Violencia, en las democracias burguesas o en las dictaduras, la tiene el Estado, el cual se justifica diciendo que esa legitimidad la administra en nombre del pueblo. Cosa que se contradice con la realidad cuando el pueblo, en reivindicación de justas demandas, sale a la calle a protestar y esa legitimidad, que dice el Estado le da el pueblo, se vuelve contra el pueblo mismo. Esta verdad de perogrullo no es un invento de mentes calenturientas anarquistas, sino que puede palparse hoy, como ayer, en las calles de todos los países y ciudades del mundo.
Y ahora vamos a entrar a hablar no de la Violencia de la que habla el Estado, todos sus defensores y las llamadas “gentes de orden”, sino de esa “violencia” ejercida a raíz de los últimos acontecimientos sucedidos en Barcelona después de la publicación de la Sentencia del Tribunal Supremo contra políticos catalanes, a los cuales se les ha acusado, y condenado, por el empleo de una violencia que nadie en Catalunya vio y ningún medio de comunicación extranjero tampoco. Y voy a hablar de Violencia porque a raíz de esa injusta condena se ha abierto la puerta a que cualquier persona u organización pueda ser acusada sin la existencia de esta. Lo cual deja a lxs ciudadanxs totalmente indefensos ante la violencia sistematizada y programada del Estado y en nombre de esa palabra que, continuamente, los políticos nos están repitiendo en los medios de “desinformación, es decir, del “Estado de Derecho”, una palabra que no me deja nada tranquilo cada vez que la oigo.
Violencia sólo es aquella que se practica contra las personas, contra los seres vivos. No es Violencia quemar containers, romper mobiliario urbano, cortar carreteras o cruzar coches en la calzada. Eso sólo son desórdenes públicos, los cuales emplea el pueblo sólo para defenderse de aquellos que siempre, y en nombre de ese “Estado de Derecho”, van armados hasta los dientes y a sueldo para reprimir al Pueblo cuando este se salga de los cauces que el Estado de turno considere.
Sin embargo, para nosotros, anarquistas, hay muchos actos de Violencia que no son considerados como tales, por ejemplo: la fabricación y venta de armas y su posterior comercio para que se asesine a seres humanos inocentes en guerras creadas por los propios poderes económicos, políticos o militares; la fabricación y comercialización de alimentos de dudosa calidad alimenticia; el matar de hambre y sed a países y regiones del Planeta a la vez que se les roban sus recursos; el tener al Planeta Tierra al borde del colapso por no querer poner remedio ya que el beneficio está por encima del valor de la vida y la supervivencia del mismo; el que haya en España un millón de viviendas vacías y haya personas que han de dormir en las calles o vivir en espacios infrahumanos; el rescatar a los bancos, con sesenta y cinco mil millones de euros, cuando estalló la crisis, creada por esos mismos bancos, y permitir que esos mismos bancos se quedaran con los pisos de los trabajadores que se quedaron sin empleo, y que se quedaran con lo ya pagado por ellos y encima tuvieran que seguir pagando una deuda por un piso que ya no tenían; es violencia el que haya personas viviendo con pensiones y ayudas de auténtica miseria; el destinar dinero los estados en investigar para la muerte (armas) y no hacerlo en investigar para la vida (medicamentos. En una palabra, SÍ ES VIOLENCIA, Y CON MAYÚSCULAS, TODO AQUELLO QUE, DESDE LOS PODERES ECONÓMICOS, MILITARES O POLITICOS, SE LLEVA A CABO EN DETRIMENTO DE LA VIDA, LA SEGURIDAD, LA LIBERTAD DE TODOS LOS SERES HUMANOS Y CONTRA TODO AQUELLO QUE ESTÁ PONIENDO EN PELIGRO Y RIESGO DE EXTINCIÓN LAS ESPECIES VIVAS DEL NUESTRO PLANETA, QUE ES EL ÚNICO QUE TENEMOS, Y QUE NOS HA PUESTO AL BORDE DEL COLAPSO.
De un tiempo a esta parte, la juventud de muchos países está saliendo a las calles porque ve que su futuro está cada vez más en entredicho. Ven que por mucho que se preparen y estudien el trabajo cada vez es más escaso, pues el Capital tiende a la mecanización y le sobra mano de obra humana. Ven que el futuro del planeta está al borde del colapso y que los estados y los poderes económicos no hacen nada para poner remedio. En fin, ven que cuando salen a quejarse y protestar la única respuesta del Estado es enviarles a los cuerpos policiales para que los repriman y los asesinen, como en Chile, Bolivia, Hong Kong, Irak, España, etc., o los detengan y las altas magistraturas del Estado los encierren por delitos que, muchas veces, ni han existido. Con ese panorama qué pretende el Estado qué haga la juventud, el pueblo. ¿Quedarse de brazos cruzados? ¿Que las personas salgamos como borregos a protestar por las calles? El Estado sabe que no tiene cárceles para encerrarnos a todxs, por eso, su mejor arma es la del empleo del MIEDO constantemente y en todo momento, y por cualquier situación que no le convenga, a perder la libertad, el trabajo, la vivienda o la vida. Pero a veces, a lo largo de la historia, los pueblos ya no han podido aguantar más y han dicho ¡BASTA! Y entonces han rodado cabezas y regímenes, y esto no deben olvidarlo las “gentes de bien” y todos los poderes que conforman eso que se llama Estado.
Estamos en un momento histórico, como otras veces a lo largo de la Historia, en que los pueblos están saliendo a las calles y a destruir todo lo que se les pongan por delante, ya no aguantan más tanta opresión, tanto robo descarado y tanta falta de Libertad y de futuro. Y son los jóvenes, principalmente, los que están llevando a cabo todas estas revueltas contra los poderes fácticos que dirigen la vida y la miseria que nos rodea. Ellxs están luchando por un futuro que les es negado a diario. Ellxs, como siempre fue, deben ser los que lleven la voz cantante, porque contra ellxs el miedo que propaga el Estado y sus sicarios armados no tiene efecto, pues no tienen que perder ni siquiera un futuro que ven que no tienen.
Al poder político, económico y militar sólo un pueblo con conciencia de sí mismo, y en lucha, tiene la capacidad de hacerlo desaparecer. Ojalá que todas estas revueltas, que a lo largo y ancho del Planeta está desarrollando la juventud, no cesen y sirvan para poner en jaque todo el Sistema político y económico que tanto dolor y miseria generan.
Hoy, como otras veces, es necesario organizarse y luchar contra este fascismo emergente en todo el mundo, que nunca desapareció, que estaba hibernando en espera de tiempos mejores, y plantarle cara y destruirlo o, a la larga, nos destruirá a todos con el empleo de esa violencia de la que siempre es capaz y que la historia está ahí para corroborarlo.