Josep Pimentel
Se cumplen ochenta y siete años de la proclamación del Comunismo Libertario en Fígols (Berguedà) un 18 de enero de 1932. Durante cinco días la localidad vivió la que es para muchos la primera experiencia práctica en la península ibérica de esta praxis libertaria, teorizada durante años.
Esta labor que se inicia a partir de 1870 con la celebración del Congreso de Barcelona en que las sociedades obreras catalanas deciden adherirse a la Asociación Internacional de Trabajadores y que junto al profundo arraigo del anti-estatismo de la sociedad civil, va gestando la constitución de asociaciones de obreros que propugnan una sociedad sin clases.
Estos mineros, organizados mayoritariamente en torno a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) fueron los primeros en practicar esta sociedad sin clases durante esta corta primavera del crudo invierno de 1932.
Antecedentes
Con la proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931, son muchas las muestras de júbilo de la clase trabajadora, que esperaba que la joven república fuera un contrapunto al poder de la patronal. La CNT sale de la clandestinidad y todo son esperanzas. Pronto se va viendo cuales son las intenciones de los primeros gobiernos republicanos y la prensa anarcosindicalista empieza a denunciar las dificultades en las que se encuentran los obreros. Observan que no es objetivo prioritario hacer retroceder el capitalismo. Los gobernantes republicanos no aceptarán otro poder que no sea las élites, ni otra estructura que no sea jerárquica. No quieren negociar directamente con los sindicatos, pretenden instaurar figuras de mediación, se rompe el consenso.
En Solidaridad Obrera se publicaba lo siguiente: “La instauración del nuevo régimen [republicano] fue un rayo de luz en aquellos trabajadores […] fue breve el tiempo de la ilusión democrática, volvió la presión, la coacción de siempre […] la ilusión por la República se desvanecía”.
En otoño de 1931 se desatan diversas huelgas y protestas por la geografía peninsular para denunciar los atropellos de la patronal y la aplicación de leyes consideradas injustas por los anarcosindicalistas, como la Ley de contratos de trabajo y la Ley de Jurados Mixtos. Estas leyes pretendían marginar al anarcosindicalismo y consagrar los organismos de conciliación y arbitraje de la dictadura de Primo de Rivera, duramente combatidos por la CNT.
La joven república pretendía reformar y modernizar las estructuras del estado y los anarcosindicalistas buscaban en su horizonte la revolución social.
En este contexto se convoca, el 17 de enero de 1932, una huelga general en Berga, que se extiende por diversos municipios de la comarca como Balsareny, Sallent, Súria, Fígols y Cardona.
Con motivo de la convocatoria de esta huelga general, Solidaridad Obrera denuncia que la patronal pretende negar todo derecho reivindicativo a los mineros, poniendo trabas a las actividades del sindicato, dificultando asambleas y suspendiendo mítines. Denuncian en el rotativo que “a los compañeros más significativos se les hizo la vida imposible. Uno de ellos, el camarada Prieto, fue encarcelado”.
La proclamación del Comunismo Libertario (18 al 23 de enero de 1932)
De las crónicas periodísticas que han llegado hasta nuestros días de la insurrección de Fígols, cabe destacar los artículos del que fuera el redactor-jefe del diario republicano editado en Madrid La Tierra, Eduardo de Guzmán (Villada 1908 – Madrid 1991). Son las que más consenso han generado entre los protagonistas de la revuelta, los mineros anarcosindicalistas. En especial, las crónicas de los días 26 y 27 de enero, publicadas originalmente en el rotativo madrileño y firmadas por Eduardo de Guzmán. Estas crónicas fueron reproducidas en el semanario anarquista Tierra y Libertad en sus números 50 y 51, de 6 y 13 de febrero de 1932, respectivamente.
Para ilustrar y reconstruir estos hechos, también he consultado las crónicas periodísticas del diario anarcosindicalista Solidaridad Obrera y del semanario de orientación trentista, Cultura Libertaria.
Para intentar comprender esta revuelta, he tenido en consideración las memorias de Pedro Peralta García (Sant Corneli 1923 – Perpinyà 2014): “Las minas de Fígols. Una historia de la revolución social” editadas en 2018 por el Centre d’Estudis Llibertaris Federica Montseny. Es uno de los pocos testimonios escritos que tenemos sobre estos hechos. Las crónicas de Eduardo de Guzmán, son las que cita Peralta en sus memorias y son las que más se aproximan a sus vivencias de esta insurrección.
Las primeras noticias que se publican en el diario anarcosindicalista Solidaridad Obrera, el más leído entre los obreros catalanes, el día 20 de enero de 1932, es que a la redacción llegaron, el día anterior, rumores de que en Fígols se habían declarado en huelga los mineros y se preguntaba el rotativo sobre los orígenes del conflicto: “cabe suponer sea motivado por la desalmada explotación de que son objeto aquellos trabajadores”.
La rebelión estalla en Fígols la madrugada del domingo al lunes, y en un primer momento se ocupan la parte alta de la minas, la colonia de Sant Corneli.
El diario Solidaridad Obrera es clausurado por primera vez, desde la proclamación de la II República, el día 21 de enero, coincidiendo con las huelgas revolucionarias del Alt Llobregat, por lo que las primeras crónicas de los Sucesos de Fígols no se pudieron publicar hasta su reaparición el 1 de marzo de 1932.
En una crónica publicada en Solidaridad Obrera, por el redactor E. Labrador, nos dice: “los trabajadores se apoderaron de las armas de los somatenistas, de las del director de las minas y otros empleados. Fueron dueños absolutos de la situación. Durante cerca de una semana la ilusión revolucionaria fue vivida con todas las penalidades y alegrías”. Según el periodista Eduardo de Guzmán, nadie opuso resistencia. Estas afirmaciones, coinciden con las publicadas por el semanario trentista, Cultura Libertaria, el cual añadiría que “constituyeron el comité revolucionario y proclamaron la revolución social”.
Esos cinco días fueron unos momentos de exaltación popular compartido por todos los obreros y sus familias, “hasta los chiquillos vivían con gran simpatía la revolución social”, entre ellos Pedro Peralta García, que contaba nueve años.
Las crónicas de los cuatro periódicos consultados resaltan que no hubo robo, ni asesinatos ni violencias individuales.
Según la información de la crónica del periodista Eduardo de Guzmán, en referencia a Fígols: “la aldea ha estado durante cinco días –de lunes a sábado- viviendo en régimen de comunismo libertario”.
La organización
Eduardo de Guzmán describe muy bien, en sus crónicas publicadas en el diario La Tierra y en el semanario Tierra y Libertad, la organización del municipio de estos cinco días de Comunismo Libertario.
Fueron tres aspectos organizativos en los que la implantación del Comunismo Libertario desplegó sus efectos: defensa, economía y política-administrativa.
En lo que respecta a la organización defensiva, según la información del cronista Eduardo de Guzmán, se constituyeron milicias voluntarias para defenderse en caso necesario.
En el aspecto económico, el Comité revolucionario, mencionado anteriormente, se encargaría de la producción y el consumo. El trabajo en la mina se realizaba voluntariamente y el consumo se organizó en base al Economato. Durante estos cinco días quedó abolido el dinero.
En cuanto a la organización político-administrativa, el miércoles 20 de enero de 1932 se convocaron unas elecciones por sufragio universal para constituir la comuna libre de Fígols en la que fueron elegidos un delegado general junto a otros ocho delegados.
El fin de la aventura y la represión
La comuna libre de Fígols decide enviar un delegado a Barcelona para ver en qué situación está la revuelta. En la mañana del viernes 23 de enero, el delegado, uno de los hombres más significativos de la revuelta, Manuel Prieto, regresa con malas noticias. La revolución social no ha tenido eco en Barcelona. En palabras de Eduardo de Guzmán, la realidad se hace implacable frente a proyectos e ilusiones. Se acuerda no intentar resistencias. Prieto, junto a algunos de sus compañeros, deciden marcharse de la colonia. Esa mañana entran las tropas del gobierno, sin disparar un sólo disparo y ocupan la parte alta de Fígols, Sant Corneli. La aventura revolucionaria toca a su fin.
Cuerda de presos procedentes de la revuelta de Fígols (1932)
Muchos de los obreros más significativos de la revuelta de Fígols fueron detenidos y posteriormente deportados. Entre ellos Manuel Peralta Bernal (Alcorisa 1895 – Rivesaltes 1987), minero, activo miembro de la CNT, fue uno de los principales participantes de esta revuelta, que junto a otros mineros de Fígols estuvo deportado en Villa Cisneros (actual Dakhla en el Sáhara Occidental).
La opinión púbica fijó la atención de los sucesos en la figura de Manuel Prieto García, como uno de los principales líderes del movimiento insurreccional, deportado a Bata (Guinea Ecuatorial).
Más de un centenar de mineros fueron despedidos, estos fueron reemplazos por mineros procedentes de Asturias y otros lugares de la geografía peninsular. Una de las numerosas familias expulsadas de la colonia de Sant Corneli fue la del joven Pedro Peralta García, refugiándose en casa de un familiar en la localidad próxima de Sallent, represaliados en “listas negras” con dificultades para encontrar trabajo. La madre de Pedro Peralta tuvo que hacerse pasar por viuda para encontrar empleo. Con los despidos, pretendieron liquidar a la CNT, que poco a poco se fue reconstituyendo con ayuda de compañeros solventes aportados por el Comité Regional de la CNT catalana.
Notas
1.- Solidaridad Obrera, número 367, de 2 de febrero de 1932.
2.- Solidaridad Obrera, número 365, 21 de enero de 1932.
3.- Solidaridad Obrera, número 367, de 2 de marzo de 1932.
4.- Cultura Libertaria, número 13, de 5 de febrero de 1932.
5.- Solidaridad Obrera, número 367, de 2 de marzo de 1932.
6.- La Tierra, número 342, de 26 de enero de 1932.