Anatoli Bertolci
Decía Errico Malatesta, en “Hacia la anarquía”, que “la anarquía es la abolición de la explotación y opresión del hombre por el hombre”. Tanto la explotación como la opresión son lacras que una persona anarquista rechazará y procurará eliminar. Sin embargo, a lo largo de la historia muchas personas las han reconocido cuando las han sufrido en sus propias carnes o en carnes cercanas, pero no tanto al sufrirlas quienes no consideraban, al parecer, suficientemente relevantes. Así, entre personas anarquistas se han dado casos en los que se han reproducido actitudes machistas y homófobas. Y, a pesar de que con el paso del tiempo estas actitudes se han ido desterrando, aún hoy en día se pueden presenciar dichas actitudes. Esto probablemente se deba a un pobre análisis de lo que es la opresión y lo que es la explotación. ¿Acaso algunas personas son merecedoras de sufrirlas? ¿Quiénes deben poder vivir sin estar bajo su yugo? Vayamos más allá: ¿hay otros seres, además de los seres humanos, que deberían poder vivir sin padecerlas?
La ideología ácrata se opone a la autoridad y a la opresión, pero muchas personas que se identificaban con esta ideología han perpetuado ciertas formas de opresión mientras luchaban contra otras. Así, un hombre podía luchar y hasta dar su vida para luchar contra la opresión que se ejerce contra la clase obrera mientras perpetuaba la opresión hacia las mujeres y hacia las personas homosexuales. A lo largo de la historia se han encontrado personas dentro del ámbito libertario que han tenido actitudes machistas y homófobas.
¿Quién debe estar libre de sufrir opresión y explotación? ¿La clase trabajadora? ¿Las mujeres? ¿Las personas homosexuales? ¿Las personas migradas? Cuando se defiende un mundo sin opresión, no se pueden hacer excepciones arbitrarias. No tiene sentido que únicamente algunas personas deban estar libres de la lacra de la opresión, mientras que otras deben padecerla, ejercida incluso por aquellas personas que luchan contra ella en otros ámbitos. Si defendemos una postura según la cual todas las personas deberían estar libres de sufrir opresión independientemente de su clase, su identidad de género, su orientación sexual, su nacionalidad u otros criterios, nos planteamos qué tienen
en común todas estas personas. Qué es lo que hace que la opresión hacia ellas sea inaceptable. Aquello que tienen en común y que es relevante para lo que estamos planteando es que sienten. Sienten dolor físico, sienten dolor psicológico, sienten dolor emocional. Son capaces de tener experiencias positivas y negativas y suelen, en la medida de lo posible, intentar rehuir todo aquello que les cause experiencias negativas y dolor. Las personas de la clase trabajadora sufren el tener que vender el tiempo de una parte enorme de sus vidas para que aquellos que los explotan puedan enriquecerse sin ningún tipo de vergüenza ni consideración, tiempo que tienen que vender para poder obtener aquello que necesitan para sobrevivir. Sufren las leyes que las subyugan, las instituciones que las controlan y las prisiones que las mantienen encerradas cuando deciden que no quieren vivir bajo unas reglas explotadoras que les quitan la vida para que otros conserven y aumenten su poder y sus privilegios. Las mujeres sufren el tener que ser consideradas como seres inferiores por parte de muchos hombres e incluso algunas mujeres. A diario tienen que vivir el percibir salarios más bajos por la realización del mismo trabajo que un compañero hombre, viven actitudes posesivas que a menudo desembocan en agresiones físicas, agresiones sexuales, agresiones verbales, menosprecio, supuestos piropos que refuerzan la idea de que su cuerpo es algo que el hombre puede juzgar cada vez que le venga en gana y de la manera que le venga en gana. Las personas homosexuales tienen que soportar tal nivel de burlas, agresiones verbales y físicas y discriminación que hace que muchas de ellas tengan que mantener en secreto algo tan básico como su orientación sexual para no tener que vivir el rechazo y la discriminación, cuando no agresiones y muerte. Lo mismo o peor les ocurre a las personas transgénero. Las personas migradas tienen que sufrir el rechazo, el insulto, el menosprecio, la culpabilización, todo tipo de agresiones y algunas de ellas también la reclusión en los infames centros de internamiento de extranjeros. Las personas de razas distintas a la blanca sufren otro tanto. Imaginemos, pues, qué es lo que sufre una mujer negra, obrera, lesbiana y migrada. Al intentar responder a esta pregunta nos damos de bruces con el concepto de la interseccionalidad, el cual pone sobre la mesa aun más criterios arbitrarios mediante los cuales las personas son discriminadas y oprimidas.
Hemos dicho que la posibilidad de sufrir dolor, tanto físico como psicológico, y de tener experiencias positivas y negativas es el denominador común de aquellas personas que sufren opresión y es lo relevante en cuanto a la necesidad de no sufrirla. Teniendo esto en cuenta, existen otros seres que son capaces de sufrir dolor físico. Lo que se sabe hasta ahora es que todo ser con un sistema nervioso central es capaz de experimentar dolor. Fijándonos en esto, los seres humanos sólo somos un subgrupo del total de seres que cumplen esta condición, una parte del grupo de todos los animales que tienen un sistema nervioso central. Además del dolor físico, sabemos que los animales son capaces de tener experiencias positivas y negativas. Sabemos que sufren dolor psicológico y que pueden sufrir traumas que alterarán su personalidad para el resto de sus vidas. Un ejemplo básico y que nos puede resultar muy cercano es el de un perro maltratado que, después de experimentar abusos por parte de un ser humano, pasa el resto de su vida atemorizado al ver a un ser que pertenezca a la misma especie que su agresor. Otro ejemplo que nos da una idea de cómo los animales no humanos sufren de una manera análoga a como lo hacen los humanos es el dolor que siente y manifiesta una vaca cuando la separan de su cría pocas horas después de nacer ésta, cría que será sometida a una brutal anemia provocada para el disfrute del paladar humano. Un ejemplo más sería el del elefante del que han abusado y torturado durante años en un circo para que realice ejercicios que a algunas personas les parecen divertidos y que, no pudiendo aguantar más este calvario, se rebela y arremete contra todo humano que se interponga entre él mismo y la libertad que cree que le espera fuera de la carpa del maldito circo. Y digo “cree” porque el intento de ganar la libertad con toda probabilidad acabará con un ataque con armas de fuego que los humanos llevarán a cabo para evitar su fuga. Es decir, un ser vive toda su vida abusado y torturado a manos de los humanos, intenta fugarse del centro de tortura en el que vive y acaba siendo tiroteado por miembros de la misma especie que lo ha esclavizado durante toda su vida. Pensemos también en aquellos animales como vacas y cerdos que, empujados por la fuerza dentro de un camión que los lleva al matadero, hacen lo imposible por huir, saltando del camión en marcha para poder escapar de lo que les espera. Y no es que imaginen lo que les espera porque tengan algún tipo de poder especial: lo que tienen es inteligencia, a pesar de que algunos humanos se entesten en afirmar lo contrario. La ciencia ha establecido en innumerables ocasiones la existencia de inteligencia en los animales no humanos e incluso ha establecido qué animales son los más inteligentes, siempre basándose en criterios antropocéntricos en la definición de inteligencia, eso sí. Se puede encontrar fácilmente mucha información que demuestra que los animales no humanos experimentan vivencias tanto positivas como negativas y que intentan alejarse de las negativas, igual que hacemos los humanos.
Teniendo en cuenta lo expuesto, ¿qué justificación puede tener una persona de ideología ácrata para oprimir a un ser que es sensible a la opresión? Si bien no tiene sentido hablar de opresión hacia una piedra al no tener sistema nervioso central ni la capacidad de tener experiencias positivas o negativas, ni tiene sentido hablar de opresión hacia una planta, ya que hasta ahora no se ha demostrado que tengan esas dos características, sí tiene sentido cuando se trata de un ser que puede sufrir las consecuencias de dicha opresión. En este punto es habitual que algunas personas defiendan dicha opresión hacia los animales no humanos basándose en la tradición, en la necesidad de sustentarse o en la existencia de la cadena trófica. Veamos cada uno de estos puntos por separado.
No hace falta pensar demasiado para rebatir el argumento de que algo es aceptable porque siempre se ha hecho así. Pensemos en la ablación del clítoris por parte de algunas culturas. O en el papel de la mujer en las tareas domésticas en otras. O en la presencia de la religión en tantas otras, religión que en muchos casos ha servido para justificar la muerte y la tortura. Vemos, pues, que la tradición no puede ser justificante de un acto o una actitud.
Cuando se trata el problema del uso de animales para beneficio humano en círculos libertarios, las personas partidarias de dicho uso a veces lo justifican argumentando que la cría, uso, explotación, muerte y consumo de animales es necesario para poder vivir de forma autónoma, por ejemplo en un entorno rural en el que puedan cultivar los alimentos de origen vegetal que requieran y criar a animales para obtener lana, huevos, leche y sus cuerpos como alimento. Resulta sorprendente que cuando la clase capitalista defiende el uso y la explotación de la clase obrera para su beneficio, esas mismas personas identifican la injusticia que supone la existencia de tales privilegios en el bando de la clase explotadora, mientras que parece que les cuesta reconocer los privilegios que se otorgan a sí mismas al declarar como legítima la explotación de los animales no humanos a pesar de que puedan sentir el dolor de una forma análoga a la nuestra. Alguien podría decir que el caso de los capitalistas no es para sobrevivir, sino para vivir mejor que los demás, mientras que en el caso de aquellas personas que explotan animales no humanos lo hacen para poder vivir de forma autónoma lejos de la explotación capitalista. La respuesta a tal afirmación podría ser que no es necesario explotar a dichos animales no humanos, dado que todos los nutrientes que necesita un ser humano para estar correctamente alimentado se pueden obtener a través de vegetales y bacterias. En resumen, casi todos los nutrientes se pueden obtener a través de fuentes de origen vegetal, siendo la excepción la vitamina B12, que se puede obtener a través de las bacterias que la producen. Además, la vitamina D puede obtenerse a través de la irradiación solar. Por tanto, la explotación de animales no humanos sería arbitraria incluso en este caso que persigue una vida autónoma. Recordemos que utilizamos el término explotación porque pueden experimentar sus consecuencias de una forma análoga a como la experimentamos los animales humanos.
Como decíamos, algunas personas utilizan la cadena trófica y la condición de omnívoro que define al ser humano. Es decir, su postura sostiene que el cuerpo humano puede alimentarse de animales no humanos y, por tanto, debe hacerse. La condición de omnívoro no implica que deba alimentarse de animales no humanos, sino que puede alimentarse de animales no humanos. Es más, así como está demostrado que un animal humano puede alimentarse exclusivamente de fuentes de origen vegetal y bacteriana, está aun más demostrado si cabe que no puede alimentarse exclusivamente
de animales no humanos. Veamos algunos casos que ilustren que el hecho de que algo pueda hacerse no implica necesariamente que deba hacerse. Por ejemplo, ¿podemos matar arbitrariamente a otros seres humanos, podemos violar a otros seres humanos, podemos dañar innecesariamente a otros seres humanos? Sin embargo, a cualquier persona que posea valores de respeto a las demás personas esto le parecerá una aberración y no aceptará la idea de que debe hacerlo sólo porque puede hacerlo. Entonces, si podemos vivir sin dañar innecesariamente a seres que sienten, ¿por qué hacerlo? ¿Cómo encaja esto con los valores libertarios de oposición a la explotación y a la opresión?
Hasta ahora se ha hablado del uso de animales no humanos en la alimentación, pero, por desgracia, el infierno en el que viven millones de animales no humanos no se limita a esto. La experimentación con animales no humanos, la cría para la obtención de pieles y los espectáculos con animales son algunas muestras más de cómo explotamos a los animales no humanos sistemáticamente para nuestro beneficio. Son numerosos los ejemplos en los que los seres humanos utilizamos, torturamos y matamos a animales no humanos sin tener en cuenta que son seres con voluntad propia, que tienen necesidades tanto fisiológicas como psicológicas y que, cuando se ven privados de ellas, así como cuando su voluntad se ve continuamente frustrada y anulada, sufren múltiples patologías.
A menudo se intenta justificar la explotación a la que sometemos a los animales mediante las interacciones que hay entre animales no humanos. Sin embargo, que un león mate y se coma a una gacela porque su organismo carnívoro requiere la ingesta de animales para poder sobrevivir no justifica que los seres humanos, que no tenemos esa necesidad, provoquemos ese daño. Si sabemos que los seres humanos podemos vivir libres de explotación y opresión, ¿por qué no replantearnos cuánto del daño que causamos a otros seres es posible evitar? Evidentemente el capitalismo, que se sostiene mediante la explotación de seres humanos, de animales no humanos y de la naturaleza, no va a dejar de explotarnos a todas mientras se lo permitamos, pero en nuestras manos está el intentar no explotar ni oprimir a otros seres.
Algunas personas pertenecientes a círculos libertarios opinan que la lucha que importa es la lucha contra la clase que explota a la obrera y que la liberación animal y otras luchas lo que hacen es distraer a la gente, dividirla y que esto hace que no avancemos en la lucha que ellas consideran fundamental. Algunas de estas personas opinan lo mismo de la lucha contra el patriarcado. La lucha contra cualquier tipo de opresión no impide, o no debería impedir, la lucha contra el capital. En todo caso, debería reforzarla. Si el anarquismo lucha contra la opresión, para ser consecuente debería luchar contra todo tipo de opresión, no solo contra algún tipo de opresión mientras refuerza otras. Además, y viéndolo desde un punto de vista estratégico, es un hecho el que muchas personas reconocen un cierto tipo de opresión y, a partir de su propia sensibilización con ese tipo concreto de opresión, identifican otros tipos que acaban incorporando a su lucha. De esta forma nos encontramos con personas que vienen de la lucha de clases y que acaban participando también en la lucha contra el patriarcado y por la liberación animal, así como con personas que tienen una sensibilización con la opresión hacia los animales no humanos y que, en el desarrollo de dicha sensibilización, adquieren conciencia de la opresión hacia los animales humanos y terminan por desarrollar una conciencia política que las convierten en opositoras activas a la explotación de seres humanos, llegando incluso a reconocer el gran número de aspectos comunes existentes entre las cárceles de animales humanos y las de animales no humanos.
La ideología anarquista es, probablemente, la que mejor puede reconocer cualquier tipo de opresión. Y el reconocimiento de la existencia de un problema es el primer paso para su solución. De la misma manera que hemos reconocido que la mayor parte de las personas estamos explotadas y oprimidas por una minoría, deberíamos poder identificar la opresión que ejercemos cada una de nosotras, tanto hacia aquellas que son de nuestra misma especie, como hacia aquellas que pertenecen a una especia distinta, pero que comparten con nosotras la capacidad de sentir, de sufrir. Y si hablamos de luchar contra cualquier tipo de opresión, hablamos de la liberación total.