Teresinka Pereira

En la última introducción a la selección de la Antología Poética (1) se discute si Odón Betanzos Palacios (2) es el poeta de la muerte o de la vida, y se concluye que lo es de la vida.

Para mí, sus mejores poemas son los de la muerte, especialmente los tres poemas tratados aquí. También ciertas circunstancias de la vida de Betanzos Palacios indican que la muerte fue siempre un marco definitivo al cambiar su vida de niño a adolescente, y de adolescente a hombre.

Hay algunos poemas que me quedan chillando hondamente el alma: “Luisillo” es uno de ellos. Tal vez porque el niño de este poema tiene ocho años y, por coincidencia, mi hijo adoptado Luis tiene ocho años… y que antes de venir a mi casa tuvo una vida con la misma dificultad; o tal vez porque el “Luisillo” de Odón Betanzos Palacios sea solamente un símbolo de los miles de Luisillos que mueren de hambre cada día a la puerta de los ricos del mundo, cuyos perros y gallinas son alimentadas con lujo y abundancia.

“Luisillo” no es un poema de espanto o de sentimentalismo falso: es un tema sacado de la realidad viviente, de la vida misma del poeta, que dice:

Luisillo me ha convidado a su casa,

a pasar la tarde.

Hasta ya sabe escribir

y va pensando.

Fuerzas del orden

quieren echar a Luisillo de su casa.

El plantó la choza en las tierras

del gobierno.

¡Qué sarcasmo! ¿Verdad, Luisillo?

¡Tierras del gobierno!

Y la gente muriéndose sin trabajo

y sin campo que cultivar.

(p.230)

Los versos provocan legítimos golpes en la lírica de Odón Betanzos Palacios y hace al lector sentir con él el dolor de la vergüenza de vivir esta época y de tener que dar el testimonio de esta vergüenza:

Luisillo se está muriendo

de frío,

de hambre,

de incienso.

(p.231)

El segundo poema, cuya hermosura me duele fuerte, es “Manolo Betanzos”, quien fue el hombre “bravo como un jabalí” y “bueno como el pan bazo”. Es el poema sobre la ejecución de su padre, que también se puede convertir en un símbolo de todos los martirios políticos de España.

Según la introducción de José Padilla Valencia, Odón Betanzos Palacios tenía diez años de edad cuando su padre fue fusilado durante la Guerra Civil Española. Este recuerdo es una cicatriz que arde como una herida, después de tantos años. Y ahora arde también en sus versos:

y le sonó la hora

triste de atardeceres.

Cuando el mundo hispánico se revolvía

y se desangraba,

la intransigencia llegó nombrándole,

y dijeron, la intransigencia vestida de horror

y fuerza de soberbia mala:

¡Tú, Manolo Betanzos!      (p.268)

Siguiendo este poema viene otro bajo el título “Manolito Palomo” (p.269-271) en el cual el poeta se imagina y repasa la muerte de su padre.

Al escribir estos poemas el poeta se hace niño otra vez, porque sólo un niño posee la inocencia y la ternura necesarias para sentir este orgullo legítimo de un padre héroe, que muere por su honradez y por su idealismo. Sólo un niño poeta o un poeta hecho niño otra vez, puede poner juntos el tigre y el palomo para simbolizar al hombre puro que fue su padre:

La mirada de ternura de Manolito debió ser de tigre,

de tigre enjaulado.

La flor de la bravura, la flor de la harina,

la flor de la honradez trabajada.

(p.270)

El final de este poema es uno de los más hermosos trozos líricos de la poesía española. Tiene parentesco lírico con la poesía de García Lorca:

Y Dios quietecito en su mirada,

y Dios más quieto en su pisada,

y Dios parado en su propia palabra

debió gravitar su punzada

en las almas de los sicarios aquellos

que la luna fusilaba.

(p.271)

El tercer poema que quiero comentar aquí es el primero de la antología: “Pedro Muñoz”. Este poema tiene que ver con la violenta muerte de Pedro Muñoz, oficial de la Marina Mercante, que era compañero y amigo de Odón Betanzos Palacios.

Pedro Muñoz era el capitán del barco que llevaba un cargamento de arroz a la Isla de Java. El poeta tuvo que ir a tierra y el capitán tomó su lugar en la guardia del barco. El barco fue fumigado en el puerto con el pretexto de matar los “gorgollos” del arroz. El capitán murió a causa de las emanaciones de gases tóxicos. Los oficiales del puerto fueron los únicos responsables por la fumigación y consecuentemente por la muerte del capitán, pero, en la mente del poeta, él se hizo sobreviviente a causa de la muerte del compañero.

La descripción del lanzamiento del cuerpo del capitán al mar provoca fuertes emociones en el lector por su lenguaje preciso y claro:

Aguas celestes dejaron abierto un punto en la mar,

¡qué punto en luz lastimera! no se dejaba trazar.

(p.193)

Su testigo y su responsabilidad están claramente dibujados en el poema. El lector se lo puede creer, respetar y honrar a este Pedro Muñoz, otro de los héroes de la vida del poeta Odón Betanzos Palacios, y con él llorar de emoción y de hermosura:

Toma, Betanzos Palacios, como inmediato oficial

ese cadáver tan frío.

¿Tirita? ¿Huele? ¡Te es igual!

Fue tu amigo por los puertos,

tu camarada en la mar,

jugabais a sanas risas,

con torres en el afán.

¿Lo guardas cera en la sábana? ¿No te lo quieres llevar?

Dejadme mirar los barcos para dejar de llorar.

(p.l94)

Como los dos primeros poemas de muerte ya citados aquí, este poema está muy bien pensado y escrito con el cuidado de un poeta ya respetado por su madurez y excelencia. Además de esto, tiene el frescor de la emoción vivida y todavía presente de la experiencia personal, del alma que se desangra en sus versos.

El tema de la muerte, tan constante en la poesía española, tan gastado entre buenos y malos poetas contemporáneos, es en la poesía de Odón Betanzos Palacios, recreado y presentado con sorprendente originalidad, en formas líricas que dejan al lector complacido y convencido de haber disfrutado de una poesía verdaderamente nueva.

Aquí cabe una palabra de elogio a José María Padilla Valencia, editor de la antología, por su excelente trabajo en todos los sectores presentados. Para mí fueron importantísimas las notas sobre la biografía de Betanzos Palacios, escritas con esmerado cuidado, objetividad y franqueza. La Antología Poética es un libro esencial en la biblioteca española.

Notas

  1. Betanzos Palacios, Odón: Antología Poética. Selección, edición, introducción y notas de José María
    Padilla Valencia.
  2. Odón Betanzos Palacios falleció el 25 de septiembre, 2007.

 

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