Bruno Servet
Tal como estaba anunciado con muchos meses de antelación, los pasados 21, 22, 23 y 24 de febrero tuvo lugar, en la Ciudad del Vaticano, el Sínodo de los obispos o Sínodo episcopal, convocado por el actual Papa Francisco. El tema a tratar, principal y único, fue la Pederastia dentro de la Iglesia Católica. Aunque al final, como siempre, la Iglesia Católica, Apostólica y Romana (ICAR) se dedicó a tirar balones fuera, afirmando que la Pederastia no es un problema que afecta solamente a la Iglesia, sino que esa lacra social es del conjunto de la sociedad. En eso tienen toda la razón, pero hay un matiz que es de suma importancia al abordar dicha cuestión. Es la siguiente: los casos de pederastia se producen por parte de miembros de la Iglesia de manera descomunal con relación a otro tipo de religión o iglesia concreta. No se trata de que la ICAR sea la única que comete esos abusos contra los y las menores de edad, sino que es la que en sus textos sagrados (Evangelios) tienen frases como: “dejad que los niños se acerquen a mí, suyo es el Reino”, “El que no sea como un niño no entrará en el reino de cielos”, “El que escandalice a un niño, mejor que se ate una piedra al cuello y se arroje al mar”. Es por eso, y por muchísimos otros motivos, que es la cuestión de la pederastia de crucial importancia para la sociedad. Si ellos predican buenas costumbres, que empiecen por ellos mismos a dar “cristiano “ejemplo. Cuando escribo estas líneas acaba de salir la condena de 6 años de prisión para el cardenal australiano George Pell, por pederastia.
Dos víctimas identificadas como “J” y “R”, es decir, “El chico” y “El niño del coro”. Un jurado declaró culpable de cinco cargos de abusos sexuales contra menores, cometidos en la catedral de ST Patrick´s de Melbourne en 1996, cuando las víctimas tenían 13 años. “El chico”, de 35 años, denunció los hechos después de que en 2014 su amigo, “ El niño del coro”, muriera por una sobredosis de heroína sin que sus padres ni su hermana supieran del abuso del que había sido víctima. Ambos habían sido reclutados por el prestigioso colegio ST Kevin´s, en donde disfrutaban de sendas becas de estudios a cambio de cantar en el coro, a cuyos ensayos eran visitados por el entonces flamante obispo de Melbourne, hoy cardenal ingresado en prisión (miércoles 13 de marzo), a los 77 años de edad. La madre de la víctima fallecida afirmo que los niños “fueron arrastrados por el arzobispo Pell y él cerró la puerta y les hizo practicar sexo oral”. El ya conocido como “El niño del coro” empezó a consumir droga a los 14 años y nunca tuvo un trabajo estable.
Sobre el cardenal Pell pesan una retahíla de encubrimientos de abusos sexuales de sacerdotes de su diócesis. Junto a ello existe una larga serie de denuncias de pederastia contra el prelado australiano que se remonta a la década de los sesenta en la localidad costera de Torquay, y en los setenta en Ballarat, su ciudad natal. En esa ciudad operaba una red de curas pederastas que se intercambiaban las víctimas. Entre esos sacerdotes estaba el clérigo más pedófilo de toda Australia Gerald Risdale, muy amigo del cardenal George Pell, a quien hoy han metido en chirona.
Entre tanto, queda una pregunta que de momento no tiene una respuesta que sea convincente: ¿Quién paga al cardenal Pell la minuta de su abogado? Teniendo en cuenta de que es uno de los más caros de Australia y uno de los más prestigiosos. ¿Quién paga los 9.500 dólares australianos (1 dólar australiano= 0,62 euros) diarios que cuestan los servicios del defensor del pederasta? Todo un lujo, ¿sólo a costa de los donantes anónimos como afirma la ICAR? (¿otro dogma de fe?), ya que la Iglesia dice que no pone ni un dólar.
Teniendo en cuenta el Canon 342 del actual Código de Derecho Canónico, el Sínodo de los obispos o Sínodo episcopal es una asamblea de obispos y cardenales escogidos de las distintas regiones del mundo, los cuales se reúnen en ciertas ocasiones, muy determinadas, para fomentar la estrecha unión entre el Romano Pontífice y los Obispos. Es una institución, dentro de Iglesia, de larga trayectoria, a la cual se le dio un nuevo impulso una vez terminado el Concilio Vaticano II (11 de octubre de 1962 al 8 de diciembre de 1965). Se diferencia de los concilios en que éstos tienen capacidad canónica para definir dogmas y legislar, mientras que los sínodos son de carácter sólo consultivo y tiene por misión principal asesorar al papa en el tema propuesto a debate.
El Sínodo está formado por un indeterminado número de obispos elegidos, unos directamente por el papa, sin atenerse a norma alguna, otros por las diversas Conferencias Episcopales y, finalmente, otros en representación de los institutos religiosos clericales y no cumple función representativa, sino que tiene carácter de órgano consultivo no deliberante, salvo que el papa le otorgue tal función y apruebe sus conclusiones, en el caso que nos ocupa el número de participantes han sido 199 y el número de presidentes de Conferencias Episcopales de 144. El sínodo es presidido por el papa, excepto que delegue en un obispo o un cardenal. El órgano permanente del sínodo es la Secretaría General, cuya misión es la elaboración de los textos y documentación que servirán de base para los estudios de la Asamblea. El sínodo puede corresponder a un país, una región, un continente o todo el mundo, en este caso recibe el nombre de Sínodo General, como es el que ha tenido lugar a finales de febrero en Roma. La Asamblea se reúne en Roma, aunque no siempre, y puede ser ordinaria o extraordinaria, si es esta última se trata de reuniones en las que se exige de los convocados (todos hombres) tratar un asunto de suma urgencia para el que se requiere tomar una posición inmediata. El Papa abre la Asamblea con una indicación genérica del asunto o asuntos a tratar. Las conclusiones se recogen en las Actas del sínodo, que son entregadas al Papa. A diferencia de los Concilios, que si se sabe cuándo empiezan, pero no cuando terminan, los Sínodos si tienen una fecha de finalización acordada previamente. El Sínodo termina con una intervención papal de carácter apostólico y de exhortación a los cardenales, obispos y demás personas asistentes a la Asamblea.
Ésta es la IV Asamblea General Extraordinaria, y ha sido conocada por el Papa Francisco. Para octubre de este mismo año está prevista una Asamblea Especial para la Región Panamazónica, bajo el epígrafe de Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. En cuanto a la Cumbre anti-pederastia del pasado mes de febrero, las intenciones eran dar una solución al gravísimo problema de la Pederastia en el clero católico, pero el resultado final ha sido una Gran Derrota del Papa Francisco, ya que la parte más recalcitrante de la Curia romana ha puesto todo de su parte para que las conclusiones no fueran, ni por asomo, las esperadas por los afines al papa argentino.
Para lavar la cara a la Iglesia, y ante la decepción generalizada de las víctimas de todo el mundo, pues el Sínodo sólo ha intentado capear el temporal para poderse ir de rositas; el Papa Francisco ha “impuesto” ocho mandamientos para erradicar la monstruosidad de los abusos sexuales. Aunque para salir del paso promete que la Iglesia va a llevar ante la justicia civil a los pederastas (¡vaya, otro dogma de fe!), lo cual quedará como todas sus promesas en aguas de borrajas. Su falsa y mentirosa historia así lo confirma una y otra vez. Nada mejor que unas grandilocuentes afirmaciones de que la cosa va a cambiar para mantener contento a su crédula parroquia, pero en el fondo, y como siempre, más de lo mismo, verborrea y engañar al personal, que de eso saben como nadie, ya que tienen una larga trayectoria (año 303 de la fundación del cristianismo).
Al comienzo de la reunión, el Papa entregó a los presidentes de las conferencias episcopales una lista de 21 directrices. Los obispos españoles no cumplen ni un tercio, ya que faltan las siguientes: A) Proveerse de estructuras de escucha, compuestas por personas capacitadas y expertas. B) Establecer protocolos específicos para el manejo de las acusaciones contra los obispos. C) Acompañar, proteger y atender las víctimas, con el apoyo necesario. D) Preparar caminos para la atención pastoral de las comunidades heridas por los abusos. D) Consolidar la colaboración con todas las personas de buena voluntad y medios de comunicación. E) Introducir reglas concernientes a los seminaristas y candidatos al sacerdocio o a la vida religiosa. F) Formular códigos de conducta obligatorios para todos los clérigos, religiosos, personal de servicio y voluntarios, además de sus antecedentes penales. G) Ilustrar toda la información y datos sobre los peligros del abuso y sus efectos. H) Instruir un organismo, donde no se ha hecho, de fácil acceso para las víctimas que deseen denunciar los delitos. Organismo con autonomía propia, fuera de la autoridad eclesiástica, compuesta por personas expertas, tanto clérigos como laicos.
He aquí los ocho mandamientos o normas que el papa Francisco ha lanzado para parar el durísimo golpe que la pederastia de su clero le ha dado en plena mandíbula, el cual le llevaría a un fulminante K.O, si no fuera porque son verdaderos maestros en lo de tergiversar la realidad y la verdad, que para ello cuentan con el apoyo incondicional del todopoderoso y salvador Espíritu Santo, que sólo viene en ayuda de los pobrecitos e inocentes seguidores del Cristo de la Cruz. Veamos ahora uno por uno: 1- Prioridad a las víctimas, frente a la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la institución. 2- Denunciar ante la justicia, la Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso. 3- No buscar excusas y aprender a acusarse a sí mismos, como personas o instituciones y no acusar a los otros. 4- Mejorar la formación, con selección y formación de los seminaristas, un camino de formación equilibrada a los candidatos idóneos. 5- Reforzar las directrices, con aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación. 6- Acompañar a los abusados, la Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de
expertos en esta materia. 7- Más control sobre Internet, y tener en cuenta nuevas formas de abuso que ofrece la red. 8- Contra el turismo sexual, todas las comunidades eclesiales están llamadas reforzar la atención pastoral a las personas objeto del turismo sexual y trabajar con las organizaciones internacionales para lograr un marco legal que proteja a los niños (¡¿las niñas no cuentan?!) de la explotación sexual del turismo.
Todo lo propuesto por Francisco está muy bien, pero que se lo apliquen a rajatabla desde ya, y que no tiren balones fuera como ha hecho el propio Papa, diciendo que eso es un problema de toda la sociedad, pues claro que en la sociedad hay pederastas, y todo tipo de delincuentes, pero lo grave de la situación radica en que entre las filas de la Iglesia Católica ,Apostólica y Romana, el número de pederastas en tremendamente superior al resto de la sociedad en su conjunto. Miles y miles de pederastas clericales están esparcidos por todos los continentes de la tierra. Su redentor, que vino a salvar a la Humanidad del pecado, que le eche una manita a sus representantes en la tierra, ya que de seguir así va tener que venir otra vez, pero sólo para salvar a sus seguidores pederastas. Amén (que así sea).