Teresinka Pereira
El sonetista más famoso de la literatura neolatina fue el español Calderón de la Barca. Fue soldado y sacerdote, al estilo verdaderamente renacentista, cuando el tema más común era la brevedad de la vida. Quevedo, otro renacentista, fue duro y cruel en la crítica a los viejos (mejor, a las viejas) que actuaban como jovencitas. Así decía él en el soneto satírico “Vieja vuelta a la edad de las niñas”:
Grandilla (porque logres tus engaños)
que tienes pocos años no lo dudo, si son
por vivir los pocos años.
Sin embargo, está probado, hasta incluso científicamente, que el eros revigora nuestras formas de vida, por eso el título del primer poema y del libro “Erotismo senil” sólo figura aquí como chamariz por la audacia poética. En el poema “Exprofeso” dice:
Si el amor de la carne es el exceso
que vuelve a los espíritus, felices,
vale un mundo besar las cicatrices
de la mordida que dejara el beso. (p.17)
El autor, Francisco Henríquez (1), está muy lejos de la senilidad. Su vigor lírico y su intensa actividad literaria lo demuestran cada día. Es editor de Gaceta Lírica & Carta Lírica y su poesía es fresca e invitadora como estos versos de “Aventura”:
Era poca la miel y la sed mucha:
Pensamos en buscar otro destino,
donde el amor signara nuestro sino
y el intento no fuera insana lucha.
En otro soneto del mismo libro Erotismo Senil él confirma:
Todo mi corazón se desorbita…
me rebajo a sus pies donde deliro
y por sus formas nacaradas giro
como quien un loquero necesita.
(“Camino de Belén”, p. 15)
Pocos poetas saben construir un soneto clásico estos días como Francisco Henríquez lo hace. Pero a cualquier lector amante de la poesía lírica, clásica y elegante, este libro, con veintiún sonetos, sólo le puede encantar. Erotismo Senil ya estaba en la cuarta edición en 2010 y cuando llegó a mis manos se hizo mi libro predilecto: cuando me falta inspiración, lo agarro y lo recuerdo: si la añoranza me ataca el corazón, lo tomo para leer, y si la realidad de la vejez me asusta, igual lo recojo.
El Licenciado Jorge Antonio Pérez-Pérez, que ha escrito la presentación del libro, dijo todo lo que se me antoja decir: “Erotismo Senil está marcado por la constante búsqueda de una original y auténtica belleza lírica, la cual crea, mediante audaces, atrevidos, mesurados, exaltados y variados recursos del lenguaje, un gran efecto artístico”.
Entonces nada más falta por decir ni adjetivo que ponerle, a no ser nuestra forma personal de lector para acoger este lenguaje amoroso, que el poeta, ya maestro de poesía, llama “senil”, y que se transforma en placer. Es una senilidad fingida, y el placer es bastante real:
Lo que fuera delito en otra edad
deja los miedos de la pubertad
e inventa idealidades del delito.
(“Erotismo Senil”, p. 1)
Al paso que Quevedo criticaba el amor senil, el gran dramaturgo y poeta inglés Shakespeare afirmó en un verso que quedó más famoso que toda la literatura renacentista:
“My love shall in my verse ever live young”
(“Mi amor vivirá en mi verso eternamente joven”.
(Shakespeare en “Shake-Speares Sonnets”, 1609)
A mi me parece que Francisco Henríquez se fue por ese lado, y me encanta que lo haya hecho.
Notas
1.- Henríquez, Francisco: Erotismo Senil – Sonetos Clásicos. Miami: Miami Primavera, 4a edición, 2010.