Teresinka Pereira

El escritor y poeta francés Sully Prudhomme, que recibió el primer Premio Nobel de Literatura en 1901, ya declaraba que su intención era crear una poesía científica para los tiempos modernos. Más de cien años después, no hemos conseguido escribir una poesía científica… Esto porque la poesía está hecha sin la necesidad de que la materia exista.
San Agustín culpaba a la poesía de embriagar la mente. Según él, “la poesía es el vino de los demonios”. Pienso que no es pobre la mente que puede embriagarse de poesía, sino rica por participar de la aventura que es la vida. Para un gran poeta, como Floreal Rodríguez de la Paz, ¡El día es poesía! ¡También el Universo!.
Sin embargo, los poetas no viven mucho, y la gente que vive muchos años son personas (siempre mujeres), que no se preocupan de la poesía ni de la literatura. Y en general son mujeres del campo, que trabajan bajo el sol. En Brasil, el lugar donde hay más de veinte mil centenarias es el estado del Espirito Santo. Un amigo, que siempre me envía recortes de periódico con fotos de las mujeres centenarias, me ha dicho por carta: “Si quieres vivir mucho, ¡ven a Espirito Santo!”. Y yo le contesté que prefiero vivir nada más que un día, si es el caso, en mi oficina: escribiendo.
Una de las cosas que más me hace pensar es el retraso en que vivimos como seres humanos. Todavía falta mucho para que podamos entendernos a nosotros mismos. Pero mientras estamos vivos podemos desarrollarnos y desenvolver la especie humana para encontrar la felicidad. Una cosa ya sabemos: ¡no podemos poner nuestra felicidad en las manos de nadie! Ella nos pertenece y tenemos que reinventarla a cada paso. Y la felicidad es el sentimiento más individual que existe. Como dijo Nietzsche: “El destino de los seres humanos está hecho de momentos felices y no de épocas felices”. Esto quiere decir que la felicidad no dura mucho.
Las mujeres del campo, que viven mucho, están siempre contentas con la vida tal como se presenta y con esta tranquilidad se extiende la vida. Ellas se conforman con los sucesos aunque sean desagradables, conviven fraternalmente con las personas y especialmente con la naturaleza.
Nosotros nos envejecemos cuando queremos ser superiores a los demás. El padre o la madre que trata a los hijos con demasiada disciplina ya se consideran viejos y hacen a los hijos mayores por exigencia de su obediencia. Sin embargo, cuando la obediencia existe como una cosa natural, sin exigencia, como una enseñanza de vida, es cosa buena. Lo importante es que sepamos que nuestra imaginación no puede jamás sobrepasar la maravilla de la realidad y, por ende, estar conforme con ella.
El ser humano es el conductor del mundo. Puede llevarse y llevar a sus contemporáneos a pasos avanzados al futuro del planeta. Debemos tratar de desarrollar nuestra inteligencia. La poesía es un camino cierto para ello. Y eso que la poesía se hace más con el sentimiento que con la inteligencia. La poesía es un regalo de la mente. Más importante que la poesía es la sonrisa.

QUIEN ME HA VISTO SONREÍR,
¡NO HAY PORQUE VERME LLORAR! (Samba)
Sonreír para esconder la tristeza
Sonreír para fingir que no duele.
Sonreír para consolar los conflictos
Sonreír para mostrar bondad
Sonreír para todos porque llorar
¡no resuelve nada!

 

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