Miguel Correas Aneas

Cristina de Pizan/Pisán: Una feminista en la Edad Media, I

Cristina da Pizzano -Christine de Pisán- nace en Venecia en 1364 y muere hacia 1430 en el Monasterio de Poissy, cerca de París. Pasó su infancia en la corte del rey Carlos V de Francia, de quien escribió una magnífica biografía. Con 15 años se casó con el secretario de la Corte, Étienne du Castel. Enviudó a los 25 años. Gracias a sus escritos mantuvo a sus tres hijos, a su madre, a dos hermanas y a una sobrina. Fue escritora, filósofa y poetisa humanista. Hija del alquimista, físico y astrólogo de la Corte francesa, Tommaso di Benvenuto da Pizzano, profesor de medicina en la Universidad de Bolonia (Italia), y que se trasladó a la corte parisina, a petición del rey francés Carlos V de Valois, El Prudente, cuando Cristina tenía 4 años; fue el primero en hacer una autopsia a un cadáver de manera pública. Bolonia era en aquel tiempo la universidad más prestigiosa de toda Europa occidental. De Tomás de Pizan, su padre, heredó su curiosidad intelectual y su afición al estudio. Sin embargo, su madre la educaba en las tareas domésticas como era costumbre en aquella época, pero ella se inclinó por las enseñanzas de su padre: ciencia y pensamiento. En la actualidad se le conoce como la primera “feminista” de la Europa Occidental. Fue la primera mujer profesional de la escritura en Francia y, tal vez, en todo el mundo. Gracias a sus escritos de diversa índole sacó adelante a su numerosa familia.
Su primer libro Cien baladas son poemas de amores perdidos, dichos poemas transmiten la tristeza de su prematura viudedad. La pareja vivió durante los diez años de matrimonio muy unidos y se querían muchísimo. En sus obras en prosa defiende a las mujeres frente a las calumnias de los hombres sobre ellas, de manera muy especial contra Jean de Meung y su Roman de la rose. En la Epístola al Dios del amor (1399), se opone frontalmente a las actitudes cortesanas respecto del amor. Su biografía está recogida en el libro La visión de Christine (1405), la cual fue escrita para defenderse de sus muchos detractores, sobre todo, clérigos y profesores universitarios. Sus poemas se organizan en colecciones con una trama narrativa. Son extraídos directamente de su experiencia personal: solita estoy y solita quiero estar. Estuvo implicada en la primera polémica literaria francesa, la cual representó un rudimentario primer manifiesto feminista. Tanto su Epístola al Dios del amor como su Dicho de la Rosa (1402) critican la segunda parte del Roman de la rose, que había provocado un considerable revuelo entre la intelectualidad de la época. Su afirmación: “Y juran fuerte, y prometen y mienten ser leales, secretos y luego alardean”. Este tipo de argumentos eran considerados escandalosos en su tiempo, y más escritos por una mujer. No dudó en escribir tanto de política como de justicia militar. Su estimado marido le enseñó el oficio de notario, que tanto le servirá en años posteriores, debido a sus numerosos pleitos para recuperar parte de la herencia, dejada por su marido: casas, tierras y sueldos atrasados de su trabajo en la Corte. Cristina escribió estas hermosas palabras sobre su marido: “Hay maridos malos, pero los hay honrados, excelentes y prudentes. Las mujeres que se los encuentran han nacido con buena estrella y deben agradecer al cielo tanta felicidad. Esto lo sabes muy bien (Cristina) por tu propia experiencia, porque tuviste tan buen marido que no podrías haber elegido otro mejor”.


Lo único que sabía hacer era escribir. He hizo de las letras su oficio. Como escritora profesional escribió manuales didácticos, además fue traductora y copista. También escribió sobre temas de historia y de asuntos militares, aunque el tema de la condición femenina fue su preferido. En “Le livre de la Cité des Dames (El libro de la ciudad de las damas)”, su libro más importante, descarga toda su indignación contra quienes hacían de la perversidad intrínseca y corrosiva de la naturaleza femenina, un lugar común de la literatura. La ciudad de las damas es su obra cumbre, es una historia de mujeres y un alegato en su defensa. En 1401 inició un intenso debate con algunos de los sabios más reconocidos de su tiempo en torno a la condición femenina. Este debate es conocido como la “querelle des dames”. La querella de las damas marcó un antes y un después en la cuestión feminista. Empuñó la pluma para defender la idea de que las mujeres podían ser inteligentes, virtuosas y valientes, y no estúpidas y viciosas como muchos tratadistas misóginos sostenían. Aprendió varios idiomas, leyó a los clásicos y estudió a los humanistas de comienzos del Renacimiento, ya que tuvo acceso directo a los manuscritos del archivo real de Carlos V de Francia, apodado El Sabio. En el entorno del Museo de Louvre, Cristina satisfizo sus muchos intereses intelectuales desde su temprana edad. He aquí una frase definitoria de su pensamiento: “Si las mujeres hubieran escrito libros, seguramente todo habría sido diferente”. Pero aún hay bastante más. Voy a transcribir un fragmento de su libro, de su gran obra literaria y de reivindicación feminista, el ya citado “La ciudad de las damas”: “Si fuera costumbre mandar a las niñas a las escuelas e hiciéranles luego aprender las ciencias, cual se hace con los niños, ellas aprenderían a la perfección y entenderían las sutilezas de todas las artes y ciencias por igual a ellos… pues… en tanto que mujeres tiene un cuerpo más delicado que los hombres , más débil y menos apto para hacer algunas cosas, tanto más agudo y libre tienen el entendimiento cuando lo aplican.
Ha llegado el momento de que las severas leyes de los hombres dejen de impedirles a las mujeres el estudio de las ciencias y otras disciplinas. Me parece que aquellas de nosotras que puedan valerse de esta libertad, codiciada durante tanto tiempo, deben estudiar para demostrarles a los hombres lo equivocados que estaban al privarnos de ese honor y beneficio.
Y si alguna mujer aprende tanto para escribir sus pensamientos, que lo haga y que no desprecie el honor sino más bien que lo exhiba, en vez de exhibir ropas finas, collares o anillos. Estas joyas son nuestras porque las usamos, pero el honor de la educación es completamente nuestro”.
La voz de Cristina de Pisán es una de las primeras referencias de esa forma de pensamiento igualitario que con el paso de los siglos sería llamada: voz femenina. Pisán fue una mujer culta, valiente, llena de talento y solidaria. Fue una de las primeras en alzar la voz, con valentía, en defensa de las mujeres. Fue una mujer excepcional: poetisa, historiadora, tratadista de asuntos morales y políticos. Se enfrentó a los moralistas cristianos que entendían, y aún los hay hoy en día, que la principal razón de la existencia de la mujer sobre la faz de la tierra era su papel de vientres portadores de nuevas vidas. Algunos y algunas aún están anclados en el siglo XIII, cuando Tomás de Aquino, declarado santo, escribía estas palabras tan ofensivas para las mujeres: “Tal como dicen las escrituras, fue necesario crear a la hembra como compañera del hombre, pero como compañera en la única tarea de la procreación, yaque para el resto, el hombre encontrará ayudantes más válidos en otros hombres, y a ella sólo la necesita para ayudarle en la procreación”.
Respecto al trabajo de la mujer, la idea de que el sexo femenino no ha trabajado nunca pertenece a una falsa mitología, en torno a la condición femenina, creada a lo largo del siglo XX. Fuera de la nobleza y la alta burguesía, en el resto de las clases sociales las mujeres han trabajado siempre, participando intensamente en la economía familiar, con la responsabilidad siempre añadida de las tareas del hogar y el cuidado de los hijos e hijas.
Aunque de manera casi telegráfica, para terminar, veamos tres cuestiones básicas en el pensamiento de la gran escritora italo-francesa: 1.- La modernidad y vigencia de su ideario. 2.- Sus opiniones sobre la mujer. 3.- Los grandes desafíos de Cristina:
1.- La modernidad y vigencia de su obra está basada en: a) Su independencia económica (sus escritos). b) Su independencia física (su estudio). c) Su independencia intelectual (su formación). d) Libertad de expresión (frente al poder de los clérigos). e) Defensa de la valía de la mujer. f) Frente al genérico “hombre”, escribir hombres y mujeres o mujeres y hombres. g) Defensa de la educación como camino hacia la igualdad entre ambos sexos. h) Cristina vuelve a escribir la historia de las mujeres en clave femenina.
2.- Ideas básicas de su pensamiento respecto a la cuestión de la mujer: a) “Si las mujeres hubiesen escrito los libros, estoy segura de que lo habrían hecho de otra forma, porque ellas saben que se les acusa en falso”. b) “He entendido que para una mujer todo es posible, no hay actividad física o intelectual con la que no pueda enfrentarse.
3.- Dos grandes desafíos de Cristina: a) Su más valiente desafío fue promover, elevar y levantar como una verdadera fortificación la imagen del cuerpo femenino, sano, hermoso como fuente inagotable de confianza. b) Sus mayores logros fueron: medirse con los grandes talentos masculinos, conseguir los medios para una familia de 6 miembros y llevar a cabo una obra literaria de gran valor. Anotación final: leer su obra cumbre El libro de la Ciudad de las Damas (1405) es todo un reto, pero para apreciar, en profundidad, la grandeza de su pensamiento no hay otro camino que adentrarse en sus áridas pero magníficas páginas.

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