Lo único que te pertenece
es padecer tus sentimientos
ya que, en todo lo otro,
resultas ser una simple ficción
de una aleatoria realidad.
No eres, es tu historia.
No piensas, otros lo hacen.
Te interpretan con una clara
y contundente hermenéutica
que hacen de tu existir
un simple y pasajero relato.
Entonces,
cuando apelas a tu materia
apenas llegas a ser un holograma
en el horizonte de los sucesos
de los múltiples universos;
ni siquiera tus genes te pertenecen
porque sus egoísmos te raptan
la estructura de lo biológico.
En tu doloroso sentir clamas
ante el insondable desierto
de la soledad estadística
con la cual te caducan.
Pretendes
insinuar algo así
como un ente con valor,
una chispa divina,
y llega la única legal sentencia
que te informa de todo lo instruido
por sabios filósofos
y demás eminencias sociales
que aquello que crees que eres
resultan ser una ficción de okupa
de la casa vacía que es el mundo.
Salvador Benincasa Pagliaro